CUATRO CULPAS PARA UN FRACASO

Cuando tu mayor promesa desde Leo Messi abandona el club, no hay lado positivo. Cuando, además, lo hace con signos de estancamiento y sin demasiadas oportuidades ni rendimiento, es pertinente profundizar más. En las temporadas que lleva en el primer equipo, Thiago Alcántara ha jugado poquito y, a sus 22 años, ha evolucionado más poquito todavía. Encontrar un único culpable seria simplificar las cosas. Eso pretendemos desarrollar en este artículo. No repartir las culpas y ver quien tiene más, sino tejer un mapa para aproximarnos a lo que ha sido el problema y que sirva para que no se vuelva a repetir. Cuando el fracaso es tan sonado, la culpa tiene varios padres. Todos son responsables. Veremos si todos salen perdiendo.

El Barça y Thiago Alcántara hasta 2012:

Thiago Alcántara no es un futbolista creado en el laboratorio de La Masía. Ese que hace que sea cual sea la categoría un equipo del Barça se reconozca aunque no vista de azulgrana. El hijo de Mazinho llegó en 2005 directo al Cadete B y su fútbol era otro. El juego de posición culé le va a la contra. Dentro lleva un animal salvaje que lucha para no ser enjaulado entre triángulos. Y a fe que lo han intentado.

Una de las bases formativas en can Barça es que no se construyen futbolistas, sino futbolistas del Barça. Por eso todo el fútbol formativo sigue un camino común. De ahí que cuando un canterano asciende, más allá del nivel que tenga, nunca parece un cuerpo extraño. A Thiago se le trató de enseñar el idioma culé, con la creencia de que así sería un mejor jugador para el Barça. Alejarle de la mediapunta para que no se relamiera con el detalle y ganara continuidad. Guardiola quiso que aprendiera a no arriesgar en una zona en la que esto no está permitido, a encontrar la mejor posición para recibir, a orientar el cuerpo. Hacer que entienda al mediocentro, al interior y al mediapunta. Que se viera a si mismo con los ojos de otros. No ponérselo fácil. La historia de Thiago en el Barça es la historia por hacer del hispano-brasileño un jugador que no es.

Un alumno difícil:

Hasta aquí todo más o menos normal, uno de tantos y tantos casos que se suman al proyecto formativo del Barça con el tren en marcha. Pero Thiago no lo ha puesto fácil. Nunca ha entendido porqué tenía que cambiar si siendo como era, los demás quedaban tan lejos. Desde que debutara en 2009 con el primer equipo, el cambio en Thiago ha sido mínimo. Le han dicho, pedido y obligado a que cambie, pero él sigue en sus trece. Y en esta disputa seguramente nadie tenga la razón. Thiago tampoco. Porque en el Barça siempre ha apuntado más de lo que ha ofrecido. Su rendimiento nunca ha reclamado para él un papel importante. Grandes partidos -que no momentos- de Thiago se recuerdan pocos. Significativo que sus tres mejores actuaciones como azulgrana (ante el Atlético, el Sporting y en el Mundial de Clubs) tengan un escenario táctico tan particular.

A día de hoy, Thiago sigue con los mismos problemas que cuando debutó. Su necesidad por acercarse siempre al balón -lo que en lugar de abrirle una línea de pase al compañero le acerca un defensor-, su selección y manierismo en el pase, su riesgo mal elegido y su nefasta orientación del cuerpo a la hora de recibir el pase, apenas han mejorado. Nunca ha creído necesitarlo.

Tito, Thiago y la Liga de los 100 puntos:

La llegada de un nuevo técnico siempre es una buena noticia para los menos habituales. Y Tito, pese a que ya estaba, lo era. Es la oportunidad de ganarse un puesto, el favor de un nuevo entrenador, de ganarse su confianza. Con Vilanova al mando, Thiago empezó con una lesión. El equipo, por su parte, lo hacía con la obsesión de regalarle crédito al nuevo míster sumando de tres en tres. Las sorprendentes derrotas del Madrid dejaban la Liga en bandeja incluso antes de terminar la primera vuelta. A tan tempranas fechas, el Barça tuvo la oportunidad de sentenciar el campeonato. No hubo espacio para los más jóvenes. El momento debía llegar en febrero, con la Liga casi en el bolsillo y el nuevo sistema de Tito implantado.

Pero antes de que se abriera la puerta se derrumbó la casa. Las primeras derrotas se juntaron con la enfermedad que obligó a Vilanova a ausentarse. Afloraron los nervios. En el equipo y en un entorno que había llegado a creerse que semejante equipo «se entrenaba sólo». Con Roura en el banquillo, no se pudo dar aire al grupo necesitaba. La situación pendía de un hilo, se apostó por lo seguro, el equipo base. Pero las derrotas llegaron y por momentos se vivió pánico, coincidiendo con la riada de enfrentamientos ante el Madrid de Mourinho y con un 2-0 en San Siro que dejaba al Barça a las puertas de la eliminación. En estas que volvió Tito y bien por no ver al equipo con fuerza para asumir cambios, bien por no verse fuerte él mismo, siguió la apuesta por lo seguro. Hasta el final. Tras la sonada eliminación ante el Bayern, el horizonte de los 100 puntos se tornó en la forma perfecta para terminar felizmente una abrupta temporada en la que la puerta no tuvo oportunidad de abrirse para Thiago.

La cláusula de Thiago:

Cuando un jugador quiere irse, se va. Mal o bien, más pronto o más tarde, pero se va. Pero es cierto que hay maneras de ponérselo fácil. Una cláusula de 18 millones de euros es una de ellas. No es lo mismo vivir de alquiler que tener una hipoteca a 40 años. Algun directivo español dijo una vez que la buena cláusula es aquella que se puede pagar. Que fije el precio del jugador ligeramente por encima de su valor real para que su salida sea un buen negocio. Se puede estar de acuerdo o no con esta afirmación, pero lo que seguramente sí genere consenso es que 18 millones de euros es una cifra inferior al valor real de Thiago. ¿Cuanto le costaría al Barça remplazar al hispano-brasileño en la plantilla? Atendiendo a los precios que se han pagado y se pagan, un interior suplente capaz de entrar en la rotación no saldría barato. Si además éste tuviera la juventud y el potencial del mayor de los Alcántara…

Vilanova asegura que no conocía esta cláusula por la cual, de no disputar un número de minutos determinado, el precio de la libertad del jugador descendía hasta los 18 millones. Y está bien que no la conociera. El técnico no se debe influir por los despachos. Hoy es la reducción de la cláusula de Thiago y mañana el bonus que debe cobrar un jugador o las primas por minutos. Con la Liga decidida ¿Tito debe dejar de alinear a un jugador porque si disputa un numero de partidos su ficha aumentará automáticamente? El técnico debe poner a los once que considere oportuno en cada momento con independencia de lo que se haya negociado en los despachos.

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El destino:

Una vez leído lo anterior, el destino de Thiago sorprende. Pocos conocen mejor al jugador que Guardiola y, mientras Pep entrenó al primer equipo, la conexión entre jugador y técnico a nivel personal fue fuerte, pero al principio hemos hablado del fútbol de Thiago y de cómo éste no tiene en la rigidez posicional a su mejor aliada. Thiago no es Holanda, es Brasil. Veremos si Pep sigue convencido de que lo mejor para el joven talento es abrazar la fe del juego de posición o si sorprende mostrando en Munich una cara distinta que en Barcelona que le venga mejor al hijo de Mazinho. O veremos si es que Thiago ha decidido ser un alumno más aplicado. Sabemos que el Barça pierde. Veremos quién gana.