EL FÚTBOL TAMBIÉN ES DE LOS ENTRENADORES (PARTE I)

Por Rafael Castillo, Szakach

Decía nuestro compañero Otsuka en la entrada de ayer que el fútbol es de los jugadores y que cada vez vemos menos sorpresas tácticas en los enfrentamientos entre los dos mejores equipos del momento. Y no le falta razón.

Que el fútbol es de los jugadores  es así desde que el tiempo es tiempo y con el título de esta entrada no pretendo yo modificar el orden establecido. Nada más lejos, al César lo que es del César.

Ignorantes y vanidosos seríamos, si pretendiésemos adivinar sin informaciones de dentro de los vestuarios, qué es lo que Mourinho, Roura o Vilanova han intentado transmitir a los suyos en los días previos y en que manera lo han logrado o no. Qué han entrenado durante la semana, qué lleva a los jugadores a decidir jugar de una u otra manera, en una u otra posición y con unos u otros movimientos. Si deciden hacerle caso a los entrenadores o si juegan siguiendo su instinto y tan solo pequeños consejos y directrices.
Lo máximo que podemos hacer humildemente desde la distancia es explicar lo que ha pasado en el partido, y cuáles son las razones de que así se desarrolle, independientemente de cuáles fueran las ideas previas de los dos equipos o lo que pasa por la mente de los protagonistas. Ayer lo analizábamos desde el punto de vista técnico y hoy lo ilustraremos desde el táctico, desgranando como buenamente podamos en esta entrada, lo sucedido durante los primeros 45 minutos.

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El partido empezó como esperábamos, el FCB saltó al campo con su once de gala, un previsible 433 con Iniesta de falso 11 (esta vez más falso que nunca) Por supuesto, puesta una vez la pelota en juego, prácticamente no pudimos apreciar el dibujo sobre el cesped del Bernabeu. La diferencia entre la pizarra y lo que sucede en el terreno de juego se vuelve insalvable con hombres con la movilidad de Cesc, Iniesta o Messi.

El Real Madrid por su parte, pese a sus numerosas bajas arrancó con su 11 más lógico, con un 4231 que se amolda a la perfección para la presión de la salida culé y para un repliegue en 451. La formación más común de la era Mourinho cumplía todos los objetivos y le daba seguridad al equipo al partir de un planteamiento ya conocido. Jose Callejón era la gran novedad del equipo titular, como ya comentábamos los días previos, seguramente entre otras, con la intención de cortar las subidas y la influencia de Jordi Alba.

Los problemas en la salida de balón de los culés se vieron desde los primeros instantes. Benzema presionando a los centrales, Ozil como ya es habitual en estos partidos se dedicaría a ensuciar, esta vez con mucho éxito, el trabajo de Sergio Busquets. Cristiano y Callejón taparían la segunda alternativa de salida hacia los laterales y por último Alonso y Khedira acompañarían a Xavi y Cesc en los momentos de acudir a la recepción. La presión del Real sigue superando a la salida del Barcelona, que no termina de encontrar solución a este problema, especialmente cuando la fuerza física de ambos conjuntos está intacta. La ausencia de desplazamiento en largo de calidad fue más que llamativa. La inexistencia posicional de un extremo izquierdo real, que pudiese recibir un pase en largo de Pique, y la poca capacidad de Puyol para los mismos, no ayudaron en nada al conjunto catalán en esta tarea.

En los primeros minutos y tras una pérdida de Xavi el Real Madrid gozó de su primera oportunidad con un libre directo ejecutado por Cristiano Ronaldo. Llamó la atención una configuración de la barrera del Barça nada habitual, con los hombres más altos situados en el centro de la misma, conscientes del gusto por el golpeo plano  del portugués, dejando absolutamente desprotegida la posibilidad de que los delanteros del Madrid fuesen destinatarios de un centro al área.

