La era de Guardiola en el Barcelona fue tan gloriosa que algunos llegaron a pensar que ese equipo podría llegar a ganar solo.  No cayeron en la cuenta de que venían de dos años en los que el Barça no profundizaba, no rendía en casa y se hacía pequeño en los grandes encuentros.

La continuidad del modelo era una decisión lógica y la realidad es que el Barça de Tito empezó con dudas que iba solucionando a golpe de récords pero una desgraciada enfermedad le dejó fuera de combate y desde entonces el debate en la calle es cuánta importancia tiene el líder del equipo dentro de la dinámica colectiva.
Es complicado hacer un juicio de la situación sin conocerla a fondo pero es evidente que la ausencia de Villanova genera unos contratiempos difíciles de remediar.
Las áreas de control de un entrenador son casi infinitas y su influencia es difícil de cuantificar pero van más allá de los aspectos técnico-tácticos y empiezan en LAS EMOCIONES GENERADAS.
Nuestro inconsciente va almacenando aquellas imágenes y comportamientos que mediante la repetición transformamos en hábitos y la CALIDAD de esos hábitos depende de las emociones instantáneas que se generan. La atención, los objetivos, los estímulos que vamos transmitiendo tienen una influencia en el proceso.
En el mano a mano contra los grandes equipos se demuestran los grandes entrenadores. Este Barcelona no ha tenido reacción en esos encuentros y todos proponen soluciones al tiempo que el cuerpo técnico sigue sin hacer modificaciones que alteren los comportamientos. Esto no es fácil y menos sin el líder ya que buscando tocar teclas corres el riesgo de descontextualizarte y las probaturas en los grandes partidos son peligrosas ya que cambiar no siempre es mejorar. Si el equipo sale derrotado en esos encuentros tras determinados cambios los jugadores dejarían de confiar en un cuerpo técnico sin demasiado poder y podría reinar el caos.
Cuando decidimos tocar teclas dentro del modelo, las nuevas opciones que vamos desarrollando tienen que ir acompañado del éxito en las tareas para que los jugadores acepten suyos estos cambios y vayan almacenándolos dentro de su inconsciente y del modelo propio. Por eso se requiere de una planificación previa que optimice el estado global del equipo antes de estos partidos. Esa falta de previsión sí que es achacable a un Roura que parece sin el poder de generar emociones, respuestas y confianza en unos grandes jugadores que necesitan encontrar su mejor fútbol para volver a ser el de siempre.
“El Barça acusa muchísimo la ausencia de su entrenador, la falta de rigor está relacionada. Si su jefe no está en el entramiento no entrenan igual de bien, lo acusan. Y cuando llega un equipo fuerte como el Madrid te saca las vergüenzas”