SI COMPETIR NO ES UNA OBLIGACIÓN


El Barça vive una situación un tanto extraña. O al menos, ésa es su sensación. Cerrar la Liga tan pronto le ha rebajado un tanto la tensión competitiva, y el hecho de que estemos despidiendo febrero puede llegar a ser peligroso para el desenlace final de esta temporada. Que, por cierto, llega demasiado pronto: nos lo jugamos todo ante el Real Madrid y el Milan en un par de semanas. Casi nada.

En Milán el equipo simplemente no estuvo. No compitió. ¿Le superó el escenario? No lo sé. ¿Falta de tensión competitiva? Pues…quizás sí. No dudo del compromiso actual de los jugadores, que quieren ganarlo todo y lo demuestran habiéndolo ganado casi todo en Liga. Pero cuando uno no experimenta la sensación de ganarse las habichuelas en cada partido, en el que un error puede costarte caro, pues lo más normal es relajarse y seleccionar los esfuerzos competitivos se vuelve más complicado.
Ésta podría ser una explicación para saber qué le está pasando al Barça en estos momentos. Las sensaciones no son buenas; el equipo desprende una fragilidad que le está costando el respeto y el temor de los rivales. El partido de ayer ante el Sevilla bien puede ser un buen ejemplo. En la primera parte, el Barça no generó ni una sola ocasión de gol clara, apenas mantuvo un ritmo alto y no logró aprovechar las bandas que le regalaba el Sevilla. Cuando te cuesta competir, jugar bien se convierte en tarea casi imposible.
Conocedores de la personalidad de Unai Emery y el Sevilla, Roura introdujo a Alexis y David Villa en el once inicial para aprovechar los espacios que dejase el equipo andaluz. Esto ha provocado que el Sevilla tuviese que replegar más de lo esperado y le costase más salir; no obstante, el Barça fue muy previsible con el balón y nunca desorganizó al rival para generar ocasiones de peligro. La propuesta inicial de Roura había fracasado.
En la segunda parte, Roura movió el banquillo y apostó por la entrada de Tello por un desafortunado– de nuevo, y ya van demasiadas veces– Alexis. El canterano se situó de extremo izquierdo y Villa pasó a jugar de delantero centro, dejando todo el carril diestro a las subidas de Dani Alves. A la proyección ofensiva del brasileño se le sumó el regreso del cierre de tres con un Montoya más ocupado en tareas defensivas.
El cambió surgió el efecto esperado. Tello abrió el campo y estuvo acertado en la toma de decisiones; Villa, más centrado, ocupó el área con más facilidad y fue el encargado, gracias a un buen centro de Dani Alves, de empatar el partido con un certero cabezazo desde el área pequeña. Luego Messi– que sigue sin estar a su mejor nivel– se inventó un pase para Tello tras atraer a tres defensas; el extremo controló libre y espero a que Messi se incorporara en zonas de remate para asistirle en su decimoquinto gol consecutivo en Liga.
Tras el gol, el Sevilla aprovechó la fragilidad excesiva del Barcelona y transitó con facilidad para llegar a la portería de Víctor Valdés. Negredo, Rakitic…fallaron de manera incomprensible goles cantados, muchos de ellos asistidos por un extraordinario Jesús Navas. Con la entrada de Xavi por Iniesta y, sobre todo, Busquets por Villa, el Barça equilibró las fuerzas y aguantó hasta que Velasco Carballo pitó el final del encuentro.
Cabe resaltar, por otra parte, el magnífico trabajo que está haciendo Unai Emery con el Sevilla. En Nervión, los aficionados tienen un buen motivo, tras mucho tiempo, con el que ilusionarse. Emery mostró sus dotes de entrenador en un equipo tan complicado con el Valencia, y aguantó cuatro años clasificando para la Champions un club obligado por su delicada situación económica a vender a sus estrellas cada verano, sin excepción. Ayer el Sevilla fue un equipo valiente, que supo variar el plan en diversas fases del partido, y que pudo haber ganado al Barça sin ningún tipo de problemas. La mejor noticia es, sin embargo, que al Sevilla se le ha devuelto la personalidad. Y eso, en buena parte, es mérito del entrenador.