EL FÚTBOL ES DE LOS JUGADORES

                                                                Por Otsuka

Hemos recorrido un largo viaje desde aquella excelsa final de Copa de 2011, que sirvió de obertura a la Gran Guerra del fútbol. Hoy se ha culminado una evolución que ha tenido tantas frases como partidos se han jugado, pero que a grandes rasgos puede resumirse en un movimiento principal: el que va de la tiza en la pizarra a la cal en la cara de Jordi Alba, el que va de los entrenadores a los jugadores. Ya no es un enfrentamiento marcado por la capacidad táctica de los conjuntos, cada vez hay menos sorpresas. El Madrid y el Barça saben a la perfección lo que va a ocurrir sobre el campo, incluso saben cuándo van a sufrir y cuándo van a disfrutar. Hoy más que nunca el partido lo ha decidido el talento y la grandeza de cada uno de los jugadores. Para bien… y para mal.

1. Las debilidades que explican el inicio del partido.
                “No le demos al mundo armas contra nosotros, porque las utilizará” (Flaubert)
                                                 
Al grano y sin divagaciones. El Madrid sale al campo consciente de que su plan está validado por la debilidad que supone Xavi Hernández en los clásicos. Nadie duda que va a perder tres balones, y que dos serán en la frontal del área. Xavi ha leído muy mal la primera parte, y la presión alta del Madrid, que ni de lejos ha sido la más notable de la era Mourinho, ha provocado que girase una y otra vez sin más objetivo que protegerse. Cristiano Ronaldo trabajando en la recepción de Dani Alves y Callejón y Khedira a la espalda han sido suficientes para que Xavi le regalase al Real Madrid argumentos competitivos. Vuestro plan, decía el Barça, funcionará mientras os dure el físico.
Fueron quince minutos complicados. Khedira apuntalaba a Ozil en la primera fase de la presión, Callejón corría como un pollo sin cabeza y Xabi Alonso impedía que Messi retuviera el balón, auxiliado por la libertad de centrales, a los que Pedro no alcanzaba a fijar. Lo previsto, pero el Barça no puede desactivar al Madrid con la posesión en 2013. Eso se acabó, al menos de momento. Y no me parece que lo hayan intentado a fondo. Xavi y Cesc se alternaron la base de la jugada con Sergio Busquets ligeramente más abierto de lo común. Ozil quizá explique la posición más lateral de Sergio, como también ayuda a entender que Jordi Alba no cruzase la línea de medio campo en la primera parte puesto que ningún jugador del Barça ocupaba los huecos de la banda izquierda. El alemán exigió una atención desmesurada.
No había salida para el Barça porque Xavi no propone y Cesc se achica en estos partidos. Habrá tiempo para comentar algo sobre Cesc, pero las sensaciones han sido realmente malas, incluso peores que en su era fallida de falso nueve. En este contexto tan complicado, con la salida del Barça limitada a marear la pelota para tomar un poco de aire, Cristiano Ronaldo mete mucho miedo, y durante diez minutos mide a Dani Alves y a Piqué anticipando la temida escena de una galopada sin respuesta que, finalmente, no llegó a convertir. Lo que sí consigue CR es sacarle una amarilla a Piqué, creando sin duda un riesgo en la defensa del Barça al que Gerard responde con una lección de clase y sangre fría. Si hoy no ha jugado Piquenbauer lo ha hecho alguien que le imita a la perfección.
El Barça crece y discute la presión del Madrid desde, al menos, el cuarto de hora, pero en esta primera parte quisiera centrarme en las debilidades que explican tanto el sufrimiento del partido como la inconcreción del Real Madrid. Benzema ha sido un perrito faldero, sin instinto ni pegada. Ha tenido oportunidades, pero no levanta la cabeza cuando tira y, sea lo que sea la intensidad, Higuaín le podría dar un máster al respecto. Benzema es juego o no es nada, y se asfixia cuando el partido no es lo que se imagina. Hoy el partido le pasó por encima, y es un jugador que carece del coraje para imponer su voluntad. Higuaín es mucho menos que Benzema pero jamás decepciona. Hoy Karim, capaz de tumbar a Puyol con un amago se ha vuelto a su casa como un cordero asustado por los lobos.
Si Xavi y Benzema son debilidades relativas, Callejón lo es en términos absolutos. Es el jugador menos técnico de los veintidós que saltaron al Bernabéu, pero no se sabe con qué pretende Mourinho compensarlo. Si tuviera que aventurar cuál ha sido el rol de Callejón, diría que ha interpretado la versión del Di María interior tal y como juega con Argentina, pero en este caso, interior diestro. Esto es, en la presión a Callejón le correspondía ensuciar las triangulaciones del sector izquierdo gracias a su intensidad, y en transición su rol era doblar a Ozil por dentro para arrastrar marcas y liberar pasillos. Sin embargo, su falta de técnica ha sido un peaje demasiado caro. Ha fallado pases que no eran fáciles para casi nadie, pero que son rutinarios para Modric, Iniesta o Alves, y eso termina pesando mucho. El déficit técnico en un clásico equilibrado elimina al jugador del escenario.
Creo que con esto se podría contextualizar el dominio del Madrid en su famosa salida en tromba y también la supervivencia del Barça. Con estos dos equipos cualquier debilidad cuesta sangre, pero hay tanta calidad que no faltan médicos dispuestos a hacer un torniquete. Dos jugadores fuera de lo común se han elevado por encima de todos y han convertido el partido en una sucesión de golpes. El Madrid pega en el hígado porque Ozil es muy grande, pero el Barça rompe dientes porque Iniesta es sublime.

