El Valencia de Unai Emery era como el curry: adorado por muchos (sobre todo a medida que se repite la experiencia de degustarlo), despreciado por algunos menos y dándole un toque propio a la competición en la que se encontraba. Además era un conjunto, a imagen y semejanza de su entrenador: muy rico tácticamente y a balón parado. El conjunto de Pellegrino primero y ahora de Valverde mostró matices distintos, alejándose un poco del trabajo llevado a cabo por el técnico vasco. A pesar de eso y como no puede ser de otra manera, quedaron ciertas pervivencias estructurales aunque algunos jugadores a parte del propio técnico ya no estén en la entidad. Una de ellas es la banda izquierda. La otrora formada por Mathieu y el hoy blaugrana Jordi Alba era una de las grandes bazas del equipo valenciano, haciendo especialmente mucho daño al Fútbol Club Barcelona. Los duelos entre ambos equipos eran un juego de cómo el hoy entrenador sevillista buscaba machacar a los culés por ahí y como Pep intentaba desactivarlos, con fortuna relativa.

Hoy Valverde buscó repetir la misma fórmula. “El Barça de Tito no es tan distinto” debió pensar, por lo que seguro que sangra en el mismo lado si se le golpea. Cissokho y Guardado repitieron titularidad en una disposición que ya parece fija tras la debacle sufrida contra el Real Madrid, pero con una importancia mayor en el juego. Los ataques del equipo de Mestalla se orientaron siempre que pudieron hacia la izquierda. El balón en conducciones largas tanto del mexicano como del francés tenían por objetivo llevar al equipo al área rival que era cargada siempre con mucha gente, entre ellos los dos zurdos. Transitar continuamente y obligar al Barça a correr y con el cuello girado a la izquierda, constantemente, repitiendo como un martillo pilón fue una constante que acabó por aturdir a los culés por momentos, como ese boxeador que no se cae al suelo pero que va recibiendo distintos golpes que le dejan sin entrar en el combate. 
El líder de la Liga lo intentaba, pero realmente no se daba metido en esta pelea porque además no supo tirar el muro valenciano. Dos líneas de 4 muy juntas y alejadas de su área, con Banega suelto para lanzar a un Soldado liberado de la presión. Con esta fórmula sencilla fue como el equipo de Valverde se impuso de forma clara en el juego a los culés, siendo muy superiores a estos. Leyendo bien el partido pusieron al descubierto el reverso del plan perfecto de Vilanova: a veces el equipo carece de profundidad y sino tiene una solución individual le cuesta solucionarlo: veamos. 
El Barça no conseguía llevar limpio el balón hacia arriba. No solo no se llegaba a la frontal sino que no se conseguía jugar en el campo contrario con continuidad. Con Busquets completando otro partido irregular y Xavi volviendo a decirnos que no está para esta función, fueron Messi e Iniesta los que bajaron a iniciar continuamente. Esto entraña otros problemas que saltan a la luz sino consiguen imponerse. Empezando por el argentino está claro: se pierde intimidación, ataque, continuidad arriba. Fue muy habitual ver a Leo no solo por detrás de los interiores, sino del propio Busquets y esto, si no viene acompañado de dinamismo, te vacía arriba. 
Lo de Iniesta es mas singular. Coincidimos todos en que la versión mas potente del equipo de Vilanova es cuando Alba-Cesc-Iniesta se juntan en la izquierda, siendo el contexto del equipo. Esto es así porque es una explosión de todos los matices del juego: profundidad por parte de Alba, juego por parte de Iniesta e intimidación llevada a cabo por Cesc, aparte de las permutas y combinaciones entre ellos. Sin embargo esta fórmula solo se explota ganando, o cuanto menos estando cómodos, como cayendo en una constante de fútbol. Sin embargo, cuando el equipo no funciona, esta constante izquierda se difuma porque Andrés baja y juega liberado para intentar desatascar al equipo. Si usted no sabe decidir si el Barça se siente cómodo o no lo tiene fácil: con Iniesta por delante de Cesc está cómodo; si es al revés incómodo. Por lo tanto, la “solución del 8” suma en aspectos, pero resta en otros. 
Esta resta viene principalmente porque el equipo se queda sin profundidad. Con Messi e Iniesta por detrás del balón, ésta queda únicamente en manos de dos hombres: Pedro y Alba. El segundo, no hay que olvidarse, juega de lateral, por lo que ser profundo por ahí solo puede ser tras carreras irreales constantes y si no tiene que atarse en defensa, por lo tanto no siempre se puede esperar. El canario por su parte solo se suelta para dirigirse hacia portería y no siempre, ya que también gusta de relacionarse con el juego. Con esto, el Valencia pudo vivir cómodo con la defensa a 10 metros del área, recuperando mucho y lanzando a la izquierda. El Barça tardó más de una hora en entender lo que estaba pasando.

En realidad no es que lo terminase de entender, pero el Barça tiene mejores jugadores que el Valencia y algunos de estos se enchufaron la última media hora. Entre ellos Iniesta, que fue el de España. Partiendo desde la izquierda jugó completamente liberado, aglutinando mucho balón en todo el ancho y largo del campo. Encarando, juntando y dividiendo, el equipo se agarró a él para llegar arriba. No estuvo en nivel excelso, tomando a veces algunas decisiones erróneas, pero fue el jugador que permitió al Barça llegar algo mas arriba y de forma continuada. Ahí se consiguió activar a Villa que tuvo alguna ocasión para marcar. Es posible que tuviera que haber entrado Alexis en lugar de él y a lo mejor el escenario del encuentro fue lo que hizo que Roura apostase por el Guaje, pero también es cierto que pudo lucir su golpeo y casi darle los tres puntos al Barcelona. El máximo goleador de la historia de la selección española no habla el “Idioma Barça”, pero en días como el de hoy eso no es ningún defecto, sino todo lo contrario. 

Sea como fuere el líder de la Liga no pudo pasar de un empate pero el encuentro dejó muchas conclusiones, positivas y negativas, que el cuerpo técnico sin duda alguna debe repasar. Sumado a lo que vimos en el Clásico copero aparecen varias pistas que hay que saber leer e interpretar para poder competir por todo en el carrusel de “finales” que ya aparecen en el horizonte. 
Apunte 1: La baja de Tito, que no volverá hasta casi abril, está haciendo muchísimo daño. Hoy no fue el primer partido en el que se estuvo lento en la dirección de campo, con cambios a destiempo y no del todo acertados. Antes de su enfermedad, la principal virtud de Vilanova era como leía los encuentros y aplicaba soluciones a partir de sus interpretaciones. Se le está echando de menos. 
Apunte 2: Una de las mejores noticias del partido fue la ejecución del penalti de Leo Messi. Casi siempre acostumbrado a tirarlo a su lado de seguridad (hacia dentro, a la izquierda del portero), que haya cambiado la orientación y además con tanta potencia habla de cómo el argentino está ampliando su paleta de golpeos. Lo hará mucho menos predecible.