LUCAS MOURA. EL CAMINO DE SÃO PAULO A PARÍS.

A escasos 5 días de que cumpliera los 20 años, se confirmó la noticia. Uno de los talentos emergentes del fútbol brasileño desembarcaría en Europa. Y no, no se trataba de Neymar, el principal foco mediático que parecía eclipsar al resto de la expedición de Brasil en los JJOO de Londres, entonces ya en la recta final. Era su compañero de selección y de quinta, Lucas Moura, jugador del São Paulo. El destino: París. Se consumaba de esta manera el traspaso más caro de un equipo brasileño hacia el exterior. 43 millones de €. Qatar Investment Authority, grupo inversor propiedad del PSG, seguía pujando fuerte en el mercado.

Atrás quedaría su paso por las categorías inferiores del Club Atlético Juventus, Corinthians y como no, su equipo del corazón, São Paulo, donde había llegado a la temprana edad de 13 años. Consumiendo etapas a velocidad de vértigo, como suelen hacer los elegidos en una de las cunas de mayor talento futbolístico, debutó en el primer equipo del Tricolor Paulista en 2010, año en que había sido campeón de la siempre atractiva Copinha (Copa Júnior de São Paulo, categoría sub-20). Poco a poco se fue haciendo un nombre en la primera plantilla gracias a sus vibrantes y estimulantes actuaciones como extremo o mediapunta y como un fijo de las inferiores de la canarinha llegaría a ser clave en el Sudamericano sub-20 de 2011. Allí fue una de las estrellas del torneo y gran culpable del título de la selección, compartiendo protagonismo con, como no, Neymar, el máximo goleador con 9 goles. Lucas fue segundo a 5 tantos del crack del Santos. Sus actuaciones en dicho torneo le permitieron alcanzar no solo gran repercusión a nivel nacional sino que su nombre ya empezaría a llegar y sonar con fuerza en el viejo continente. El entonces técnico de la sub-20, Ney Franco, acabaría cruzándose en el destino de Lucas Moura en su etapa final en Brasil.

Sus actuaciones con São Paulo y la estela del gran Sudamericano sub-20, unido a las intenciones de Mano Menezes, técnico de la canarinha, le permitieron debutar con la absoluta en marzo de 2011. Era uno de los llamados a liderar una renovación en la selección junto a otros nombres como el propio Neymar y Ganso -que acabarían levantando la Libertadores con Santos a finales de junio-. Los tres disputarían la Copa América 2011 en Argentina, en la que terminarían fracasando. Eliminación en 1/4 ante Paraguay por penaltis y todas las miradas en Menezes, cuya transición en busca de una nueva imagen colectiva y ansiada solidez sufrió un severo traspiés. Lucas parecía tener el rol de revulsivo en la competición, aunque sin demasiado protagonismo ya que no fue titular ningún partido. Tanto Neymar como Lucas, por edad podían haber competido en el Mundial sub-20 de Colombia, pero al haber sido llamados para la absoluta, no pudieron participar del éxito de sus compatriotas bajo las órdenes de Ney Franco.

El joven atacante del São Paulo, poseedor por méritos propios del ‘7’ -su posición-, acabaría a buen nivel el Brasileirão de ese mismo año y encararía 2012 con ilusiones renovadas. Con Luis Fabiano en punta, Jadson (ex del Shakhtar) de mediapunta y el extremo Osvaldo, el ataque del equipo realmente prometía. Pero ni en la Copa de Brasil ni en el Campeonato Paulista cosecharon éxito alguno y en verano, Ney Franco fue el elegido en sustitución de Emerson Leão para enderezar el rumbo en el campeonato doméstico y aspirar a la Copa Sudamericana. Entre tanto, Lucas ya estaba con la selección preparando el asalto al oro olímpico. Una medalla que al final se tiñó de plata ya que México acabaría siendo mucho mejor equipo en el mítico Wembley. Con el metal olímpico en sus manos y sabiendo que su próximo destino sería el emblemático e icónico PSG, se confirmó que el atacante brasileño se incorporaría a las filas del club francés a partir de enero de 2013. Tenía entonces una misión al tiempo que un sueño con el equipo de sus amores: intentar terminar lo más alto posible en el Brasileirão para asegurar plaza de Libertadores y sobre todo, intentar conquistar la Sudamericana.