La diferencia de sobrecarga en las áreas marcó parte de la dinámica del partido durante los primeros 45 minutos. El Madrid como es costumbre, pobló el área rival con 3 o 4 hombres siempre que tuvo ocasión. Esta situación habitualmente permite a Xabi Alonso abrir el balón hacia una banda desatendida, o buscar el juego directo. Además también permite desmentir de manera categórica a aquellos que tildan al Madrid de ser un equipo conservador.

Por su parte, el Barcelona prefiere mantener la superioridad numérica no en el borde del área, sino a la altura del centro del campo, lo que le permite controlar el partido. No obstante, la constante presencia de Messi como cuarto o quinto centro campista, sumada a la desaparición de Iniesta del extremo, quizá se antojó excesiva, y solo en posesiones largas pudimos ver a los hombres de Roura apareciendo de manera numerosa en la frontal blanca.

El plan del Real Madrid funcionó durante los primeros minutos y buena parte del primer periodo, la presión surgía efecto, de manera que el balón se robaba en campo rival. La mayoría de ocasiones del equipo blanco llegaban por este camino. A esta presión favorecía la altura de la defensa blanca, constantemente establecida en la medular ante la salida culé y replegada a una altura magnifica y muy valiente y efectiva al estar acompañada por intensidad en sus centrocampistas, a la hora del repliegue.

El éxito en la presión marcó el devenir de toda la primera parte, los hombres del Barcelona comenzaron a bajar a la ayuda a la hora de sacar la pelota. El primero que vio un problema fue Andrés Iniesta, que abandonó constantemente su posición de extremo para acudir a la ayuda. Este movimiento, tremenda mente efectivo en el partido de Liga fue esta vez escasamente aprovechado por Jordi Alba, Fabregas o Messi. Se acabaron  acumulando demasiados hombres en la organización, obviando la gran oportunidad que otorga el aprovechamiento de este espacio creado, aunque conlleve asumir un riesgo mayor.

La ausencia de un extremo izquierdo o un jugador que aprovechase ese espacio culminó con un desastre en la generación de amplitud y en definitiva, espacio para el juego de los interiores, la mejor arma del Barcelona. Callejón y Essien podían despreocuparse y acudir constantemente a una posición mas centrada de lo habitual.

En los momentos en los que por la enorme calidad de sus jugadores el Barcelona conseguía avanzar, permitir la subida de Jordi Alba y poblar la última línea las ventajas eran evidentes, mas opciones de pase y menos presión sobre el poseedor del balón.

Por la banda derecha Dani Alves, si que fue quién de entender esta situación, y aun vilipendiado por muchos a día de hoy, son cuestiones como su gran ataque al espacio las que le han llevado a ser uno de los mejores laterales del mundo los últimos tiempos. Con una salida «a lo España» Xavi Hernandez cubría la posición del brasileño ante una posible pérdida, Pedro creaba el espacio y Alves lo ocupaba. Obligando además a recular nada menos que a Cristiano Ronaldo. El resultado fue un Alves (con mayor o menor acierto) constantemente presente en campo contrario durante la primera parte.
 

La salida de balón culé, fue el hilo conductor del argumento táctico de la primera mitad, concepto que con casi toda seguridad protagonizará los próximos enfrentamientos entre estos dos equipo. Varios han sido ya los planes de los entrenadores culés para superar el Laberinto de Creta en el que se ha convertido a día de hoy la presión del Real Madrid. Una táctica perfeccionada, que es ya la mejor arma tanto para la ofensiva como para la defensa del equipo de Mourinho, el Dédalo moderno. No obstante parece que el Barça cada partido está mas cerca de encontrar una salida, que acabará por encontrar tarde o temprano.

Os dejamos un link con todas las imágenes en su tamaño original, y os emplazamos a volver mañana para comprobar lo que ha pasado tácticamente en la segunda parte del partido. Si el Barça ha sido capaz de encontrar solución a sus problemas de salida de balón y si finalmente se ha conseguido imponer en campo rival o no.

Y se queda una pregunta en el aire para que intentéis aclararnos los lectores ¿Cómo solucionaríais vosotros el problema que supone la presión del Real Madrid?

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