GRANDES NOTICIAS Y UNA ESPERANZA

                                                                        Por Otsuka

Hace dos años el Barça se presentó en el Benito Villamarín para jugar la vuelta de Cuartos de Final de la Copa del Rey. La eliminatoria estaba resuelta tras el 5-0 en el Camp Nou, y el Betis, por aquél entonces equipo de Segunda División, parecía ser carne de goleada, admirado por la calidad de su fútbol, pero inerme, cautivo y desarmado, ante la máquina perfecta de Guardiola. Como el Fútbol tiende a castigar a los que ganan antes de que el balón ruede, el Betis le dio un repaso bochornoso al Barça. El partido se puso 2-0 a los 7 minutos, y la primera parte fue un infierno hasta que Messi marca y se impone la cordura, aunque no el buen juego. Aquella eliminatoria tuvo un vencedor moral muy claro, y el banquillo del Barça se llevó un correctivo severo.

Guardiola declaró, tras la dolorosa derrota, que podían sacarse muchas cosas positivas del partido. No es difícil imaginar a qué se refería; la falta de tensión competitiva, la pérdida de respeto por el rival, una confianza inmoderada en los automatismos del juego… bastantes problemas que en 2011 se quedaron en anécdota y en 2012 fueron semilla de fracasos. Aquél revolcón infringido por un equipo de Segunda tuvo, sin duda, efectos terapéuticos para un vestuario que comenzaba a sospechar que nadie podía vencerles. En realidad, cualquiera puede vencer al Barça si no hay la activación necesaria. Me atrevo a decir que el Barça, cuando juega sin intensidad, es uno de los equipos más vulnerables de la elite.
Con el Betis en la memoria olvidemos por un instante la diferencia de potencial entre un primera y un segunda, y pensemos solo en el juego. Y en los jugadores. Hoy de nuevo el Barça se veía las caras con un equipo de Segunda División al que se presumía derrotado de antemano, y de nuevo se pueden extraer conclusiones positivas, aunque quizá no el tipo de lecciones dolorosas que a Guardiola le hacían feliz, siempre y cuando fueran reversibles. El Barça ha dado una lección aplastante de compromiso, de intensidad y, especialmente, de feroz competencia por cada uno de los puestos en liza. Quizá no es el día para analizar en profundidad cuestiones tácticas, puesto que el Córdoba ha sido arrollado sin apenas oponer oposición, pero creo que aún merece la pena destacar, más allá del espléndido rendimiento colectivo, algunas circunstancias individuales.

David Villa
Es la cuestión de menor enjundia, pero quizá la de mayor calado mediático, incluso afectivo. Este año el David Villa que parece reclamar su espacio en el equipo tiene más que ver con con el líder desinhibido de Valencia que con el animal enjaulado en la banda de 2011. A pesar de la cabeza baja, del gesto serio y la mirada perdida, Villa ha mejorado en la asociación, se mueve con cierta sensación de jerarquía y, ante todo, ha recuperado el atrevimiento que durante tantos años le hizo elevarse por encima de su verdadero nivel. Hoy Villa ha marcado un golazo –regate de Iniesta, finalización de Messi- propio de la estrella que ha dejado de sentir el peso de las botas.
En la carrera por un sitio en la delantera, tan cara desde que Iniesta actúa en banda, Villa le ha ganado la partida a Alexis en lo estético y visual. El desacierto de cara a puerta del chileno ha sido grotesco; encima, el primer gol del Guaje llegó después de uno de sus múltiples resbalones. Sin embargo, el sólido partido de Villa, acertado en todo lo que intentó, difícilmente va a convencer al cuerpotécnico. ¿Por qué no juega el Guaje en Liga? Sencillamente, porque Iniesta y Pedro son lo que necesita el colectivo, y ninguna combinación con Villa o con Alexis mejora la versión de los cuatro centrocampistas. Estamos recuperando al Villa autosuficiente -dentro de un orden rígido, claro-, cuya relación con el gol roza lo legendario, como demostró en el Mundial, pero dudo que sea nunca la pieza que necesita el puzle del Barça. Si es que alguna vez lo fue.
Quisiera decir algo de Alexis… pero queda poco por contar. Todo el mundo lo está viendo. Un jugador descomunal por su aportación táctica y física está a punto de convertirse en un chiste por inoportunos fallos técnicos. El Camp Nou asiste a su desgracia con una mezcla de ternura e hilaridad… pero al cómico y al bufón apenas les separa una baldosa. Dice mucho de Alexis que, a pesar de su infortunio y precipitación, aún encare los partidos con tanta concentración e intensidad, pero debe reconciliarse con su calidad cuanto antes. Quizá el año que viene sea demasiado tarde.

