Minuto diez de partido. Puyol lanza un grito al aire, gesticula. El público comienza a animar (se desmiente lo de la huelga), Thiago se activa, Tello se ofrece fuera-dentro y fuera-fuera, Alexis se maneja en su zona, Alves retrocede 3 años atrás…

Sí, el capi ganó el partido por goleada. No se reservó nada, concentrado, atento a la anticipación y a la cobertura hasta el último minuto, con bronca incluida al resto de sus compañeros. Carles, cuánto te echaremos en falta el día que te retires.
Con Messi en el banquillo el partido hacía presumir algo diferente y en la primera parte así ocurrió. Cierta mejora en la velocidad y verticalidad del equipo, un área rival más poblada que de costumbre y un punto más de agresividad en la presión tras pérdida logró hundir la defensa deportivista y generar ocasiones de gol. No fue brillante, pero sí dejaba ver ciertos brotes verdes respecto a las últimas actuaciones del equipo. También hay que calibrar esta actuación con un Depor tímido y romo, que ni siquiera intentó hurgar en las espaldas de los laterales locales.
Un buen cabezazo de Alexis tras centro de Alves adelantaba a los azulgranas llegando al descanso. Cambio de banda, centro templado, arrastre del 9 (Villa) y diagonal al segundo palo del chileno. ¿Hacía tiempo que no veíamos esto?
Lastimosamente, la segunda parte fue un auténtico desastre. El Depor adelantó la defensa, cerró mejor los pasillos centrales y la luz se apagó totalmente. Ni los cambios lograron activar al equipo, exceptuando el tremendo fogonazo con que nos obsequió Messi en el segundo gol local. Una “messi-conducción invertida”, de derecha a izquierda, con una definición gloriosa.
Dentro de los diferentes grises individuales, destacar un blanco y un negro. Dani Alves volvió durante la primera parte a ser un lateral total. Curiosamente, esto ocurre cuando no juega continuamente abierto en banda, sino en ¾ y participando en la circulación de balón. Cambios de orientación, pases en profundidad y ayuda en la presión, casi nada…. Y de esto se benefició Alexis también, que pudo disfrutar de su ansiada libertad. Y otra variable nada desdeñable, ha ocurrido sin Messi en el campo. Dani con el argentino se obceca buscándole siempre y pocas veces concibe solución distinta que no sea el pase a Leo.
En el otro lado esta Cesc, con un juego propio de un actor secundario. Ni tiene peso en el equipo ni ofrece soluciones a sus compañeros. Incluso hay situaciones en las que parece que estorba. Y si su mayor virtud desde su llegada, que era picar la espalda de la defensa rival, desaparece, apaga y vámonos. Examen de control dentro del curso 2012/13 aprobado, a la espera del próximo martes, donde nos jugamos el trimestral de la asignatura más complicada, la Champions.