En cierta ocasión, hace ya muchos años, un equipo mediano comenzó a construir una cárcel y le salió tan grande, tan hermosa y perfecta, que pudo aprisionar tras sus barrotes al mundo entero. Los equipos rivales, de pronto, parecían niños furiosos rascando paredes de hormigón, impotentes, enterrados hasta las rodillas en inmundicia, incapaces ya de hacerle daño. Así, confiado en su poder, el gran arquitecto pudo pasear en paz, vagando por sus dominios como el terrateniente que sabe que ningún campesino podrá igualar sus armas. Tan orgulloso llegó a estar de sí mismo que decidió echarse una siesta y soñó que se convertía en el mejor equipo de la historia. Cuando abrió los ojos descubrió, aún perezoso, que había despertado al otro lado de los barrotes, dentro de su propia cárcel. Tenía que competir con rivales que, mientras él dormía, habían aprendido a luchar a muerte con medio cuerpo enterrado en el barro…
Los muros de esta prisión tienen mil nombres. Muchos lo llaman modelo. Otros, ADN. Los hay que, menos prudentes, hablan de filosofía. Pero todos coinciden en que para poner ladrillos en esta cárcel hay que aprender antes un lenguaje arcano y misterioso: el idioma Barça.

No son horas para demasiadas licencias poéticas así que llenemos la metáfora de contenido. Villa, Alexis, Neymar, Song, Mascherano, Ibrahimovic, Hleb, Chigrinskyi… se supone que todos tienen que aprender a hablar el idioma Barça o aceptar resignados su inferioridad. Masía o barbarie. En el Barça se ha infiltrado hasta lo enfermizo la ideología de que quien viene a este club debe “aprender” a expresarse en el lenguaje culé, hasta el punto de que no faltó quien pedía a Cesc que se olvidase de lo asimilado en la Premier, o quien reprochó a Thiago ser distinto a Xavi e Iniesta. Villa, Alexis y Neymar debían aprender a llenarse las botas de cal para mayor gloria de “los bajitos”, Song tenía que aprender a devolverla a un toque para convertirse en un Busquets forzosamente inferior, Mascherano ni siquiera tuvo una segunda oportunidad en el medio campo… y al Tata Martino se le elogia desde las altas esferas por “comprender lo que es el Barça”.

¿No hay un rasgo de prepotencia cultural en esa idea de que los elementos exógenos deban adaptarse al modelo hasta el punto de abandonar los rasgos que caracterizan su visión del fútbol? Una segunda pregunta me parece obligatoria. ¿Para qué ficha el Barça, entonces, a grandes jugadores? ¿Para exigirles que renieguen de lo que les hizo grandes y se conviertan en versiones menores de sí mismos? Para esto valdría más fichar a jugadores de segunda fila y meterles en la cabeza un papelito con el alfabeto blaugrana para que, a la manera de un golem, obedecieran las órdenes de sus superiores.En sus últimos tiempos como entrenador Cruyff llegó a insinuar algo parecido…

Ya voy llegando al partido de hoy. Pensemos en Villa. ¿No habíamos quedado en que el guaje se había vuelto lento con la edad, incapaz de fajarse con centrales de elite, reducido a una mera comparsa indigna del Barça? Quién lo diría. Hoy el guaje, sin hacer un partido memorable, le ha sacado las pegatinas a Piqué, ha marcado un auténtico golazo y ha jugado de espaldas como en sus mejores tiempos. A lo mejor es que Villa ya se sabía el abecedario antes de llegar al Barça y, a lo mejor, nos hemos perdido la oportunidad de pedirle al guaje que fuera él mismo, al servicio de su propio talento y no esclavo de virtudes ajenas.

Asentemos un poco más las ideas. Los dos mejores jugadores del Barça han sido Mascherano y Alexis. No es la primera vez que ocurre en los últimos tiempos, aunque al primero se le reconoce de vez en cuando y al segundo casi nunca. No hubo «idioma Barça» en su partido: Mascheranofue casi toda la línea defensiva, haciendo coberturas a Alba contra Costa y a Piqué contra Villa y Turán, encimando a la línea de medios y corrigiendo por puro talento. Alexis, por su parte, tiró desmarques que insuflaron oxígeno y fue el elemento clave para sostener una presión bastante ineficiente. Mascherano y Alexis no juegan al tiquitaca pero ofrecen argumentos igualmente valiosos. Si el Barça sigue vivo en la Supercopa es gracias a su capacidad para competir.

