COPA CONFEDERACIONES. «NOS PITAN PORQUE NOS TIENEN MIEDO»

En cierta ocasión Marx dijo, remedando una frase de Hegel, que todos los grandes hombres y hechos se repiten dos veces en la Historia, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Parece que la cohorte de apologetas y catetos que rodean a la selección española no cejan en su empeño de darle la razón, dispuestos a difundir su patriotismo casposo las veces que haga falta. Esta generación de jugadores que lo ha ganado todo, una de las más gloriosas de todos los tiempos, no ha sido capaz de vencer la inercia de un país tan rencoroso en la derrota como desagradable en la victoria: Recordemos que «nos pitan porque nos tienen miedo”, “ahora Brasil somos nosotros”, “los gabachos nos envidian”, “vamos a jubilar a Zidane”, “somos la furia”…

¿Os acordáis de aquello de “soy español, ¿a qué deporte quieres que te gane?

Brasil se acordaba.

1- El plan de Brasil

 

a. Intensidad y juego interior

El árbitro nos tenía ganas”. Empecemos por ahí. Que nadie se preocupe, no me desviaré por vericuetos extrafutbolísticos. Sencillamente, la intensidad no se puede soslayar en una final y si no que se lo pregunten al Cholo. Si la defensa de Sergio Ramos sobre Lewandowski en la vuelta de Champions se consideró –con toda justeza- épica, el trabajo de Paulinho y de Gustavo Luiz merece cuando menos un halago. Han pegado, es cierto, pero es que Brasil jugó con los mismos factores con los que jugó el Real Madrid contra el Borussia. La permisividad va de suyo en un partido de estas características y España no supo responder. A la intensidad en el corte se responde con intensidad en la presión tras pérdida y con velocidad en el toque, tal y como hizo el Borussia Dortmund en el Bernabéu, hasta donde le llegó. España fue incapaz de responder a la agresividad brasileña y eso hizo aparecer el juego al límite como violencia. No fue tal. Sencillamente Brasil salió a morder y España se arrugó.

Por ahí comenzó a decantarse el partido. Brasil no podía castigar el desequilibrio del medio campo español con posesiones largas como sí que hizo Italia, así que se dedicó a impedir que Iniesta pudiera girarse. En cuanto recuperaban la pelota Paulinho se metía entre centrales para favorecer la salida de balón de David Luiz y de Thiago Silva, cuyas internadas llevaban el juego más allá de medio campo con cierta facilidad. El doble pivote brasileño apenas estuvo exigido por España: asediaron a Iniesta sin apenas sufrir castigo porque Mata no estuvo a la altura del inmenso Andrés. A Oscar se le permitió el medio ambiente ideal para sus características y se giró sin que Busquets pudiera evitarlo. Es sintomático que un jugador que había pesado muy poco los últimos partidos haya jugado con tanta comodidad, prolongando la salida de balón y moviéndose entre líneas sin un obstáculo concreto. El segundo gol me parece muy simbólico. La corrección que hace Neymar para romper el fuera de juego es impresionante pero Oscar, casi en la línea de la frontal, espera un mundo hasta que la línea de pase es clara, sin que nadie le atosigue.

b. Juego Exterior

No menos simbólico fue el primer gol. Hulk había ganado la zona en la que debía mandar Jordi Alba, colgó un balón que Arbeloa se comió estrepitosamente y Fred remachó sin más arte que su habitual eficacia. Esta noche ha sido un via crucis para Arbeloa, sí, pero para cuando Jordi Alba pudo ajustar sus subidas a la amenaza de Hulk el partido era de Brasil. Y hoy no era un 2 contra 1 –Maggio, Candreva-, porque Alves apenas pasaba del medio campo. Jordi Alba va camino de convertirse en un desahogo automático para cualquier rival que quiera buscarle las cosquillas.

Pero hay que hablar de Arbeloa y Neymar, por supuesto. Si había dudas de que Neymar disfruta más con el pase que con el regate, hoy ha quedado claro de una vez y para siempre. La exhibición de Neymar JR ha sido memorable aunque… me quedo con la sensación de que ha derrotado a España utilizando el miedo que inspira, como si fuera un veterano. Gran parte de sus aportes han consistido en conducir el balón sin forzar, mirando a los ojos a Arbeloa, hasta colocar un pase ventajoso. El nuevo jugador del Barça ha empujado a todo el sector izquierdo español amagando desmarques y desapareciendo del centro de la jugada en el momento preciso. Neymar ha dado una lección maravillosa de juego sin balón evitando el uno contra uno estático, en donde Arbeloa es un defensor soberbio, como demostró en una jugada en la que detuvo al brasileño en medio campo. Impresionó también la variedad de pases que Neymar puede ejecutar sin necesidad de girarse, frustrando la presión del rival. Arbeloa, como le ocurre a los boxeadores novatos, había perdido el aire antes siquiera de levantar los guantes. Su partido ha sido deplorable, se ha dedicado a flotar a Neymar como si jugase a baloncesto, pero en realidad los duelos individuales no fueron tantos. Arbeloa fue derrotado, siento decirlo, porque le ha venido muy grande la comprensión del juego de su rival.

