Como motivado por la visión del fútbol de toque que llegará a San Siro el miércoles, Riccardo Montolivo parece ponerse elegante para la ocasión y mostrar su mejor traje. Puede que tardase más de lo esperado, pero al final ha llegado, evitando convertirse en el Godot del Milan. El ex de la Florentina, en la gris victoria contra el Parma por 2-1, llegó a realizar más de 100 pases, siendo esta vez sí, el hombre encargado de compactar al conjunto rossoneri desde la posesión. Tanto que Galliani llegó a asegurar que ya tienen el sucesor de Pirlo.

Fue la única buena noticia de un equipo que sabe que su esperanza azabache el miércoles no podrá ser de la partida. Además, varios jugadores como el joven De Sciglio no pasan por su mejor momento, sumándose así a Nocerino, Boateng o un Muntari recién llegado de su larguísima lesión. Ante este panorama parece claro que Montolivo ha de ser la esperanza conceptual contra el Barça: dominar el balón y encontrar a El Shaarawy. Si lo segundo parece más o menos fácil, lo primero es una quimera contra lo que tendrá delante. Riccardo, ligero en presencia, dominio y personalidad, necesitará aliados (en plural) para decir está boca es mía. Flamini, junto a Ambrosini, ya se relame.