ESPECIAL FINAL CHAMPIONS LEAGUE. RECUPERAMOS: EL ÚLTIMO REGALO DE VAN GAAL
Muy pocos le han dado más al fútbol de nuestra época que Louis Van Gaal. Y no sólo por lo que fueron sus equipos mientras él los dirigió, sino por lo que dejó después. Sin ir más lejos, tres de los cuatro semifinalistas tienen, en mayor o menor medida, influencias del holandés. El tiempo que pasó con Mourinho en el cuerpo técnico del Barça, la admiración de Guardiola por su Ajax o sus años en Baviera, pueden rastrearse en la actualidad de Madrid, Barça y Bayern Munich. Pero más allá de esto, Van Gaal quedará como uno de los que más regalos nos ha dejado en forma de grandísimos jugadores. Todos nombres ineludibles del fútbol de los últimos años.
Seedorf, Davids, Overmars, los hermanos de Boer, Kluivert…
Xavi, Puyol, Víctor Valdés, Iniesta… -quizá Louis deba ser reconocido como otro de los padres de los éxitos de la selección española-.
Su última parada a nivel de clubs fue en Alemania, en el Bayern, y como no podía ser de otra manera, en el Allianz dejó otro regalo para el fútbol. Concretamente dos.
Cuando empezó a sacar la cabeza, Schweinsteiger era un jugador de banda. Volante o extremo, de buen pie derecho y desborde interesante, su juego se desarrollaba cerca de la cal. No era nada del otro mundo y no apuntaba a mayor recorrido que el de ser jugador de complemento. De esos que en el gigante alemán serían cola de león y a los que jugar en equipos de menor potencial les podría valer la llamada del combinado nacional. Un jugador, pues, muy distinto al que es hoy. Pocos imaginábamos que aquel joven que apuntaba a juguete roto, algún día sería líder y alma de un Bayern aspirante a todo, y pieza básica de la siempre poderoso selección germana. Quizá sólo lo imaginó Van Gaal.
El holandés, gustoso de mover a jugadores de su demarcación, le dio el mediocentro, y con esa decisión cambió la carrera de aquel jugador de banda y quién sabe si la historia del Bayern y del fútbol alemán. En el partido de ida, él hizo sentirse grande al Bayern, con sus aproximaciones a la zaga para comandar una salida de balón de incalculable refuerzo anímico para su equipo. Prácticamente como central izquierdo, fue líder y cerebro. Pese a formar en la teórica posición del mediocentro, Bastian, tanto en el Bayern como en la selección, juega como un interior. Quizá ahí ambos combinados tengan un problema, pero sería de atrevidos afirmar categóricamente que no les compensa. Sólo los dos españoles pueden discutirle la supremacía en su posición y tanto en el club como en la selección, encarna esa jerarquía en blanco y negro siempre atribuida a los grandes equipos germanos.
Amigo de las reconversiones, si por algo será siempre ejemplo el bueno de Louis será por su valentía a la hora de mirar hacia la cantera. Pese a lo que se podría adivinar por su carácter, muy, muy pocos como él para acompañar a los jóvenes. Así, cuando aterrizó en Munich, poco tardó en darle la alternativa a un joven Thomas Müller. Primero como interior en el 4-3-3 del holandés, no tardó mucho en migrar a la banda derecha. Desde ahí sería pieza básica y puntal de la selección alemana en el Mundial de Sudáfrica. En el Bayern, sin embargo, la presencia de Robben y Ribery siempre le ha puesto la convivencia algo más difícil. Si una de las lesiones de Arjen deja libre el extremo derecho, ahí que va Thomas, pero con todos disponibles y tras la renovada importancia de Kross, su plaza no es indiscutible. Llegado el partido clave, no obstante, por el bien de su equipo, mejor que no falte Müller. Pocos poseen su puntualidad en las momentos clave. Hace una semana él abrió el marcador. No falla.