2. El talento explica la ligera ventaja global del Barça
                “La mente no es un recipiente que se llena, es un fuego que se enciende” (Plutarco)

Y el que se incendió fue Iniesta. Tengo tantas cosas que decir sobre su partido… y no encuentro las palabras. Así que me limitaré a la mera descripción, puesto que no soy capaz de interpretar todo lo que hace Andrés. Apenas me alcanza para intuir algunas dinámicas básicas de su juego, y la más evidente fue que en algún momento hacia el cuarto de hora Iniesta clavó su báculo en el puente de Khazad dum y le dijo al Madrid que no podía pasar. Abandonó la banda y se unió al medio campo para comenzar la sinfonía.
No quisiera exagerar, y tiempo habrá para que alguien me corrija, pero creo que el Barcelona entra en el partido porque Iniesta lo ha decidido, y por casi nada más. No quiero decir que el equipo haya estado mal; eso sería falso. Pero la ligera ventaja madridista se ha tornado en posesiones de duración media gracias a que Iniesta puede retener el balón bajo cualquier circunstancia. Su desempeño técnico ha sido de otra galaxia y su lectura de juego, sencillamente, indefendible. Algo pasa con Iniesta. Algo pasa, y hay que decirlo. El Madrid ha encontrado la manera de minimizar a Leo Messi; ha conseguido construir un contexto en el que las virtudes de Messi se manifiestan tan mediatizadas que los defensores blancos le reciben con ventaja. Pero no hay manera de detener a este Iniesta, al eterno balón de bronce…
A su rueda el Barça se ha metido en el partido, aunque no fue el único protagonista del resurgir. Por primera vez, Dani Alves ha jugado mejor que Jordi Alba. Sus llegadas no son tan espectaculares, pero está recuperando la habilidad para situarse justo en el lugar que le permita influir a la vez en ataque y en defensa, capacidad marca de la casa. Mientras Ozil se merendaba a Jordi Alba, e incluso Essien le superaba con claridad, Dani Alves lograba marcar con cierta dignidad a Cristiano y ofrecía opciones para que Xavi respirase en la asociación en corto. La actuación de Jordi en el segundo tiempo, en fase ofensiva, no debería distraernos: ha sido un actor menor que le ha costado mucho sudor a Puyol y Piqué.
Pero esa autopista de la banda izquierda debe contextualizarse. En primer lugar, Michael Essien, no ha estado exigido como lateral, porque Iniesta ha actuado casi todo el partido de Interior. Así, ha podido hacer esfuerzos de corto recorrido en la defensa posicional, limitado a llenar los huecos que dejaba Khedira cuando el alemán adelantaba metros para apoyar a Ozil. Y ahí es un jugador que siempre ha tenido muy buena lectura. En transición ofensiva Essien ha estado a muy buen nivel, midiendo sus incorporaciones y sacando más de un centro digno de alabanza. 
En segundo lugar, ese remanso de metros en el que Essien ha campeado se creó gracias al espectáculo de Ozil. El Real Madrid ha establecido un escalón intermedio en su transición: si habitualmente asistimos al pase en diagonal de Xabi Alonso para Cristiano Ronaldo, hoy la salida del Madrid ha consistido en Ozil, auténtico jugador contextual en los clásicos. Jordi Alba, insisto, no ha sabido defenderle, pero tampoco supieron en su momento ni Adriano ni Abidal. Ozil ha nacido para los clásicos, para demostrar que ni es lento, ni se borra de los partidos. Al contrario, ha sido una pesadilla y Busquets jamás ha podido llegar a tiempo a las ayudas. Desde el regate de Ozil y el cambio de juego para Cristiano el Madrid se metía en campo contrario.

