Después del terremoto producido este verano en las oficinas del A.C. Milan hubo dos consecuencias. La primera fue una pérdida de calidad y jerarquía dentro de la plantilla rossonera que serviría para desahogar la maltrecha economía del gran heptacampeón europeo. La segunda fue un rejuvenecimiento muy importante de un plantel que en las últimas temporadas adolecía precisamente de esto. Además, las declaraciones de la directiva hablaban de que el objetivo era construir un gran Milan en dos temporadas, teniendo grandes jugadores en potencia hoy en día que en un futuro lleguen a ser crack mundiales.

El partido de este fin de semana contra la Sampdoria en Génova es el que mas cerca ha estado de cumplir esta premisa en lo que va de temporada. No en el sentido de tener cracks en potencia, que eso está por ver, pero si en el de dejar al equipo en manos de la juventud. Otra vez con un 4-3-3 que a estas alturas ya parece totalmente consolidado, la delantera estuvo formada por El Shaarawy en banda izquierda, Bojan en el carril central y Niang por la derecha, lo que mostró cosas muy interesantes, sobre todo en la segunda parte. En ella, el joven delantero francés aglutinó mucha importancia y balón siendo el principal foco ofensivo. Esto, que a priori es una buena noticia, también mostró las carencias de sus otros acompañantes. Bojan no estuvo tan fino como la jornada anterior y El Faraón volvió a dejar claro que hoy en día es mas finalizador que jugador relacionado con el juego (es el atacante milanista que menos se desempeña en esta función) y en cuanto el balón fue por la banda contraria perdió todo el sentido, siendo incluso sustituido.

El equipo glamouroso de Milan sabe cual va a ser su camino a seguir durante las próximas temporadas con la esperanza de recuperar el prestigio y la grandeza perdidas, pero hoy por hoy estamos ante una escuadra menor. A estas alturas del curso resulta muy difícil imaginarse un punto de inflexión hacia arriba que les permita competir de verdad, y la posibilidad de que el año que viene no disputen la Champions es más que real. Al fin y al cabo ya lo decía el escritor irlandés Bernard Shaw: “La juventud es una enfermedad que se cura con los años”, y este equipo hoy por hoy es todo menos sano.