Las pocas veces que Neymar intentó pegar en serio hizo crujir huesos y encharcó hígados. Consiguió que Del Bosque gastase un cambio sacando a Azpilicueta, marcó un gol, expulsó a Piqué y, a grandes rasgos, hizo lo que quiso. Siempre desde la eficacia máxima y el apoyo al compañero como prioridad. Marcelo, Oscar y Fred le sirvieron de apoyo, mientras que Hulk por el otro lado irrumpía como un panzer.

Juego exterior, como no podía ser de otro modo, y juego interior, castigando la soledad de Busquets y la inoperancia defensiva de los interiores de España. A partir de una intensidad fanática Brasil trivializó –no sin esfuerzo- a un equipo que apenas pudo ofrecer otra cosa que Iniesta.

2- El plan de España

 

a. Iniesta

Eso sí, a veces parece que con Iniesta basta y me atrevo a decir que si Brasil no hubiera jugado con semejante fe en sus recursos, hubiera bastado. Iniesta ha sido el único rival digno para Neymar en esta competición pero en la final se ha visto solo contra el doble pivote. Mata no ha estado a la altura de lo que España necesitaba, aunque es justo decir que la autopista interior que se le regaló a Oscar nunca la disfrutó el asturiano. Brasil defendía con un doble pivote inmutable, con Thiago Silva tan imperial como siempre y David Luiz en su mejor versión. Dani Alves no subía y Marcelo regresaba a tiempo. Fernando Torres no es el tipo de hombre que puede desastacar estos partidos, Pedro y Marcelo estaban en tablas y a cada subida de Jordi Alba, Hulk liaba la contra. Iniesta tuvo que girarse una y otra vez, cosido a patadas por Luiz Gustavo y Paulinho. Hoy nadie estuvo a su lado.

Ah, por cierto. Xavi sacó un montón de corners, con el rostro muy serio, bien templaditos. Creo que ha sacado varias decenas de corners en esta Confederación. Aunque, la verdad, el bueno de Xavi no es Le Tissier para tenerle en el equipo por el balón parado. Voy a dejar el análisis táctico -si es que da para tanto- de Xavi a los comentaristas. Diré solo una cosa. Manda narices que haya tenido que ser precisamente Poli Rincón el que pidiera el cambio de Xavi ya en el minuto treinta porque “no se sabe qué pinta en el campo”. Así están las cosas. Quien tenga que tomar nota, que lo haga.

Así, con Xavi reducido a su peculiar incomparecencia, Mata perdido como un juvenil, Torres desconectado y Jordi Alba desactivado, quedaba únicamente la inspiración de Iniesta y la chispa de Pedro. Iniesta probó desde fuera del área y David Luiz sacó bajo la línea de gol –en un gesto técnico increíble- un disparo de Pedro tras pase de Mata. Por cierto, que esa jugada la provoca un balón cuerpeado por Torres con extrema precisión. Desde mi punto de vista Fernando Torres ha hecho muchas cosas bien en esta Confederaciones y me sorprende que en esta final no se haya buscado juntarle con Navas. Quizá Thiago Silva ha sido un elemento disuasorio para el concepto del centro lateral, pero no entiendo muy bien qué debía aportarle Mata al equipo a la vista de la organización adoptada.

b. Similitudes con el Barcelona

De hecho, me pregunto cuál era el plan de España para afrontar a Brasil. Sospecho que no lo había y eso es lo que valida las comparaciones con el Bayern-Barça. España aceptó las virtudes del rival y las pretendió contrarrestar con las suyas propias, sin ajustes. Diría que no fue una buena decisión. Messi justifica buena parte de esos planes conservadores –incluso imperialistas- y a veces tal prepotencia cuesta derrotas. Jugar con Xavi es jugar con diez en todas las fases del partido porque, a diferencia de lo que ocurre con el Barça, Del Bosque ha expulsado a Xavi de cualquier relevancia en el circuito de creación de ventajas, que empieza y termina con Iniesta. Ante esta situación en la que toda pérdida de balón implica transición ofensiva era temerario no disponer un sistema que reforzase a Busquets, que a este paso va a acabar teniendo agorafobia. Como temerario me pareció aceptar las embestidas de Hulk, habida cuenta del comportamiento interior de Mata.

