Es en tiempos de crisis cuando las casas de apuestas y demás juegos de azar hacen su agosto. Esto, lejos de ser paradójico, es normal y entendible: es la forma más rápida de poder ganar dinero. 

Personas o sociedades ahogadas en su día a día se agarran con desesperación a la sensación irreal de dinero rápido para poder salvar una situación que se les va de las manos. En Estados Unidos han hecho de esto un arte, un Leitmotiv a lo largo de todo el S. XX con momentos de mayor o menor fortuna, que se puede resumir en uno de los grandes axiomas del capitalismo americano: “En tiempos de crisis compra casas”.

Algo de esto hay en el Milan actual. Como haciendo un homenaje su laureada camiseta, ha decidido jugarse a la ruleta un dinero que a priori no tiene. O rojo, o negro. Rojo perdemos la partida; negro asaltamos la banca. Y el primer día la fortuna no le fue esquiva: todo al 45 negro y partida ganada. Es cierto que el equipo, aunque cada vez con una idea mas clara, volvió a mostrar los vicios pasados, pero ¿qué es un jugador compulsivo sino alguien con cierto vicio trasnochado?
El principal problema rossonero es que la fortuna te llama a casa una vez, o dos, o tres, pero no siempre, y no a todo el mundo. Además, la muy puñetera, suele engordarte para morir. Y el gigante de Milan lo sabe: en la noche más grande del año, no podrá jugárselo todo al negro. Siempre le quedará el Senet.