QUE NO PASE NADA

Cuando unas semifinales empiezan con un 4-0 en el primer partido todo queda en entredicho. Primero el equipo que encaja la goleada a estas alturas, y luego el que sometió a su rival. ¿Somos taaaan buenos que entre nosotros y nuestro rival hay 4 goles en noventa minutos? Responder esta pregunta ahora es complicado, pero cualquier respuesta es correcta. 

Si el Bayern responde a sí mismo que la diferencia es real, que entre ellos y el Barça hay cuatro goles o más de diferencia sufrirán, o pueden sufrir. El Arsenal fue superadísimo por ellos en octavos de final en el Emirates, y estuvieron a un gol en el Allianz de la machada de irse a su casa en la competición que tanto desean. Seguramente la respuesta que asuma el Bayern tras esa mala experiencia es que en realidad entre ellos y el Barcelona la diferencia es menor que cuatro goles en noventa minutos. Y esta será el primer paso para que no pase nada… 
El Bayern, que de experiencia en estas latitudes va sobrado (finalista en 2010 y en 2012), sacará sin ninguna duda a su once de gala en el Camp Nou. Las rotaciones en el último partido de Bundesliga ya ganada y sentenciada confirman que en Barcelona Heynckes saldrá con todo. 
El pasado martes el Bayern pareció un equipo perfecto. Confundió a propios y extraños con un partido memorable. Sometieron a su rival de una manera bárbara y su guardameta tuvo tanta importancia que si en vez de jugar él jugamos alguno de nosotros no habría cambiado el resultado… 
Heynckes sabe que no son perfectos, ante Messi sus centrales, si la pulga anda despierta como pareció mostrar en San Mamés, Boateng y Dante no son un seguro de vida. Y Javi Martínez y Schweinsteiger, con tendencia a arrancar hacia arriba, podrían regalar un mini espacio al argentino suficiente para que arranque. Y no hace falta decir qué puede suceder si Leo puede arrancar con balón en los pies… 
Por ello Jupp tiene dos opciones. Una vez se asume que Boateng y Dante no son la pareja de la Champions y ante Leo la presencia de Luiz Gustavo, experto al robo y con piernas largas para interrumpir rivales y carreras sería una opción muy a tener en cuenta. Tanto en el lugar de Javi Martínez, que significaría un matiz más conservador pero sin cambiar sistema, como en el de Müller, que derivaría en un cambio de sistema con tres centrocampistas para sujetar a su rival y apostar claramente al contraataque con Javitxu y Schweini lanzados a la presión rival si fuera necesario como en un doble pivote con Bastian coronando el trivote. 
El balón será otra vez del Barcelona. Heynckes quiere que el Bayern tenga el balón, pero sabe que ante el conjunto azulgrana y menos en el Camp Nou eso es imposible. El trabajo de los bávaros estará en que los de Vilanova no hagan daño con el esférico y recuperarlo en zonas donde la salida en contraataque (que será buscando a los dos puñales en banda) pueda dañar la ya mediocre transición defensiva del Barcelona. 
A nivel futbolístico, pero, todo pasa por Messi. Es la única puerta que Heynckes no puede cerrar del todo en una eliminatoria tan decantada. Si arranca Leo y se generan espacios sus compañeros podrían reactivarse, como en los mejores partidos de esta temporada. Con esta alegría, con volver a un Barcelona vertical el Bayern mantendrá la calma. Habrá que ver si Robben y Ribéry serán tan sacrificados como en el Allianz o si, con 4 goles de margen, los esfuerzos serán medidos… 
Sin Messi el barcelonismo, y el propio equipo, han asumido que no pueden. 
Su presencia y su movimiento de arrancada por sí solo ya cambia un estado de ánimo. El Bayern tiene suficiente experiencia para no venirse abajo en una situación así. Pero con 4- 0 deberán tener claro que en algún momento tocará sufrir. Una vez pasado y conseguido el objetivo de salir indemne apostarán por dañar la transición defensiva culé. Tito deberá plantearse si en estos momentos es rentable arriesgar ante el duro calendario que se le viene encima. Una recaída de Messi (recemos que no pase, pero existe el riesgo) podría acabar con todo en estos momentos de debilidad. 
Para Heynckes un “no ha pasado nada” es magnífico, para Tito puede ser un mal menor. Una nueva victoria del Bayern sería un poderoso mensaje de poder de un equipo que está mandando señales de querer tiranizar Europa como ha hecho en Alemania este año.