28 de Mayo del 2009. 10 de Diciembre del 2011.
Dos fechas señaladas en el calendario azulgrana con dos invenciones atribuidas al mismo entrenador y separadas por un par de años, lo que duró el invento del falso nueve.

La primera de ellas hace referencia a la final de Roma. Leo Messi no juega volcado en banda, es Samuel Etoo el que pisa la cal, mientras que el argentino es el delantero más adelantado del carril central. Misión; los centrales rivales pierden la referencia y dudan. La duda rival es la primera piedra en el camino de la victoria de una Champions, la tercera en la historia del club, conseguida de forma brillante.

La segunda fecha nos recuerda a un partido clave; derby en el Bernabeu en Liga. El Madrid de Mou, la duda ya no existía; los centrales buscarían al nueve hasta el medio campo, pero ese día se decidió que el nueve no sería un falso nueve, sería un nueve de empujar a los centrales a la frontal, de generar espacio al genio. Fue una de las mejores actuaciones que se le recuerdan a Alexis Sánchez desde su llegada a can Barça. Resultado 1-3, la hegemonía azulgrana seguía inalterable…

Y en esas estamos, casi un par de años después, la eterna duda entre seguir con el falso nueve, optimizando el gol que siempre acompaña al mejor jugador del mundo, o bien, buscar generar espacio y tiempo a ese futbolista mediante la inclusión de un verdadero nueve, que empuje la línea defensiva rival a las inmediaciones del área. Pero en este Barça 2013 una nueva pieza entra en juego, el que está llamado a acompañar al líder en las batallas más encarnizadas del año, el que ha venido para quedarse y marcar un antes y un después en la historia de este club. Neymar Jr. un jugador al que le será imposible pasar desapercibido.

Con este nuevo escenario al que se le añade la más que plausible paulatina pérdida de protagonismo del eterno seis, llega la hora de plantearse hasta un cambio de sistema o al menos un intento real de optimizar a las dos bestias del fútbol mundial, que sus roles sean complementarios y no se solapen. Por separado ambos parecen sentirse más cómodos con una referencia arriba que les peine el césped y les deje el terreno de juego sin los engorrosos hoyos o hierba levantada en forma de rivales, que dificultan su transitar hacia el área rival.

Con Neymar el ejemplo lo tenemos reciente; Fred en la Copa de Confederaciones le ha hecho ese trabajo. Sin ser un nueve de referencia de talla mundial, el delantero de la canarinha ha hecho exactamente lo que tiene que hacer un nueve; atraer centrales, ser referencia arriba, bajarla, empujarla cuando es necesario, en definitiva, allanar el camino al líder. Todo ello en voz baja, todo ello sabiendo que valía más un guiño del ojo de su amigo volcado en banda izquierda, que cien mil gargantas gritando su nombre.

Con Leo este ejercicio lo hemos visto en contadas ocasiones con la zamarra azulgrana, a veces con el chileno, como comentábamos al principio, aunque últimamente las menos. Y a veces con un Villa que aunque volcado en banda izquierda, el imán irrefrenable de la frontal le iba atrayendo hacia esa zona a medida que avanzaban los encuentros. En la albiceleste sin embargo se empieza a intuir a un gran Leo, y ese Messi sí tiene arriba a referencias, a nueves tan dispares como un Pipa Higuaín que ofrece su mejor versión cuando viste la elástica de su país, o a un nueve de calidad mundial como el Kun Agüero.

Todo esto con un Leo que cada vez tiene más tendencia a bajar al centro del campo a recibir, a ejercer de ese Xavi que todavía está aunque quizá ya se fue, pero dejando ese tremendo vacío en la referencia de la frontal rival, invitando a este a adelantar líneas y efectuar una presión que ha sido una de las grandes molestias a la hora de practicar el habitual fútbol de posición culé. Existen muchas combinaciones, alguna de ellas incluso invita a que ese nueve de verdad sea el propio Leo. Pero cualquiera de esas opciones nos desvela la necesidad de ampliar el repertorio, de flexibilizar el dogmático 4-3-3. De crecer.

Cuando tus dos estrellas buscan sistemáticamente el contacto con la pelota, cuando tus dos delanteros “mediocampean” tanto, los espacios deben de ser generados para ser ocupados. Esto es el fútbol de este siglo; tiempo y espacio. El correcto manejo de estas dos dimensiones tiene una relación directa con el éxito y más si el rival tiene una molesta visita que ha venido para quedarse; la duda.