Alex Song, Thiago Alcántara y Sergi Roberto

¿Estaremos olvidando que Song no tiene alma de secundario?
Me parece que por primera vez Alex Song se ha sentido relajado en un partido con el Barça. Desde los primeros minutos se notaba que sus conducciones, por primera vez, dividían a los rivales y creaba superioridades que obligaban al Córdoba a bascular. Quizá Song se motivó, o quizá comienza a entender Matrix, pero desde entonces desplegó todo el repertorio que tan querido le hizo en el Arsenal. Combinó con bastante acierto, tomó buenas decisiones en la circulación, devolviendo de primeras con las dos piernas y recuperó algún balón importante.  Su aportación en el segundo gol de Villa seguramente pase desapercibida, pero también fue parte de su crecimiento. En el debe solamente cabe apuntar su poca consistencia frente a la diagonal fuera-dentro de jugadores rápidos. Quizá su aportación más notable fue la verticalidad, que nos recordó al jugador que en Inglaterra era capaz de rotar posiciones con Cesc y Wilshere sin sentir ningún vértigo: Song recibió de espaldas, ofreció líneas de pase y llegó a tres cuartos con mucha facilidad. En esa zona sí que perdió un par de balones, pero nada que pueda empañar su mejor actuación en el Barça.  ¿Poco exigido? Sí. Pero todos los jugadores necesitan verse a sí mismos antes de afrontar retos mayores, y hoy el Camp Nou le ha devuelto a Song los recuerdos, casi desgastados, de lo que es divertirse sobre el césped.
El caso de Thiago Alcántara apenas merece reflexión. Tras una primera parte en la que brilló al nivel de un buen centrocampista, ofreció una segunda mitad descomunal, en la que casi ridiculizó a todas las líneas de presión cordobesa. Thiago tiene el gesto técnico más prodigioso del Barça, y quizá de toda la Primera División, cosa que no es noticia. Sí tiene más interés que durante gran parte del segundo tiempo ha expulsado de la base de la jugada a Song y Dos Santos, reclamando para sí el primer pase y el penúltimo regate. Lo más interesante es que los momentos de mayor atrevimiento por parte de Song coincidieron con Thiago exigiendo todo el protagonismo de la circulación del balón. Detalle para el futuro.
Sergi Roberto se ha lesionado, pero le ha dado tiempo para dejarnos la actuación con mayor riqueza táctica del partido. El canterano es un jugador de nuevo cuño; al menos, a mí, no se me ocurre con quien compararle. En todo caso, parece haber nacido para ser dominante en el Barça más profundo que acuña poco a poco Tito Vilanova. Sergi Roberto es a la línea vertical lo que Cesc Fábregas a la horizontal: se mueve en todas las alturas del campo con la misma naturalidad y, aún más importante, es capaz de tener pausa en cada momento del ataque posicional. Quizá sea su mayor virtud. Tanto en la frontal del área como en los primeros pases Sergi Roberto levanta la cabeza y elige la mejor opción. Su primera parte ha sido tremenda, hasta el punto de que Thiago le ha dejado todo el peso de la creación y, junto a Dani Alves, protagonizó alguna de las mejores combinaciones del partido. Generalmente intrascendentes, pero mostrar el camino es tan importante como recorrerlo.

Dani Alves

Por último, quisiera referirme a una incógnita de gran trascendencia para el Barça. Si Piqué ha regresado a un gran nivel poco a poco, mediante pequeñas afirmaciones de sí mismo, ¿en qué momento se encuentra Dani Alves? Hasta hoy había demostrado que de nuevo se sentía comprometido, pero sus incorporaciones carecían de peligro porque casi nunca llegaba, simplemente ocupaba el espacio. Del mismo modo que un centrocampista asegura el pase, un lateral sin confianza asegura el espacio a su espalda confiando su influencia a lo posicional. Por fin hemos visto a Dani Alves medir el timing de sus llegadas, combinando su capacidad para el pase corto con la llegada desde atrás. Y ha hecho daño, especialmente durante la segunda mitad. Los últimos quince minutos han sido especialmente esperanzadores, con un Alves liberado mentalmente, que corría sin medir las fuerzas, cortando balones en defensa que intentaba rematar en transición.
¿Es suficiente? Aún estamos lejos del Dani Alves que discutía a Marcelo ser el mejor lateral del mundo, pero vemos chispazos de grandeza en un jugador al que muchos considerábamos perdido para la causa. Si Dani Alves recupera el nivel que le convirtió en leyenda, se cumplirá uno de los sueños húmedos de los culés en 2013: asistir al mismo tiempo a las cabalgadas de Dani y de Jordi Alba.
Todos los partidos dejan grandes lecciones colectivas, pero la exhibición del Barça de Tito –y van…- frente al Córdoba ha dejado sobre todo grandes reivindicaciones. He seleccionado alguna, pero faltaría por comentar el inmenso partido de Montoya. A pierna cambiada su llegada se desaprovecha un poco, pero, a cambio, su diagonal en conducción parece una buena opción adicional para sacar el balón. En términos generales, hoy los suplentes del Barça aprietan las clavijas a los titulares, reclaman su sitio, reclaman respeto y gritan a los cuatro vientos que no hay justicia en un banquillo de ellite.