CON UNAI EL SEVILLA RECUPERÓ SU IDENTIDAD

Unai Emery llegó como un soplo de aire fresco a un Sevilla que pedía a gritos respiración artificial.

Michel, con más partidos buenos de los que quedarán en la memoria, no había conseguido sobreponerse a la baja de un Trochowski que se convirtió en clave categórica de su sistema de juego. El Sevilla se sentía cómodo con su ficticio doble pivote, Maduro –posicional- y Medel –con libertad para presionar arriba-, con Rakitic, Trochowski y Navas por delante de la línea de medios y con Álvaro Negredo como punta. Entre tanto jugador acelerado que no convive con la falta de tiempo, y de espacio, el alemán les regalaba aire y segundos para decidir. Su baja obligó a reconfigurar el sistema y el Sevilla se perdió en un mar de dudas en el que terminó ahogándose. Y la historia, ya la conocemos.
Llegó Emery y el Sevilla y su grada volvieron a recuperar una ilusión que parecía perdida. El Sevilla, durante años, no ha sido un equipo con una filosofía marcada, han entrado y salido entrenadores que nada tenían en común, pero hay una serie de intangibles, consecuencia de cómo se vive el fútbol en el sur, que son casi condición sine qua non para alcanzar el éxito: intensidad, morder arriba y presión tras perdida. Las líneas maestras del técnico vasco se centran sobre un 1-4-2-3-1 -sistema usado en su etapa valencianista, en contraposición con el 1-4-3-3 de Lorca y Almería- con las diferentes variantes defensivas y ofensivas. La primera pauta es una presión tras pérdida. Se busca un equipo agresivo, con balón y sin balón, que vaya a robar arriba y que ahogue la salida facilitando el retorno defensivo del grupo. La presión, del lateral en función de la banda por la que esté transitando el rival, con Gary Medel como ejecutor y Kondogbia -en el Camp Nou será Maduro- cerrando como pivote único.

Desde esa idea de presión tras pérdida, el Sevilla trata de enfrentar lo menos posible a los delanteros rivales con su pareja de centrales. Robar siempre por fuera para no tener que exponerse por dentro. Se suele situar la línea defensiva relativamente adelantada, y eso tiene un condicionante negativo. Ni Spahic –líder absoluto de la defensa sevillista-, ni Fazio, o circunstancialmente Botía -que será de la partida en el Camp Nou junto a Fazio- son centrales rápidos que se sientan cómodos en una situación defensiva a campo largo. Su convivencia óptima es el repliegue, vivir en su propia área, porque son corpulentos, van bien al choque y defienden de forma brillante los centros laterales, pero un equipo que presione arriba y que busque el robo en tres cuartos no puede permitirse una línea plantada en el área propia y necesita que los centrales compriman el equipo para evitar riesgos defensivos extremos.
Y desde esa línea defensiva adelantada, se plantea una disyuntiva. El FC Barcelona no es, precisamente, el paradigma del juego al espacio, pero ha conseguido sumar a su ideario una serie de variantes tácticas que permiten la ruptura ante esa tipología de defensas que preconizan el achique sobre el repliegue. Leo Messi bajando a la base, equipo amplio y diagonal interior.

Es ahí donde el FC Barcelona puede encontrar un vacío que explotar a conciencia. En función de dónde coloque Emery la línea defensiva -defender en campo propio o ser valientes y buscar al Barça arriba- podrán explotar o no esas carencias del equipo sevillista al cerrar los espacios a la espalda de centrales. Si el Sevilla decide ser fiel a la idea de juego habitual -difícil, si tenemos en cuenta el historial de Emery cuando se ha enfrentado al FC Barcelona-, el Barcelona tendrá esos espacios. El técnico vasco está ante el dilema de aprovechar la fragilidad defensiva del FC Barcelona tratando de golpear lo máximo posible su delicado retorno defensivo o vivir en campo propio, priorizando la seguridad, con lo que eso conlleva -un partido de repliegue absoluto ante el FC Barcelona puede hacerse eterno-.
Si el Sevilla es intenso sin balón, en la marca, en las coberturas, en los achiques, en la presión, también lo es cuando lo tiene. No abusa de un juego elaborado, sino que se amolda al centro-remate que tanto ha dado por Nervión añadiéndole una serie de variantes para hacer más rica la transición ofensiva. Si bien uno de los defectos del equipo nervionense ha sido no conseguir cargar demasiado la zona de remate, con Emery, si algo se ha recuperado, es el gol. El Sevilla suele transitar por su banda derecha. Jesús Navas es un generador habitual de remates que, eso sí, no suelen encontrar destinatario. En esa situación, Emery ha buscado generar más respuesta a esa particular ventaja cargando la zona de remate, y sobre todo, la de rechace. Lo primero, es añadir una cierta imprevisibilidad a las llegadas por banda, y para eso se ha facilitado una recepción más interior de Navas, con Coke o Cicinho en desdoblamiento por delante, ofreciendo amplitud, y provocando la ruptura al espacio de Jesús. Eso perjudica una posible defensa estática del rival y produce una llegada más sorpresiva.

