SIEMPRE ES UN ESPECTÁCULO


EL PARTIDO

Si preguntas a un atlético cuál es uno de los mejores partido del año en el Vicente Calderón, en el que el equipo se transforma. Todos, afición y jugadores creen en la victoria, de hecho así lo dice la historia, se gana o se pierde pero sin medias tintas. En el qué el equipo y la grada explotan, rinden, se dejan la piel, la verdad que desde la llegada del Cholo, esto ha cambiado, ahora siempre se lucha, muerden, lo dan todo y en el que más posibilidades tienes de disfrutar un auténtico espectáculo. Por todo ello, con total seguridad la respuesta es el día del Barcelona.

Te acercas al Calderón y se respira, se palpa, se siente una atmósfera especial, diferente al resto de encuentros, incluso respecto al día del derby, es un ambiente festivo. En la visita del R.Madrid se masca mayor tensión, rechazo, ganas, mezcla de respeto, miedo y desprecio. Con el F.C.Barcelona, no. Es enemigo, no nos engañemos, pero menos. Ni es el Real Madrid, ni en los últimos años el Sevilla. Eso sí, amistades las justas, como decía Bilardo ni agua, pero con aquello de que normalmente el F.C.Barcelona le moja la oreja al vecino, infunde mayor simpatía durante el resto del año pero sin ser «amigos para siempre».
Este año la visita del más que seguro campeón es un partido menor. Con la Liga casi en el bolsillo y el objetivo número 1 del Atlético de Madrid, clasificarse para la Champions, conseguido, los nervios y la presión pasarán a un segundo plano. 22 jugadores, muchos de ellos internacionales disputando uno de los mejores encuentros que se puedan disputar en la Liga. Los blaugrana sumidos en «crisis», benditas crisis, dirán algunos y los rojiblancos con aquellas dichosas montañas rusas olvidadas. Se gana en sitios pocos habituales y no se pierden puntos inverosímiles. En esta ocasión, una nueva victoria contra el todo poderoso equipo culé, pondría el colofón a la temporada liguera, sería todo un soplo de aire fresco en espera de la traca final, las puertas del Olimpo abiertas de par en par con la posible consecución de la Copa frente al eterno rival.
EL CLUB

Imagínense por un momento un club serio de fútbol. Si, lo sé, complicado, pero imagínenlo. Un conjunto con sus aciertos y errores. No un club que cada año hay que inventarse una estrella, acertar con dos o tres fichajes, dar en el centro de la diana con el goleador, con el crack que en tres años será puesto en el mercado para conseguir empezar de cero, liquidar parte de tu deuda a hacienda, asumir el nuevo fichaje con el que acertar en la diana y comenzar tu periplo de nuevo. En todo esto, estamos olvidando por un momento toda su historia, la del club, la del estadio, la del crack y la de sus dirigentes, porque todo esto influye en el día a día del club.
Olvidado todo lo anterior, cada temporada empieza un proyecto, se arma un equipo ganador (o no). Cada dos temporadas se vende al ídolo, se cambia de entrenador, parece que en este aspecto se ha encontrado la piedra de toque y el paraguas de las lluvias, todo hay que decirlo y conseguidos los trofeos, porque milagrosamente se han conseguido finales y trofeos estas temporadas. Analizado todo, imaginemos que haría cualquier club normal, mantener y reforzar con los ingresos obtenidos de esas competiciones, pues no, se desmonta el equipo y vuelta a empezar. Difícil de imaginar verdad, si no fuera porque lo conocen y lo han vivido.
Si señores, este desmadre es el Atlético de Madrid actual. Cada vez que se asoma la cabeza hay que empezar de nuevo, todo ello conviviendo en la misma ciudad con uno de los equipos más ricos del mundo, que si les falta liquidez y se endeudan, las administraciones les gestionan un pelotazo, y en el que las comparaciones diarias son odiosas por no decir imposibles. De presupuesto, de posibilidades y porque no decirlo de trato de los medios en general. Se comparan, conviven diariamente cuando realmente sus realidades son incomparables. Por ingresos, por dueños, por gestión y por idiosincrasia.
EL EQUIPO

Sería injusto hacer la siguiente definición del equipo, pero sería la más rápida, y después de haber visto prácticamente la totalidad de los partidos colchoneros de esta temporada, la más cercana a como está acabando el conjunto la temporada:
«El equipo es un portero, 9 Simeones y un Falcao»
En la portería, ahora que se ha abierto el debate en los otros dos grandes de España sobre quien ocupará la portería en el futuro, no estaría muy desatinado afirmar que el belga Thibaut Courtois será uno de los porteros TOP de la próxima década. A su edad, batir muchos de los records de imbatibilidad del club, lo dice todo. ¿el problema? Que no es del club. Cedido por el Chelsea, el sueño de mantenerlo en el Manzanares cada vez está más cerca de su fin.
La defensa es fija. Salvo contadas apariciones y muy esperanzadoras del lateral Manquillo, los cuatro de atrás son inamovibles. Miranda y Godín han realizado una gran temporada. En la banda derecha, Juanfran, desde su error con la Selección en el calderón, se ha calmado, es como si le hubiesen puesto un freno a sus subidas por banda, por lo que el único apoyo atacante se encuentra en la banda izquierda, con un Luis Filipe que ha vuelto a ser el jugador de antes de su lesión.
De hecho, tres cuartas partes de los ataques vienen por esa banda, la izquierda. Filipe con Arda Turan y Arda Turan con Filipe. Ambos banda arriba, banda abajo, apoyados por uno de los stoppers de la medular, Gabi o Mario, para realizar las típicas triangulaciones hasta desembocar en un pase a Falcao, que tantos goles y puntos han dado esta temporada al equipo. La otra banda se la reparten Koke, Raúl García, Cebolla y poco más. Mucha contención y poca incursión por la derecha.
Muro infranqueable con Gabi, capitán y fiel reflejo de lo que era el Cholo Simeone en un campo y en la actualidad voz cantante de las ideas del argentino. Kilómetros y kilómetros de presión, de taponar y de evitar fugas de agua. Como escudero Mario Suarez, grandísimo, enorme, incansable pero diluido como un azucarillo conforme ha transcurrido la temporada. De Tiago mejor ni hablar, muchos pensamos que se quedo en la Final de Copa de Barcelona y no volvió el mismo.
Esa sería la definición atlética. Un Porterazo, una defensa férrea tirando a desagradable, muro en la medular, banda derecha impermeable y la izquierda el eje central del ataque. Sin fantasía, escaso de creación y necesitados de una chispa de magia en dos posibles vertientes: una real como la posible vuelta de Diego de la Bundesliga y la otra, el sueño húmedo rojiblanco, la paulatina incorporación de Oliver Torres al equipo. Un JUGÓN con todas las letras de la palabra.
Arriba, la bella y la bestia. El mejor delantero centro, el 9 por el que toda Europa suspiraría y un gladiador que ha trasvasado la frontera de lucha y pelea, por morir en la arena en todos los partidos, cueste lo que cueste. Ambos ídolos de la afición, uno por sus goles, otros por morder en cada rincón. Cuestión de gustos. Particularmente uno era más de Adrián, un superclase con una calidad y técnica que en ocasiones ni sus propios compañeros le entendían. Lamentablemente, en este 2013, ni el mismo se entiende.
Pasen y vean. Un Atléti – Barça por muchos objetivos conseguidos, siempre es un gran espectáculo.