Los estudios sociológicos no mienten: las personas rinden más en los primeros compases del día que en los últimos. Esto se nota en todos los ámbitos de la vida. En los colegios, por ejemplo, las primeras horas son donde se espera que el alumno rinda más, mientras que en las últimas el cansancio y cierta dosis de excitación los vuelven algo insoportables. Lo mismo pasa a lo largo de la semana, siendo los primeros días de la misma los que se deben aprovechar más, mientras que en los últimos ya están pesando en otra cosa. Para poner un ejemplo gráfico, es más recomendable hacer un examen un lunes a primera hora que un viernes a última hora. Lo mismo pasa con los adultos, quienes pasan las últimas horas de la semana haciendo cábalas sobre que harán en el fin de semana desatendiendo ya un poco más una tarea que otros días harían mas apresuradamente. Seguro que algo de esto nos suena a todos, ¿no?

Algo de esto también pasa en el fútbol, donde los momentos de relajación son al menos tan peligrosos como las etapas de bajón físico. Esto da como resultado que en ocasiones el rival mas pequeño, por motivación, se iguale o incluso supere al grande, siendo múltiples las sorpresas en este deporte. Esto se agudiza según nos acercamos a los parones, siendo muy peligroso el navideño. Que si los jugadores están pensando mas en ir a ver a su familia, que si los sudamericanos fuerzan la tarjeta para tener mas tiempo de relax, que si en este período incluso son poco profesionales… esto también nos suena, ¿verdad?
Esta es la situación con la que se encontró el Barça antes de su partido en el José Zorrilla, a lo que habría que sumar ese síndrome de “barriga llena”, aunque a pequeña escala, claro. 9 puntos al segundo, 13 al tercero y el billete de avión comprado para salir disparado hacia mi país de origen a ver a mi familia. No es fácil jugar al fútbol en esta situación y es comprensible: son personas, y a todos en nuestro puesto de trabajo sea cual sea, nos afecta esta situación. Si además le sumas a esto que juegas en campo de un rival que va a enfrentarse a ti como si le fuera la vida en ello ya tenemos el partido trampa montado.
Sin embargo, el partido no estuvo tan mediatizado por estos aspectos como parecía una semana antes. Para empezar, la temperatura fue casi primaveral, lo que siendo Valladolid a 22 de diciembre no deja de ser cuanto menos noticiable. Un campo impracticable y una climatología adversa hubieran acabado de forma el cóctel necesario para que un encuentro de fútbol se convirtiera en una batalla. Por otro lado, todo lo que rodeó a Tito Vilanova en las últimas horas y que debió caer como una bomba en el vestuario, también debió repercutir de forma contraria: evitar la relajación, tomarse este partido como un homenaje a su técnico, y apretar los puños y jugar. Ya empezarán las vacaciones a las 20.00 de la tarde. O sea, un partido normal.
El problema es que con Messi no existen los partidos normales. Y no existirán mientras el argentino siga siendo lo que es hoy en día: el jugador mas resolutivo y uno de los mejores de la historia, además de ser un condicionador absoluto de todo, equipo propio, compañeros y rivales. Le da igual la táctica y el desempeño rival para frenarle a él y minimizar al Barça, porque si tiene el día (y casi siempre lo tiene) se convierte en un jugador demoledor llevándose todo por delante. Eso fue lo que pasó hoy, Leo enfrentándose a un equipo; Leo derrotando a un equipo.
El Valladolid de Djukic salió bien al verde de Zorrilla, con un plan claro desde el primer momento. Un repliegue medio en 4-4-2 de líneas muy juntas y anchas con Óscar cerca del delantero, Manucho, marcando el límite ofensivo en el centro del campo y la línea defensiva unos metros por delante de la frontal del área. Sin embargo, esta disposición no era puesta así para tratarse de una defensa flotante mas preocupada de cortar líneas de pase y mantener la posición que de ser agresivos y reactivos. En los compases iniciales, donde el Barça estuvo mas impreciso con el balón y algún jugador tuvo problemas para mantener el equilibrio, el Valladolid no dudaba en presionar arriba, ir a por el poseedor del balón y meter el miedo en el cuerpo a los culés. El plan era válido porque como decimos, la salida de balón del líder de la Liga no estaba asentada y había problemas en el circuito de salida. Sin embargo, a medida que pasaron los minutos y la situación se estabilizó ya quedó claro ese repliegue medio encimando mucho al poseedor del balón una vez cruzase la divisoria.
El plan quedaba redondo con los dos interiores a pierna cambiada (Bueno a la izquierda, Omar a la derecha). La baja de Ebert es dolorosa para los locales por todo lo que el jugador suma en general y hoy por desplazar a Omar a la banda contraria. La idea era potenciar el juego interior y mirar mas hacia portería, pero se hizo mucho daño al juego exterior del Valladolid, en lo que son realmente buenos. Ese era el principal peligro que sufriría el Barça, verse obligados a girar 90º (hacia las bandas) o a correr hacia atrás. Sin embargo, que los interiores estuviesen dispuestos así y tan preocupados de defender vigilando a los jugadores externos del Barça y estando tan lejos de Valdés, sumado a que tanto Balenziaga como sobre todo Rukavina se mostrasen mas atados que de costumbre dejó al Valladolid sin medio plan de juego. De quitada alguna de las pocas salidas laterales que tuvieron, casi todo el juego consistió en pelotazos para que Manucho luchase el balón (que no quiere decir que fueron balones largos con sentido para el gran delantero angoleño).
