A los 13 años comenzaba la aventura de David Ginolá en el fútbol. Una aventura que significaría, más que una trayectoria solo relacionada con el balón, una estancia transitoria hacia su verdadero destino. Todo comenzó en París, cuando militaba en el PSG, allá por 1993. Invitado por una cadena de supermercados francesa, junto con algunos compañeros de equipo, a la gala anual del vino, Ginolá conoció a un contrastado Sumiller que consiguió embriagarlo hacia lo que se convertiría en su nueva gran pasión, el vino. Siempre crítico con el fútbol moderno y sus costumbres, encuentra en el vino la antítesis de este mundo: “Compro vino para proporcionar placer a los demás. La idea del vino consiste en dar, más que en recibir». Para David, esto contrastaba pasionalmente con su ávida crítica con su deporte, o con su entorno, imprescindible este para alimentar tanto ego.

«Cuando empecé a jugar, los clubes eran como familias. Los jugadores y sus esposas comían y salían juntos, pero ahora va cada uno por su cuenta»

Nacido en Gassin, Francia un 25 de Enero de 1967. Su primera experiencia con un club, digamos de verdad, fue a los 18 años en el Sporting Toulon Var en 1985 y allí permaneció 3 años. Fichó por el emblemático Racing Club de París, donde coincidió con quien sería uno de sus más importantes referentes futbolísticos, Enzo Francescoli. Dos temporadas en París, compartiendo vestuario con –además del Príncipe- Luis Fernández o Guérin servirían de formación a David antes de salir hacia el Stade de Brestois coincidiendo con la vuelta de este a la Ligue 1 y en su intento por codearse con la clase media-alta de la competición francesa. No funcionó y el club volvió a las divisiones semiprofesionales debido a inconvenientes económicos. Pero los grandes ya habían localizado al provenzano y fue el París Saint-Germain quien, debido sobre todo a la insistencia de su técnico Artur Jorge, fichó a Ginolá como guarnición de aquel bonito sueño que daría al club una fabulosa época de diversión y alegrías.

Tres años en los que el PSG ganó 1 Liga, 1 Copa de Francia y 1 Copa de la Liga. Rai, Guérin, Lama, Valdo, Weah y otros, formaban una nómina de talento que adornarían los 3 títulos con un puñado de actuaciones europeas que mucho tiene que ver con los dos gigantes españoles que adormecen, hoy en día, la Liga española. Real Madrid (este por dos veces) y Barcelona, probarían los encantos de este gigante europeo en el que Ginolá desarrollaba su impronta. Se marca uno de sus mejores partidos continentales unos ¼ de final de Recopa en el Santiago Bernabeu ante un Real Madrid aun con la leve esencia de Butragueño. Como un año antes en la UEFA, el Madrid se ve apeado de Europa por el PSG. 0-1 en la ida con gol de Weah asistido por Ginolá y 1-1 en la vuelta.

Un año más tarde, ya en la Champions y con Luis Fernández en el banquillo, el Barça se cruzaría en el camino de Ginola. También unos ¼ de final (como ahora) y un equipo en sus últimos resquicios aromáticos de un mito, Johan Cruyff. La eliminatoria se decantó hacia los parisinos, 1-1 en la ida, engañoso porque el PSG mereció más. El Barça se adelantó en ambos encuentros, 1-0 Korneiev pero empataría Weah 5 minutos más tarde en el partido del Camp Nou y 0-1 Bakero en París, curiosamente el mismo minuto que Korneiev quince días antes, aunque Rai y Guérin le darían la vuelta para poner el 2-1 final. Así, en el Parc des Princes, el PSG acababa con la esperanza del Barça de retomar su andanza europea tras el batracazo, un años antes, contra el Milan de Fabio Capello en Atenas. Ginolá tuvo bastante culpa, fue un cuchillo para Ferrer en el costado izquierdo y llegó a estrellar tres balones en la madera.

“Mi intención era venir a jugar al Barcelona de Cruyff. Esperé al Barça hasta el final”

Así de claro se pronunció Ginolá en su entrevista para la revista Panenka. Estuvo cerca del Barça, llegó a reunirse con Cruyff en su casa, pero la existencia de limitación de extranjeros impidió entonces lo que hoy habría sido un traspaso sencillo. Así, el rumbo de David Ginolá miró a las islas británicas. Los últimos años en Francia estuvieron marcados por su mal paso por la selección nacional. Se le llegó a culpar de la eliminación de les bleus del Mundial de USA 94 por un centro irresponsable, o valiente, depende quién lo mire.

Newcastle, Tottenham, Aston Villa y Everton ocuparon su camiseta de 1995 a 2002. Un paso más mediático que productivo en la faceta futbolística. Ganó 1 Carling Cup con los Spurs (1999) y esa misma temporada fue considerado el mejor jugador de la Premier. Dos subcampeonatos de Liga con Newcastle, ambos por detrás del United, marcan el paso de David Ginolá por las altas esferas del fútbol inglés. Después Aston Villa y Everton verían apagarse la figura profesional del magnífico.

Costado izquierdo, fenomenal asistente, embriagador desborde, delicioso regateador y dominador de ambas piernas. Lo que le daba un matiz imprevisible en la acción, hacia fuera para apurar el espacio y centrar o hacia dentro para buscar asociación, levantar la cabeza y colgarla o disparar. Así definimos a uno de los símbolos de aquel PSG de principios-mediados de los 90 que encandiló a Cruyff, el cual llegó a decir que Ginolá «es el mejor del Mundo», y que varias veces me provocó una inspiración de ilusión al ver su cara o su nombre en la prensa catalana que compraba, cada “dura “ mañana de verano, camino a mis clases particulares de matemáticas.