Por eumd
En un estadio de fútbol, como en un museo, lo que más vemos son espaldas. En ambos casos, a no ser que estemos en primera fila. Ver una espalda no es cualquier cosa. Es, por lo pronto, asumir la propia espalda y que ésta, igual que las que forman delante nuestro, puede ser vista. De hecho, puede ser vista por cualquiera menos por uno mismo. Así pues, viendo la espalda del otro, se nos revela justamente eso, la vulnerabilidad de la nuestra. 
¿Y porqué tanta espalda? Entremos en cuestión porqué esto hoy va de espaldas.
Empezaremos por la de Dani Alves. De un tiempo a esta parte, se insiste en lo vulnerable de la espalda del lateral brasileño. Concretamente en los centros laterales que proceden del sector izquierdo de la defensa del Barça. Y no se puede decir que sea falso, esta temporada ha ofrecido pruebas suficientes como para que finiquitemos aquí la cuestión. Si vamos un poco más allá, sin embargo, aparece la primera duda. ¿Siempre ha sido así? La respuesta es no. A Dani Alves siempre se le ha achacado una cierta debilidad atrás provocada básicamente por sus constantes incursiones en ataque -quien escribe no comparte esa idea, pero en todo caso pasaremos de puntillas porque el tema que nos atañe va en otra dirección- pero siempre ha sido un lateral sorprendentemente fiable cerrando el segundo palo. Digo sorprendente porque precisamente este perfil de lateral tan ofensivo, corto en estatura pero largo en atrevimiento para sumarse arriba, arrastra el estigma de que la dejadez a la hora de defender el segundo palo es una de sus principales lagunas. Belletti o Silvinho -por nombrar a los dos últimos azulgranas- atestiguan que el estigma en muchos casos ha estado justificado. 
Pues bien, tenemos a un Dani Alves seguro cerrando el segundo palo, que de repente ya no lo es. E insisto, es cierto, no es una percepción equivocada, el Barça tiene un punto débil localizado ahí. Entonces, ¿Qué ha pasado? Hasta bien entrada la temporada podríamos haber argumentado un bajo rendimiento del lateral, un bajo estado de forma o incluso una dejadez competitiva. Sucede, no obstante, que la constante se repite también ahora, cuando Alves es uno de los futbolistas más en forma del equipo. 
Veamos, pues, otras espaldas. Las de los interiores. No hace mucho hablábamos de ellos y de como, en el Barça «post-Xavi», en el que la pérdida es una opción real que implica la aparición de momentos de defensa estática, su poca adecuación a la fase defensiva supone un problema. Viendo la espalda de los interiores, el Barça tiene a Sergio Busquets, el hombre en quien recae la responsabilidad de multiplicarse para hacer frente a estas situaciones. Siempre defendiendo hacia delante -porque es su mejor cualidad y porque es donde está el agujero- el de Badía es el único sostén de la medular azulgrana cuando el equipo no tiene la posesión. El hombre más exigido. 
El rival, como es evidente, busca la salida a espaldas de los interiores del Barça. Lo vimos en el París Saint Germain con Lucas y Pastore, o en el Bayern con Ribery, pero también lo hemos visto en el Real Madrid con Özil y Cristiano Ronaldo y en la gran mayoría de rivales. Visualicemos la situación: el equipo adversario recupera el balón y sale por el costado buscando las recepciones a la espalda de los interiores culés, obligando a Busquets a tener que acudir ahí para arreglar el entuerto. 
Volvamos a la espalda de Dani Alves. En el centro lateral desde la banda -en este caso la izquierda de la defensa azulgrana- el canon marca que la basculación de la línea defensiva lleve al central más próximo al balón a acercarse al lateral para cubrir la posibilidad de que éste sea superado. El movimiento de piezas, como imaginamos, lleva al central más alejado del balón -en este caso el derecho- a ocupar la posición de su compañero. 
Y aquí descubrimos el pastel. En estas situaciones, lo normal es que sea bien el mediocentro, bien el interior del lado más alejado del balón, quien en este momento se incruste en la defensa para recomponer el equilibrio. La cosa quedaría así: lateral izquierdo sobre el rival que tiene el balón, central izquierdo haciendo la cobertura, central derecho y mediocentro formando la nueva pareja de centrales. El lateral derecho -el más alejado-, pues, aquí sí, cubre el segundo palo. Otra solución pasaría porque efectivamente sea el lateral el que se incruste dentro y recaiga en el interior (o el volante si el equipo juega en 4-4-2) la defensa de su espalda. En el Barça, sin embargo, Busquets no puede llegar porque como hemos visto unos instantes antes ha tenido que acudir al costado, y Xavi tampoco porque ni siente ese movimiento ni su físico se lo permite ya hacer. 
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Así las cosas, cada vez cobra más sentido el recurso del doble pivote Song-Busquets que permita dejar siempre un mediocentro para equilibrar la zaga. O incluso, el de repetir base de dos retrasando a Xavi como a principio de temporada para, al menos, eliminar una espalda.