Cuando las cosas se torcieron definitivamente –y yo diría que fue antes del segundo gol de Brasil- y a España no le quedó más que dársela a Iniesta, empezamos a ver sombras del pasado. Villa y Pedro sobre el terreno de juego sin ser capaces de crear peligro ni de estirar el campo, Xavi desaparecido y la sensación de que algo falla en la salida de balón. España, eso sí, tiene al jugador número doce que cualquier entrenador soñaría, y se llama Jesús Navas. Al sevillano se le puede aplicar eso tan manido de indefendible y saberlo crispa los nervios de sus rivales. Solo así se puede interpretar el ridículo penalti que le hizo Marcelo. En cualquier caso, Navas puede cambiar un partido pero no deja de ser un recurso esporádico al que le quitaron a su mejor socio potencial, Fernando Torres.

Pero la analogía va más allá de un simple partido y parece que los procesos que han atravesado el Barça y España justifican la comparación. En esta Confederaciones hemos visto a España desnudar sus transiciones tal y como hizo el Barça, echarse en brazos de Iniesta y buscar nuevas vías de ataque directo. Pero, llegada la hora de la verdad, cuando fallan los mecanismos colectivos, los atacantes elegidos carecen de la calidad necesaria para resolver por sí mismos. Ni Torres, ni Villa, ni Soldado ni Pedro exigen una atención desmesurada por parte de los defensores, que pueden hostigar a los mediocampistas españoles sin que la ruptura española sea suficiente amenaza para hacerles recular. Por supuesto que hablamos únicamente a partir de un balance de tres partidos en los que se han jugado dos buenas segundas partes y una prórroga formidable. Pero es lícito reconocer síntomas coincidentes. Por cierto que el Barça va a juntar a tres jugadores capaces de solucionar cualquier atasco colectivo, y España solo puede tener a uno. Será interesante observar qué implicaciones tiene esto en ambas formaciones.

No me creo, por cierto, que todos estos movimientos en España se deriven de la baja de Xabi Alonso. Ni me encaja la explicación de que Javi Martínez no le puede sustituir por ser menos fiable ni me creo que sin doble pivote España haya de convertirse necesariamente en un flan. Desde mi punto de vista las explicaciones son más profundas y tienen que ver con los primeros síntomas de agotamiento de un modelo que puede estar muriendo de éxito.

3- Últimas consideraciones

 

En resumen, Brasil ha demostrado que sabe combinar un talento extremo –Thiago Silva, Neymar, Marcelo…- con una intensidad formidable. No me parece un equipo bonito de ver, pero lo de hoy ha sido muy prometedor. España, por su parte, ha ido de más a menos tan claramente que no se pueden descartar cuestiones relacionadas con la forma física y el hastío mental de algunos de sus jugadores. Ya sé que no está muy de moda hablar del estado físico, pero a mí me parece que es un factor que no debiéramos desdeñar sin más, aunque solo sea por complementar los problemas estructurales que parece haber desnudado esta Copa Confederaciones.

Y el tema de Vicente del Bosque. Seré muy breve. Que España haya manifestado sus primeros problemas serios tras ganar una Eurocopa y un Mundial se le debe a Del Bosque, cuyos ajustes tácticos han solventado grietas más que evidentes en la coherencia del sistema. No se le puede exigir que detenga el paso del tiempo. Por eso mismo me da cierta pereza comentar qué creo yo que podría haber hecho España: tarde o temprano la selección española tenía que verse superada y tengo la sensación de que Brasil aunaba todas las características para ser el equipo capaz de derribar a España. Ahora toca ver si Vicente Del Bosque y los jugadores son capaces de encajar el golpe y reciclar la propuesta. Si ha parecido que culpo al entrenador de la derrota, no me he expresado adecuadamente. Me temo, eso sí, que no ha tomado decisiones que parecen obvias vistas desde fuera. Son las mismas decisiones que se le piden a Tito Vilanova y, si los rumores son ciertos, las mismas que Pep Guardiola no quiso tomar. Me acuerdo ahora de la frase de Marx con la que empecé este post. Espero que la historia de la mayor de nuestras leyendas no se convierta en una farsa indigna de todo lo que le ha dado al fútbol. Los resultados son lo de menos. Sencillamente, sería una pena.