En el campeonato doméstico terminarían cuartos mientras que en la Sudamericana harían historia. Bahía, Liga de Loja, la temible U de Chile dirigida por Jorge Sampaoli -hoy técnico de la selección chilena- y la Católica fueron los rivales superados por São Paulo camino de una final en la que se enfrentarían a Tigre. En la ida, disputada en La Bombonera, apenas se pudo disfrutar de un juego fluido. Muchas interrupciones, una expulsión por bando -Luis Fabiano y Alejandro Donatti- y apariciones contadas de los habilidosos extremos, Osvaldo por izquierda y Lucas Moura en derecha. Morumbí dictaría sentencia una semana después.

12 de diciembre. Fecha del último partido de Lucas Moura con la camiseta de São Paulo. En casa. El partido no pudo empezar mejor para sus intereses puesto que el extremo derecho adelantaría a su equipo superados los 20′ de encuentro. Poco después, Osvaldo ampliaría la ventaja. Con el 2-0 se llegaría al descanso de un partido que ya no vería nunca su segunda mitad. Los jugadores de Tigre, alegando falta de seguridad y agresiones por parte de la policía, se negaron a saltar al campo tras el receso. En esa tesitura, el colegiado chileno Enrique Osses decidió dar por concluido el encuentro y encumbrar a São Paulo como nuevo campeón de la Copa Sudamericana.

Era la despedida soñada de Lucas en su hogar de Morumbí. Además, por si fuera poco, en el momento de entrega de los trofeos, el capitán y leyenda en la portería del Tricolor, Rogério Ceni -más de 1000 partidos con su club-, le cedió a su compañero que estaba a punto de partir rumbo a Europa el brazalete y, por tanto, el honor de ser el encargado de levantar la Copa. Un acto que engrandece más si cabe el mito de Rogério y que permitió a Lucas Moura un epílogo como jugador del São Paulo prácticamente inmejorable. Fue llevado en volandas dando la vuelta de honor a Morumbí, ante una hinchada enloquecida y efusiva que despedía con los máximos honores a su joven príncipe. Un príncipe que había hablado mucho más en el césped que fuera de él. Un futbolista que a base de trabajo, constancia y mucho talento, lo que nunca debe faltar, se había convertido en el ídolo del histórico club paulista. Para Lucas, un sueño hecho realidad antes de viajar al glamour y belleza de París, donde aguardaría el desafío de seducir a una afición tan exigente como la del PSG, un prestigioso técnico como Ancelotti y a un ramillete de estrellas con Ibra y Thiago Silva a la cabeza. Para hacer más llevadera la transición, contaría con el inestimable apoyo de su compatriota Leonardo, director deportivo del equipo francés.

Ahora mismo Lucas se está recuperando de un esguince en el tobillo pero parece que podrá llegar sin problemas a la ida de 1/4 de Champions ante el Barça. A pesar de llevar apenas 3 meses en Europa, ya ha tenido tiempo suficiente para darse a conocer en la Ligue 1 y en el mejor escaparate continental posible: la propia Copa de Europa. En Valencia pueden dar fe de ello.

LUCAS MOURA. EL FUTBOLISTA.

