El Málaga de Pellegrini es un excelente equipo de fútbol cuyo juego encaja bien con las preferencias del público azulgrana. El conjunto andaluz aspira al dominio con balón en campo rival, y aunque los principios de su juego difieren en muchos aspectos de los del Barça, existen entre ambos modelos de juego evidentes proximidades estilísticas.

Como el Barça, el Málaga es un equipo que necesita manejar el balón a buena altura para desarrollar su mejor fútbol. Una vez establecido en campo rival el equipo de Pellegrini encuentra en la gran proyección ofensiva de Monreal y Jesús Gámez uno de los signos más distintivos de su juego. Incorporándose al ataque posicional los laterales forman junto al punta y el interior de su lado triángulos asociativos muy fiables sobre los que el Málaga concentra su juego y, por consiguiente, la atención defensiva del rival. El objetivo de la superioridad exterior no es el centro sino el pase atrás, aprovechando así que la basculación del contrario habrá desatendido la frontal y el lado opuesto. Por este motivo acostumbra a funcionarle mejor juntar al rival sobre la derecha (de ahí el peso de Portillo, futbolista que se define básicamente a través de su agilidad asociativa) y finalizar sobre la izquierda, donde Isco y Eliseu aportan la llegada más solvente del equipo. En cualquier caso el Málaga no es el equipo más resolutivo del mundo ante portería, pero su gran capacidad para trabajar situaciones de gol le garantiza un buen bagaje ofensivo siempre que logre establecer su partido en territorio rival. Su mayor problema es que cuenta con pocos recursos para llegar hasta allí.
El conjunto andaluz anda corto de futbolistas capaces de atacar al espacio y, en general, de jugadores veloces que sean capaces de castigar la defensa adelantada con la que el contrario de turno pretenda discutir su deseado dominio del balón y el terreno. Por ello el mecanismo esencial con el que cuenta el equipo de Pellegrini para neutralizar la presión del rival no es atacar su espalda sino apoyarse en el enorme talento de Isco y Joaquín para batir líneas desde la recepción interior y, de este modo, obligar al rival a girarse y retroceder. Como se ve, la dependencia de la aportación individual es grande, y resulta que últimamente al Málaga le están fallando las individualidades.
Isco lleva unas cuantas semanas ofreciendo un fútbol bastante discreto y la visita del Barça no parece la oportunidad más propicia para su regreso al mejor nivel. Joaquín está mejor, pero echa de menos al malagueño, y aunque está realizando una temporada sobrebia el Málaga ha dependido de él ya en demasiadas ocasiones. Sin la mejor versión de su pareja más desequilibrante, fundamental a la hora de garantizar una buena altura para su ataque, el Málaga se ve demasiado expuesto a la presión del rival y eso limita el despliegue de su juego. Ante el Barça este problema multiplica su incidencia, puesto que su capacidad de presión sobre la salida rival es formidable y además es un equipo que se siente más cómodo defendiendo las combinaciones interiores que un juego poderoso al espacio del que el Málaga carece.
Pellegrini sabe perfectamente a qué jugará el Barça, por lo que hay que esperar algunos matices sobre su plan de juego habitual. Le costará decidirse entre el doble pivote (su dibujo favorito cuando el rival construye por dentro) y el rombo (que prefiere cuando el contrario es poderoso por fuera) dado que el Barça de Tito Vilanova combina el clásico juego interior azulgrana con un mecanismo muy importante en la generación de ventajas desde la banda izquierda. Quizá el entrenador chileno opte por dar entrada a algún atacante menor pero más vertical y sumar de este modo profundidad potencial a un equipo que, de otro modo, exigirá a Joaquín una nueva exhibición en forma de conducciones y rupturas. La elección del nueve también será significativa: el mejor Málaga cuenta con Saviola como pieza fundamental, pues sus apoyos entre líneas dotan al equipo de muchísima fluidez en ataque, pero Roque Santa Cruz llega mejor y garantiza la salida en largo en un contexto de inferioridad.
A su favor Pellegrini contará con el mejor portero de la temporada y con una fase defensiva que ya ha triunfado en la Liga de Campeones. Futbolistas como Toulalan o el veterano Demichelis, que pasa por un gran momento de forma y auxilia la salida del equipo con conducciones muy productivas, capitanean un repliegue con mucha personalidad al que podría sumarse el excelente trabajo de Iturra en detrimento del toque ágil de Portillo. No falta capacidad de anticipación en el dispositivo defensivo malaguista, pero este destaca sobre todo por su entereza emocional. Pese a que su fútbol se define esencialmente desde la posesión, el Málaga sabe encerrarse y aguardar su momento, gran virtud que ante el Barça, el mejor ataque posicional del mundo, no se antoja suficiente para asaltar el marcador con demasiadas garantías. Para ello Pellegrini deberá encontrar la forma de desafiar el largo horizonte que el Barça querrá imponerle.