¿Bastan Ozil e Iniesta para definir a cada equipo con el balón en los pies? Yo creo que sí. A su lado el resto de jugadores, incluyendo a Messi y a Cristiano Ronaldo, han dado la impresión de ser comparsas. La primera parte termina, quizás, con una ligera sensación de ventaja madridista, pero el Barça se fue al descanso con un diagnóstico conocido: sus jugadores son demasiado buenos para impedirles fases de dominio prolongadas, y creo que nadie dudaba de lo que iba a pasar en la segunda parte.
3. El Barça ahoga pero no aprieta.
                         “Pueden masticarte, pero tendrán que escupirte” (Jimmy McNulty)

Si el Barça sabe que tras los primeros diez minutos de salida vertiginosa llegará un oasis de paz, el Madrid ha aprendido que si aprieta los dientes y junta líneas podrá superar el vendaval de la segunda parte. Y así ha sido, en ambos casos. Iniesta había conseguido instalar al Barça en campo rival, y desde el minuto 45 el choque se inclina progresivamente hacia la portería de Diego López. Hay varias claves que permiten explicar los primeros veinticinco minutos de dominio indiscutido del Barça en la segunda parte, pero también otras tantas que justifican que el Madrid se haya agarrado al partido. Intentaré comentar alguna de ellas.
La primera es Carvalho. Estuve tentado de incluirle como debilidad, pero el portugués no me recuerda a una vía de agua, sino más bien a uno de los viejos y cansados soldados de los Tercios que tanto se place en retratar Pérez-Reverte. Carvalho, pica en ristre y cerrando filas, sufre cada instante del encuentro pero nunca hinca la rodilla. Es obvio que mantenerle en el equipo cuesta goles, indiscutible. Y el inmenso Varane le ha sacado las castañas del fuego. Pero diría que Carvalho es una concesión forzosa, nunca una debilidad manifiesta. Y la prueba es que el Barça no ha podido explotarla con la crueldad que la lentitud del otrora imperial portugués parece exigir. Sin embargo, no se puede decir de otra manera: Carvalho ha sido un problema para Varane.
Lo que ocurre es que Pedro no ha sabido, o no ha podido, leer esta situación. Mérito de Arbeloa, qué duda cabe, otro de los jugadores que siempre se eleva por encima del sambenito que alguien le ha enjaretado. La titularidad de Pedro es innegociable, pero creo que hoy era el partido de Alexis. Quizá me muera como único defensor del Alexis blaugrana, y eso admitiendo que es el fofito del área, que sus fallos son  impropios y que, en fin, definiendo es un chiste con patas. Pero hay algo de grandeza en su empeño indesmayable que no tiene nada que ver con el romanticismo. NADIE, y lo pongo en mayúsculas porque no debería pasar desapercibido, NADIE ha conseguido impedir que Alexis haga lo que sus entrenadores le piden, lo que el Barça necesita. Hoy Alexis habría sido la pesadilla que Carvalho parecía pedir a gritos. De hecho, durante el poco tiempo que estuvo en el campo insinuó la verticalidad y el ataque a los centrales que Pedro no ha podido proporcionar. Flojo el partido del canario, importante como siempre, pero lejos de su mejor versión.

Otro factor de supervivencia del Madrid ha sido el naufragio de Cesc Fábregas. Pero me sigo resistiendo a hablar de ello inmediato. Dejadme comentarlo más tarde.
Y por supuesto, ya iba siendo hora de hablar de Varane. ¡Qué partido! ¡Qué superioridad! Su actuación ha saltado a la vista, gol incluido, y se resume en tres pinceladas visuales. Le ha ganado una carrera a Messi, es un gigantón que se mueve en espacios cortos con la velocidad de Sabas –menudo referente, ¿eh? ^^- y le ha rebañado un balón de gol a Cesc de los que suele cortar Puyol. 19 años y consagrarse en un clásico trepidante parecen credenciales como para que Mourinho se plantee algunas cosas.

