El primer Barcelona de Tito Vilanova afrontó la temporada 2012/13 con cuatro centrales de facto: Piqué, Puyol, Mascherano y Bartra. El primero venía de realizar el peor año de su carrera desde que llegó a la Ciudad Condal, aunque luego tuvo la oportunidad de redimirse en Polonia y Ucrania; el segundo arrastraba una serie de problemas físicos que le habían impedido acabar la temporada con normalidad; en el tercero, existían dudas– que no certezas– sobre su adecuación en la nueva posición de central; y el cuarto, con un futuro prometedor bajo el brazo, empezaba el que sería su primer año como futbolista del primer equipo.

Aunque luego los resultados nos mostraron una planificación equivocada, en su momento tengo que decir que me pareció acertada. Piqué y Puyol formaban la pareja de centrales titular, sobre todo en los partidos de élite mundial; Mascherano se convertía en el tercer central oficial y en la primera alternativa a Puyol para darle descanso al de La Pobla; y poco a poco, Bartra empezaría entrando en las convocatorias para ir reluciendo todo su talento. No era ideal, pero lo consideraba más que suficiente.

Durante el verano, Tito se agarró a la premisa de “O Thiago Silva o nadie” y le trajeron a Song, un mediocentro que “podía jugar de central” aunque su historial no invitaba demasiado a ello. El principio de curso fue altamente desafortunado: Piqué y Puyol se lesionaron y Mascherano, a raíz de un error en la Supercopa de España, perdió confianza en su juego y de garantía pasó a debilidad. Con el clásico a la vuelta de la esquina, Tito no quiso arriesgarse con Bartra y apostó primero por Song para luego, vistos los resultados, probar con Adriano.

Los problemas físicos de Puyol y Mascherano en el tramo decisivo de la temporada y la poca confianza depositada en Bartra nos llevan a la siguiente conclusión: el Barça necesita un central. Y no uno cualquiera, sino al mejor candidato posible. A día de hoy, sólo Piqué cumple con el perfil para ser titular durante todo el año: Puyol ya no puede serlo. Y no es por una cuestión de talento, sino por edad. El capitán no aguanta tres partidos consecutivos y, en consecuencia, no se le puede considerar como titular.

Además, Mascherano nunca fue educado como central. El caso del argentino tampoco es por una cuestión de falta de talento, sino de lectura, a causa de su formación exclusiva como mediocentro. En su momento, el invento funcionó porque el modelo lo permitía; ahora, no tanto. Tras unos primeros meses de incertidumbre, Mascherano acabó adaptándose a una propuesta de juego más vertical y, aunque los problemas de lectura siguen ahí, el argentino tiró de talento para poder sobrevivir. Pero es insuficiente.

Y por otra parte está Bartra. El canterano prácticamente nunca ha ejercido de cuarto central. En muchas ocasiones, Adriano le ganó la partida; e incluso de forma merecida. Las prestaciones que ha ofrecido Bartra cuando ha jugado no han sido buenas. No ha mostrado el talento que nos dejó entrever en el filial o, más recientemente, en el Europeo Sub-21; al contrario. Y algunos pensarán que la falta de oportunidades y de confianza mermó su rendimiento. Puede ser, pero, quién fue primero, ¿la gallina o el huevo?

Así pues, se antoja imprescindible el fichaje de un central. Un futbolista que venga para ser titular; que pueda formar pareja con Piqué en los partidos TOP. Un central con talento para defender y talento para atacar, que pueda adaptarse en un modelo en el que el defensa vive al límite de sus posibilidades; y que, en cualquier momento, represente una solución individual para apagar los incendios que vayan apareciendo. Pero eso es algo que ya iremos debatiendo.