El Barça por su parte no terminó nunca de sentirse cómodo en el terreno de juego, aunque tuviera ocasiones más o menos claras, producto sobre todo de la verticalidad con la que los catalanes jugaban por dentro, intentando llegar al área en poquísimos pases. No es que el partido le pasase por encima, simplemente el contrario estaba sabiendo utilizar bien sus armas y las posesiones del Barça no eran especialmente sostenidas y fluidas. Para intentar arreglarlo una de las primeras modificaciones fue salir con Busquets (muy bien de nuevo) entre centrales, con los laterales proyectados de interiores pero sin ser continuamente profundos, avanzando si la jugada avanzase. Sin embargo este movimiento solo dio réditos pasados los primeros inestables diez minutos, para a partir de ahí ser una media solución. La pelota solía salir limpia, pero sin que eso le supusiera ninguna ventaja al Barça: el atasco estaba mas adelante. Xavi y Thiago  no conforman la mejor combinación de interiores que puede presentar el Barça. Los dos prefieren el primer pase al segundo, cuando se juntan escasea el escalonamiento y los movimientos por delante del balón y el Barça echa de menos un escalón para su posesión. Ambos bajaban a la base indistintamente para dar continuidad a la jugada y se buscó insistentemente el cambio de orientación hacia Pedro por parte del hispano-brasileño y de Mascherano (sorpresa en el XI de los culés) pero no era suficiente. Pocas ocasiones de gol, poca continuidad y sensación de partido disputado pero sin dominio real por parte del Barça. El líder de la Liga no estaba siendo superior, necesitaba algo más.
Ese fue el escenario en el que apareció Messi para ganar el partido. Porque esa es la realidad. El Barça es el mejor equipo de la competición, pero donde no llega el conjunto, llega Leo. Le puede echar un pulso a los 19 rivales del campeonato y saldrá ganador, sin discusión. Y hoy volvió a pasar eso. Con el equipo atascado, sin encontrar espacios, sin permutas, triangulaciones ni vías de escape, el argentino decidió bajar él a construir. Posiblemente no sea la mejor noticia de convertirse en tónica, pero hoy fue necesario. Retrasando su posición convirtió al Barça en indefendible porque él es indefendible. Empezó a batir líneas rivales en conducción o pase corto con suma facilidad y el equipo se situó en la frontal con continuación. Además su movimiento trajo otros en cadena: Xavi pudiendo liberarse y pisar mas la frontal (por delante de Messi), Thiago acomodándose hacia posiciones mas externas, y Alexis Sánchez jugando casi siempre de 9 o desmarcándose hacia ahí, manteniendo un duelo espectacular con un Rukavina que se consolidó como un gran corrector defensivo. El plan de Djukic que había servido para detener al Barça durante los primero 30’ no sirvió para detener a Messi: balón que el argentino lleva a la frontal, pase a Alba que cuando pisa área se convierte en el mejor lateral del mundo y este a Xavi, 0-1; ataque directo del lider de la Liga por parte de Messi, apoyo con el de Terrassa y jugada personal, 0-2. Partido acabado.
Esta es la película a la que nos estamos acostumbrando, un equipo demoledor con el mejor jugador de su historia y cuya combinación les hace imbatibles. Además, cuando esto se produce, cuando el FCB se pone por delante en el marcador, aparece el instante en el que los demás equipos quedan derrotados. No es que vayan perdiendo en ese momento sino que es más de eso: van a perder. Esto pasa porque el plan inicial, el del repliegue medio casi renunciado a la salida de balón continuada, a poder hacer ataques elaborados es ideal con resultado a favor o igualado, pero con el resultado en contra no. Los equipos no se dan levantado, y además no logran cambiar su plan inicial e irse arriba. Al Valladolid le ocurrió eso también y el Barça a partir de ahí volvió a volar y encontrarse cómodo, con juego fluido y varias ocasiones de gol, viviendo casi siempre en campo contrario y pisando área con tranquilidad. A pesar de no llegar el tercer gol que redondease el marcador hasta después de que marcase el suyo el Valladolid, el partido se había acabado muchos minutos antes.
Con la finalización de este partido también concluyó la primera fase de la temporada. Una fase, que tras el partido contra el Real Madrid fue de crecimiento y tranquilidad para el equipo. Tras las merecidas vacaciones se abre un nuevo período de competición pura y dura, con partidos y eliminatorias decisivas todas las semanas desde el primer momento, con la Copa en enero y con la Champions en febrero, donde espera el Milan.