El Barça, sin embargo, ha generado un caudal ofensivo suficiente como para situar el 0-2. Jordi Alba ha pesado mucho en el ataque en la segunda parte –mostrando que el alto rendimiento de Essien ha sido coyuntural- y Xavi ha encontrado, por fin, su posición durante un cuarto de hora al menos. Xavi ha jugado más adelantado que nunca. Creo que por primera vez le he visto liderar la presión sobre la salida del Madrid, y ha conseguido hacer el trabajo de Cesc Fábregas, esto es, dominar la horizontal para crear la vertical. Se ha asociado a Messi e Iniesta, y ha conseguido filtrar varios pases que deberían haber finiquitado el partido.
Diego López y Varane han sostenido al Madrid y el Barça, a pesar de haber merecido un par de goles más, echó de menos un delantero que atacase la zona central. El Madrid ha podido regalar el centro de la defensa y las dos bandas. Demasiado espacio sin amenaza. Villa, con la liberación mental que tiene ahora, habría sido un balón en las redes. El Barça perdona y Modric, que había entrado por Callejón, es el compañero que Ozil necesitaba, perdido Benzema para la causa. La insólita capacidad de Modric para no perder jamás el balón consigue atraer rivales que intentan detenerle en vano y el Madrid establece ataques posicionales de mucha calidad. Cristiano Ronaldo se cambia de banda para terminar de castigar a Jordi Alba y le consigue superar en un par de carreras, pero no ha sido el día del portugués. Hoy ha sido el clásico de los jugadores más dotados técnicamente.
En esa capacidad técnica hay que incluir a Puyol y a Piqué porque el talento defensivo también computa en términos de calidad. El partido ha sido tremendamente exigente y el Barça ha recuperado aquella pareja que salvaba goles. Han conseguido detener varios ataques en los que el Madrid transitaba en un cuatro contra tres, totalmente desarbolado Sergio Busquets –su partido más intrascendente de los últimos años- gracias a su capacidad de medir el momento preciso para ir al suelo. Alguno de los problemas que están pasando en la defensa del Barça no las puede solucionar Mascherano, y es injusto que se le exija. Las tienen que solucionar los verdaderos centrales. Y hoy Piqué y Puyol sí que han llegado a donde el colectivo no puede – o no quiere, cuidado- llegar.
En definitiva, los defensas le han ganado la partida a los delanteros, pero han vivido todo el tiempo apretando el filo de la navaja hasta que el acero tocaba hueso. Piqué con amarilla frente a Cristiano; Varane, lastrado por Carvalho, intentando medir los últimos metros culés. Y este partido de ida y vuelta, en el que quizá el Barça haya tenido una ligera ventaja, ha sido el que han decidido imponer Iniesta y Ozil. Nadie les ha sabido interpretar y nadie les ha podido defender, pero Iniesta es más que Ozil, y por eso el Barça siente que ha dejado escapar vivo al Madrid: una ficción que no responde a la realidad, pero que la justifica el jugador más determinante de lo que va de año.
Apéndice. Cuestiones de grandeza
                                  “No existe gran talento sin gran voluntad” (Balzac)

Hoy han naufragado varios jugadores. Callejón ha quedado retratado, pero nadie le puede pedir más de lo que hace; a Benzema sí que se le podría pedir, y yo no apostaría ni un euro contra la titularidad de Higuaín en el partido de vuelta. Carvalho y Xavi se agarran a grandezas pretéritas con encomiable insistencia, aunque Xavi emerge de la tormenta reconvertido en mediapunta y el portugués sobrevive boqueando salitre. Sin embargo, son los casos de Cesc y de Messi lo que más me han sorprendido, porque a diferencia de los jugadores anteriores, el partido estaba para estos dos.
Cesc Fábregas ha sido un jugador perdido, ignorado por el equipo en la creación, que ha retrocedido  varias fases de su adaptación al Barça. En la ruptura ha estado espléndido. ¡Cómo no! Tener a Cesc implica encontrar ocasiones de gol donde otros solo podrían hallar atascos, pero hoy era el día del puñetazo en la mesa, el día de agarrar el partido por las pelotas, acercarse a Iniesta y dominar desde la vertical. A última hora Xavi ha tenido que ejercer las veces de enganche, mientras que Busquets intentaba estorbar a Ozil en la transición defensiva. Cesc desapareció en combate. En el cuarto de hora que ha jugado Thiago le hemos visto ocupar la base de la jugada, arrastrar marcas en conducción y encontrar líneas de pase que antes parecían no existir. Mal Cesc, muy preocupante. Confiemos en que su moral, siempre tan voluble, no retroceda, ahora que estaba siendo tan importante para el equipo.
Y Leo Messi… no seré yo quien se atreva a decir que Messi ha jugado mal, pero creo que ni mucho menos ha estado a la altura del contexto tan favorable que se le ha presentado. Desde 2011 soñábamos con un partido así para que Messi rajase toda la defensa del Madrid y el argentino apenas ha sabido explotar los huecos que le han dejado a espaldas de Khedira y Modric. Sus conducciones sí que han sido demoledoras, qué duda cabe, y en un mal partido Messi consigue cinco jugadas que aterran a todos los defensores, pero me quedo con la sensación de que quizá nunca vuelva a encontrarse con semejantes facilidades en un partido contra Mourinho.
P.D. Hablando de grandeza… ¿sería muy osado destacar que Pinto no ha fallado un solo balón, ni con los pies ni con las manos? Ha hecho bien lo fácil, lo normal y lo difícil. Quien quiera sacar las inferencias pertinentes, que lo haga. A mí se me ha hecho tarde.