A colación de esa zona de rechaces de la que hemos hablado, es casi obligación darle al César lo que es del César. A pesar de resultados, de fracasos, de partidos soporíferos, Michel hizo algunas cosas buenas. Nos regaló a Medel como interior, un éxito. Sin embargo, lo hizo solo en la presión. Medel mordía arriba, tenía más libertad para robar en campo rival y ensuciar la salida, para facilitar una defensa adelantada y un repliegue más aseado, pero escasas veces sumaba presencia en el área. Con Unai Emery, Medel se ha convertido en uno de los llegadores más efectivos de la segunda vuelta. Aprovecha su innegable capacidad física para sumar en esa zona de rechaces y permitir al Sevilla aprovechar, más de lo que era habitual, los centros de Jesús Navas que no tienen un primer receptor limpio, e incluso, por qué no, sorprender desde segunda línea, como pasó ante el Deportivo de la Coruña con el centro de Alberto Moreno.

En ese juego de bandas, Rakitic, hombre clave del sistema de juego -jugador más en forma de la plantilla sevillista- naturaliza sus decisiones en torno a dos movimientos, que tienen su relación según la jugada sea un robo y transición rápida o una salida más pausada. En robo, busca percutir por dentro para, aprovechando desmarques de Negredo al primer palo, ofrecer un remate en el segundo. En juego posicional Rakitic combina la participación interna, situándose en zonas cercanas a la base de la jugada, con las caídas a banda en combinaciones con un Reyes que, al tener condiciones para retener la pelota, le ofrece tiempo para aprovechar su pase vertical.
Hemos hablado hasta ahora del Sevilla en transición y contragolpe, pero no del Sevilla de juego posicional y de salida desde atrás. No lo hemos hecho porque no es una de sus principales virtudes y porque frente al Barcelona su juego será a expensas de su capacidad para robar y no para tomar la iniciativa. El Sevilla suele salir siempre por fuera porque no dispone de futbolistas capaces de ofrecer una salida limpia por dentro, al margen de algunos apoyos en la base de Rakitic. En salida busca principalmente los laterales, la conducción de centrales hasta el medio y el balón en largo en los apoyos de su mejor futbolista, Álvaro Negredo. Negredo es por encima de todo una posibilidad de salida directa fundamental para un equipo que en el mediocampo no dispone de excesiva creatividad. Balón en largo -ojo a Beto, genial desplazamiento-, recepción y busqueda de la segunda jugada. Tener a Navas y Negredo, capaces de transitar sin prácticamente ayuda es un bálsamo para un equipo como el Sevilla.
También es importante señalar el detalle de las bandas. Fernando Navarro es un fijo, pero todo apunta a que Alberto Moreno, con vistas a semifinales de Copa del Rey, pueda jugar de titular en el Camp Nou. Es un lateral distinto, que tiene mucha llegada -en realidad es extremo- y un recorrido físico espectacular. En banda izquierda juega Reyes, y será importante a la hora de activar ese espacio que el jugador utrerano deja tras la diagonal al centro. Cuando el Sevilla transita por banda derecha, en banda izquierda busca un lateral abierto que pueda sumar junto a Rakitic-Medel en el segundo palo. Cuando lo hace por banda izquierda busca lo mismo, desmarque de Navas en dirección a portería llegando a la espalda del lateral rival.

La baja de Kondogbia obliga a Emery a jugar con Maduro-Medel como doble pivote. El sistema, 1-4-2-3-1, puede tornar a 1-4-3-3 con Manu del Moral y Jesús Navas en bandas y Rakitic retrasando su posición al centro del campo. Con eso añades gol, verticalidad y algo más de presencia por dentro, pero quitas al jugador más en forma de tu plantilla de su zona activa y le relegas a un mayor ostracismo. No parece la decisión más idónea. Sea como fuere, es difícil adivinar qué pasará por la cabeza de Emery y mucho más cuando se enfrenta al FC Barcelona. Lo que no es difícil es saber que será un partido vibrante que no dejará a nadie indiferente. A las 22:00, el sábado, tienen una cita. Nos vemos allí.