Condiciones físicas y técnicas

Lucas Moura (1,72 m; 66 kg) es un futbolista diestro eminentemente rápido y técnico. Su principal virtud es posiblemente el cambio de ritmo. Tiene una aceleración en seco brutal y, además, es capaz de mantener una gran velocidad y habilidad en conducción. Características que lo hacen un jugador imprevisible en ataque y muy peligroso. Fintas con el cuerpo, bicicletas, regates made in Brasil… La magia está a su alcance con el balón en los pies. Puede en ocasiones parecer más bien un jugador individualista. Su corta estatura la complementa con un tren inferior poderoso y físicamente no es de los que se va fácilmente al suelo. Aguanta bastante la vertical y el equilibrio. A pesar de ser un jugador exquisito en lo técnico, tiende más a crear ventajas en la conducción y el 1×1 que en asociación, donde aún tiene bastante margen de mejora. Como casi todo jugón brasileño, se siente mucho más cómodo recibiendo la pelota al pie para inventar que no atacando el espacio, a pesar de que como decimos es un futbolista tremendamente rápido. Por último destacar que tiene un potente golpeo de balón, capaz de sorprender desde lejos y que, por contra, donde apenas destaca es en juego aéreo, aspecto en el que puede aún progresar mucho.

Disposición táctica

Lucas, por sus condiciones arriba destacadas, ha desempeñado en la mayoría de partidos como extremo derecho con mucha libertad para incidir a distintas alturas del ataque. Al margen de partir de derecha ha disputado algunos encuentros como mediapunta, pero no es una posición en la que se ha encontrado tan cómodo, e incluso de segundo punta. Sus movimientos favoritos suelen ser la diagonal hacia dentro partiendo desde derecha y encarar a sus adversarios pegado a la cal. Verticalidad pura.

Puede por tanto funcionar como mediapunta derecho/extremo derecho en un esquema clásico de 1-4-2-3-1, sistema que fijó por ejemplo Ney Franco desde su llegada al São Paulo o partir desde derecha en un 1-4-4-2, sistema que suele utilizar ya parece que de manera asentada con algunos matices Carlo Ancelotti en el PSG. Así jugó por ejemplo en la ida de 1/8 en Mestalla. En la vuelta, en cambio, actuó como acompañante de Lavezzi en punta ante la baja de Ibrahimovic, una posición en la que no encontró tantos espacios para arrancar y en la que, con la ausencia entre otros de Verratti, no había provisión alguna de balones en condiciones ni aprovechables.

Opinión personal

Lucas Moura es un jugador de indiscutible potencial que a pesar de su juventud ya casi podemos atrevernos a calificar de realidad. El PSG y Europa acabarán de calibrarlo en base a su rendimiento pero ya ha dado algunas muestras del talento que atesora. Seguramente vaya a tener algunos tramos de irregularidad y menor presencia en el proceso de aclimatación a su nueva vida -en todos los sentidos- pero en el conjunto francés, a pesar de las expectativas y la presión que va a tener que llevar a cuestas sobre todo al inicio -por razones económicas principalmente- va a tener un contexto futbolístico en principio favorable para brillar y explotar sus cualidades. El PSG es un equipo que tras robo suele salir rapidísimo en velocidad y eso debe favorecerle. Además, la Ligue 1 no es a día de hoy una de las ligas europeas que ofrezcan mayores garantías a nivel defensivo, circunstancia que debería aprovechar el joven brasileño. El reto de la Champions se antoja esta temporada aún temprano para el equipo de Ancelotti pero si el proyecto liderado por Qatar Investment Authority quiere consolidarse y seguir creciendo desde Francia a todo el continente, debe hacerlo con jugadores de la calidad y talla deportiva de Lucas Moura.

El brasileño, cuya carrera como hemos podido observar camina casi de forma paralela a la de Neymar, no parece cumplir con los tópicos extra deportivos y tan manidos del arquetipo brasileño. En Lucas encontramos aparentemente una persona seria, tranquila, muy comprometida con su trabajo y bastante alejada de otro tipo de ruidosos y luminosos focos.

Lucas Moura. Un príncipe silencioso que aspira al trono del PSG y de Europa.