La situación en el verano del 2008 tampoco parecía demasiado prometedora. El Barça tenía hasta 5 centrales puros en nómina pero no presentaban las garantías necesarias para afrontar la temporada. A saber: Rafa Márquez llevaba dos años de Rodríguez y con un rendimiento tan bajo que a punto estuvo de salir del club; Gerard Piqué parecía una buena apuesta para la rotación, pero tras un papel bastante testimonial en el Manchester de Ferguson no todos apostaban por él; Cáceres si tenía mejor pinta pero su elevado precio y su club de procedencia (Recreativo de Huelva) hacían arquear mas de una ceja: y Gaby Milito estaba recientemente lesionado y con la fecha para su regreso aplazada sine die. Sólo Carles Puyol, resucitado por primera vez en la Eurocopa de Austria y Suiza mostraba todas las garantías para competir.

Sin embargo Guardiola dio con la tecla. Tras desechar primero al uruguayo como central y después su idea de la necesidad de tener un centra libre y otro marcador, logró alcanzar la seguridad defensiva que necesitaba su modo de juego vertical y agresivo. Márquez-Piqué fue la pareja del año aunque no siempre jugasen juntos. Sin necesidad de ser rápidos y a pesar de estar casi siempre en la línea del medio del campo, eran infranqueables. El primero por anticipación y veteranía; el segundo por presencia, cuerpear, y lectura. Y por si fuera poco, ahí estaba Puyol, tanto en la rotación como en la ayuda desde los laterales. El resultado fue claro: a pesar de que el equipo estaba mucho mas expuesto que en años posteriores, se ganó un triplete, Valdés alcanzó el Zamora en Liga y Benzema, Ribery, Luca Toni, Drogba o Cristiano Ronaldo fueron detenidos en Champions.

Además ofensivamente los centrales también tenían un peso acorde a lo que se pide de ellos. Su participación en la elaboración del juego, a veces desde la misma línea de fondo era fundamental. Márquez con su brutal desplazamiento en largo (esta vez para el renacido Henry) y Piqué también probando esta suerte pero sobre todo con conducciones con balón y llegadas al área contraria sin él eran un sello de identidad del club y del modelo de juego de Pep. Fue la última temporada que vimos esto en Can Barça.

En la siguiente la cantidad de centrales del club seguía siendo la misma, con la salida de Cáceres y la entrada de Chigrinskiy que venía a reforzar la idea de dos centrales dominantes y de salida de balón. Sin embargo fue un fichaje que fracasó antes de debutar, lo que unido al definitivo bajón de Márquez dejó al equipo casi sin margen (buena prueba de ello fue la titularidad de Milito en el partido decisivo contra el Inter). Piqué y Puyol fueron la pareja dominante, y aunque los dos se encontraban cómodos en un sistema que los protegía desde la posesión y cuajaron un buen año, ya se evidenciaba que faltaba cantidad y calidad. Calidad sobre todo ofensiva, perdiendo mucho peso en salida (la diagonal Márquez). Fue el primer año que los centrales no tuvieron de verdad peso en el juego, que no crearon ventajas. Algo que se mantiene hasta hoy.

Esta situación se agravaría el curso siguiente. Más bajas en defensa (el mexicano y el ucraniano se fueron) que no fueron sustituidas por nadie crearon la sensación de que el club tenía miedo a reforzarse en una posición que le hacía falta. A pesar que se aseguraba que sería el B el que nutriría al Barça, tuvieron que ser Mascherano y Abidal reconvertidos los que salvaron al equipo en una situación que aún empeoró más con los problemas físicos de Puyol. El talento defensivo puro seguía menguando mientras que destacar en la faceta ofensiva ya ni se buscaba. Simplemente recursos individuales para solucionar problemas colectivos. El asunto funcionó, pero la herida se fue abriendo.

La realidad fue el que el Barça ya parecía jugar sin defensas llegado el caso. El último año de Pep, el de la zaga de 3, mostró situaciones en las que Piqué, que además estaba en el peor momento de su carrera, era el único defensa sobre el campo. “En el Barça los defensas deben actuar como mediocampistas” decían. Por la posición y altura en el campo que utilizaban podía creerse que era así, pero lo que se mostraba era una falta de talento alarmante en una zona tan específica del campo como esta. Se consiguió ir salvando la situación porque el equipo defendía con el balón, pero en cuanto esto dejo de hacerse y el equipo se volvió, se vieron todas las costuras. Y aún no han sido remendadas.

Nadal para jugar de central, Frank de Boer, Déhu, Christanval, Anderson… la nómina de centrales de fuera del club que no triunfaron es amplia y no se limita solo a los últimos años de existencia de la entidad, donde la especificidad del sistema parecía servir de excusa. Es un problema que hay que arreglar: ya dura demasiado.