Siempre tuve especial cariño por la Copa de la UEFA, una competición encantadora que –en sus inicios- dejaba paso a aquellos equipos que no “campeonaban” en sus países pero clasificaban en puestos altos de su Liga. Vivió a la sombra de la Copa de Europa y de la Recopa, que reconocían el éxito de los clubes que conseguían una de las competiciones domésticas. Plagada de historias fabulosas desde que en la temporada 71-72 el Tottenham Hotspur FC se convirtiese en el primer campeón con la denominación de UEFA. Pasando por el Ipchwich Town de Bobby Robson en el 81, las dos consecutivas del Real Madrid a mediados de los 80, la heroica final perdida por el Alavés ante el Liverpool en 2001, el encumbrado periplo del Sevilla que también levantó dos consecutivas o ya tras convertirse en Europa League, las dos recientes del Atlético de Madrid. 

Curiosamente, el FC Barcelona, uno de los clubes más laureados del continente no posee ningún título de Copa de la UEFA. Al menos desde que el organismo internacional reconoció la competición, ya que anteriormente era conocida como Copa de Ferias y estaba ligada a la realización de las ferias de muestras en diferentes ciudades europeas. Con esta nomenclatura, el Barça consiguió tres triunfos (55-58, 58-60, 65-66) en un formato que en sus inicios se desarrollaba en varios años. Después reinó en la Recopa y escribió capítulos, casi todos incompletos y dramáticos en lo que restaba de siglo, en la Copa de Europa. 
Con motivo de esta semifinal de Champions ante el Bayern de Munich, nos viene a la memoria otro cruce entre los mismo equipos en la UEFA. Fue en 1996, también semifinales, y también en un momento complicado para el club: Cruyff era discutido por sus fichajes y sus, a veces, excéntricos planteamientos tácticos y en Liga éramos segundos tras el Atlético de Antic que en medio de los partidos de semifinales de UEFA consiguió su doblete tras derrotarnos en la final de Copa por 0-1 con gol de Pantic en la prórroga. Era el Bayern de Mathäus, Kahn, Scholl, Klinsmann, Papin, Ziege o un jovencísimo Alexander Zickler que aun sigue en activo (LASK Linz).
La ida de semifinales se celebró, como ahora, en Alemania (Olympiastadion), un 2 de abril, nevaba. El Barça viajaba con muchas bajas en defensa (Nadal, Sergi y Abelardo) y Cruyff arengaba al estilo y a la adaptación a las circunstancias.
“No podemos defendernos sin defensas, la pelota ha de ser nuestra”
Johan Cruyff previa ida semifinales
El Barça formó en Munich con Busquets, Ferrer, Popescu, Roger, Guardiola, Amor, Celades, Oscar, Bakero, Figo y Hagi. Algo así como un 1-3-2-3-2 con Pep como líbero y Oscar en un rol de falso 9 que, por cierto, funcionó a la perfección. El club azulgrana salió a mandar en el encuentro, al cuarto de hora Oscar conseguía el 0-1 tras una excepcional combinación con Bakero que dejó al mayor de los Junyent solo frente a Kahn para adelantar al Barça. La premisa que Cruyff había marcado para el partido “nosotros tenemos que marcar un gol, ellos que hagan lo que quieran” se había cumplido muy pronto y el Barça estaba cómodo sobre el césped del Olympiastadion de Munich. Hasta tres ocasiones más para matar el partido tuvo el Barça en esta primera mitad que terminó con ventaja mínima para los catalanes. 
La vuelta del descanso no sentó nada bien al Barça. El Bayern aprovechó el parón para hacer dos cambios (Witeczek por Herzog y Sforza por Kreuzer) y en unos 15-20 minutos locos remontó el encuentro. Primero con una jugada por la izquierda trenzada por las dos incorporaciones de Rehhagel que Witeczek culmina cruzando el balón ante Busquets, y después Scholl en una jugada parecida tras un robo en el centro que cogió descolocada a la defensa azulgrana y aunque Busquets detuvo en primera instancia no pudo hacer nada en el rechace. Con esta empanada, el Bayern pudo incluso hacer el tercero, pero el Barça recuperó el balón y la entereza y ayudado por los cambios de Cruyff (Jordi por Oscar y De la Peña por Bakero) volvió a apretar la meta bávara y consiguió el empate por medio de Hagi que aprovechó un mal pase atrás de Babbel para completar un excelente resultado para un partido de ida.
  
“No digo que renunciemos a nuestro estilo, pero hay que mantener juntas las líneas para que no puedan ejecutar su contragolpe”
 Bruins Slot previa vuelta semifinales
  
Cinco días antes de afrontar la vuelta, el Barça perdería la final de la Copa del Rey ante el Atlético en La Romareda. No parecía el mejor estímulo para afrontar un partido ante un gigante europeo que, esa temporada, contaba sus visitas en Europa por victorias. Si añadimos que el sábado siguiente el Atlético visitaría el Camp Nou para decidir la Liga, se puede resumir una temporada en diez días. Diez fatídicos días para la historia azulgrana. 
La baja de Guardiola, que había sido uno de los mejores en la ida, y la recuperación de la línea defensiva marcaban el aspecto táctico del Barça. Toda la semana se había especulado con el atrevimiento del Barcelona, incluso desde dentro se advertía del poco cuidado que se tenía a veces con la concesión de espacios al rival en favor del espectáculo y la metáfora del escepticismo defensivo de Johan y su Dream Team. Cruyff formó con Busquets, Ferrer, Nadal, Sergi, Amor, Popescu, Figo, Bakero, Roger, Jordi y Kodro. Aparte de la de Guardiola, Hagi fue baja de última hora y en el Bayern no jugaron ni Mathäus ni Papin. Casi nada.
El partido transcurrió con la tónica habitual de dominio azulgrana e incisivos intentos contragolpeadores de los alemanes. El Barça tuvo al menos dos ocasiones para adelantarse en el marcador, un remate de Kodro y un disparo de Popescu mandaron al limbo la opción tranquilizadora de golpear primero. Minuto 39, Babbel, que en la ida había fallado en el 2-2 final de Hagi, abría la cuenta para el Bayern tras rematar a placer un absurdo rechace de Busquets. Con este golpe se fue el partido al descanso, y -como en Alemania- el equipo catalán volvió k.o. del mismo y vio como Klinsmann perdonaba el 0-2 a escasos 5 minutos de la reanudación. Con más corazón que juego, poco molestó el Barça la meta de Kahn y solo la entrada de De la Peña pareció animar el partido. Pero a siete minutos para el final, Witeczek que ya hizo de las suyas en la ida, mataba las esperanzas del equipo de Cruyff haciendo el 0-2 en un fugaz contraataque tras una gran jugada de Figo que pudo significar el empate. Con escaso tiempo por delante, un falta lateral botada por De la Peña se colaba en la portería alemana tras pegar en un defensa y ofrecía una ligera y utópica esperanza. De aquí al final, prisas y en resumen, nada.
El Barça iba a seguir sin conseguir el único título europeo que le falta. La andanza de Johan Cruyff como entrenador en el Barça –y en la vida- llegaría a su fin de manera descafeinada. El hombre que cambió el destino y la historia del Barça salió (como es costumbre en la casa) por la puerta de atrás y daría paso a una nueva etapa con Sir Bobby Robson acompañado de un joven portugués de apellido Mourinho que, curiosamente, viviría 15 años después y en primera persona -pero al otro lado del río- la ebullición de la obra comenzada por Johan y llevada a su punto álgido por Pep Guardiola. Como titulaba la prensa catalana el día después, ‘Semana Trágica’.