Antes de seguir contemplemos la propuesta del Atlético, que no tuvo nada fuera de lo común. Simeone dispuso al equipo en un 4-5-1 muy corto, con la línea defensiva cerca del área propia y los tres volantes dedicados a crear superioridades en el medio campo. Mario Suárez lideraba la presión sobre la base de la jugada del Barça, Kokecaía a banda para cerrar el avance exterior y Gabi quedaba libre para intensificar la presión en dónde hiciera falta. Con tres mediocampistas más un central dispuestos a encimar a los interiores del Barça el Atlético tuvo una gran superioridad durante tres cuartas partes del partido. El sistema defensivo regalaba las bandas –sí, digámoslo ya, las sensaciones del Barça han sido puro 2012- y fijaba a Jordi Alba con Diego Costa. El brasileño es un monumento al fútbol en todas sus dimensiones. Costa fue el principal mecanismo de salida del Atlético: ganó todos los balones, los jugó con criterio y concitó la atención de Mascherano y de Alba. La otra pieza que hizo posible la superioridad del Atlético fue Turán. Arda es como el Modric colchonero, un tipo que nunca pierde el balón y siempre toma decisiones correctas. El Atlético presionaba en ventaja gracias a su 3+1 por dentro y disponía de dos salidas seguras, al pie con Turán y en carrera con Costa. Si a eso le sumamos un afiladísimo Villatenemos que el desafío de Simeonefue más que consistente. Pero, lo dicho, podíamos imaginar que haría algo como esto.

El fútbol, como la vida, es dialéctica, y el Barça parecía estar recordándolo con el Tata. Veremos qué pasa en futuros encuentros. Hoy hemos vuelto a la ortodoxia culé, al paradigma del 75% de posesión y a la transición defensiva confiada a la magia imposible de Busquets. Y el Atlético no ha tenido nada que ver en esto. Alves se ha pegado a la banda, expulsando a Alexis y dejando la base de la jugada para Xavi. Pedro fijando por fuera, Iniesta y Messi pidiéndola al pie y JordiAlba más preocupado por Costa que por atacar. El panorama nos suena. El único mecanismo novedoso ha sido la insistencia en el cambio de orientación, especialmente por parte de Piqué con dirección a Pedro. ¿Ensayo del Piqué-Neymar que podría recuperar los viejos sabores del Márquez-Ronaldinho? Lo dudo: la solución es la misma pero el problema es diferente. Como el Atlético de Madrid regalaba las bandas en posicional Piqué intentó obligarles a bascular a base de pelotazos… y, ojo, funcionó. Pero no hubo apenas movimientos de ruptura por parte de los mediocampistas para aprovechar esta salida de balón tan poco ortodoxa. Piqué habilitaba a Pedro, que sin movilidad es un peso pluma, estiraba a la defensa del Atlético, pero ni Iniesta ni Messiamenazaban para girar a los colchoneros.

El único que interpretó bien la primera parte –con la salvedad de Mascherano, colosal, y un aceptable Busquets- fue Alexis. Alexis lanzó al menos dos tipos de desmarques: uno de espectro muy corto, con el que arrastraba a un medio campista para intentar desahogar a Messi, y otro más profundo fuera-dentro con el que logró empujar algún metro a la defensa del Atlético. Lo consiguió solo, por puro empeño y lectura táctica, pero el contraste con Costa fue casi doloroso. Mientras que Costa enfrentaba a Alba y exigía la ayuda de Mascherano, Alexis tenía que vérselas con Filipe Luis y Gabi/Koke, apoyados por Godín. A Costa se le regalaba el uno contra uno mientras que Alexis afrontó varios tres contra uno. Digamos, de paso, que Juanfran y Filipe Luis hicieron un partido extremadamente solvente, pero ni ellos ni la defensa en conjunto tuvieron que afrontar un ataque excesivamente afilado.

Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado en tres días? Que nadie me diga que el Atlético es más rival que el Levante, porque eso no tiene nada que ver. Hablamos de lo que se propone, no de lo que se consigue. La intención dinámica del Barça en el Camp Nou, fresca y renovada, se ha convertido hoy en la ortodoxia posicional del pase horizontal y no hace falta ser un genio para poner nombre y apellidos al elemento ausente. Se llama Cesc y aún está a tiempo de irse a la Premier. Cuidado. El partido de Xavi no ha sido bueno pero… ¿qué podemos decir sin que alguien nos acuse de fobia contra el bueno de Xavi? Contra el Levante, Hernández dominó la media punta, marcando las diferencias con su gesto técnico. Aceptemos que el Xavi de España es viable y no exijamos que tenga la velocidad física necesaria para desarbolar un sistema defensivo de élite. Ataquemos, pues, a Iniesta. Si Cesc fue hiperactividad y movimiento, Iniesta ha sido indolencia, hasta el punto de que su lentitud perjudicó a Neymaren la segunda parte. No hay mucho que decir de Messi, que trotó la primera parte y se retiró, aparentemente lesionado. Munich y Lyon en la memoria…

La entrada de Cesc por Messi fue beneficiosa para el equipo, y eso que se condenó a Fábregas al nueve. En serio, revisen su exhibición. Los movimientos de Cesc fueron fabulosos, indetectables… solamente su generosidad mal entendida impidió que el Barça se llevara una victoria que, por otra parte, habría sido inmerecida. Ahora mismo Cesc es indiscutible, el medio campista en mejor forma del equipo. No sé si ocurre algo en los entrenamientos que no vemos, si las jerarquías pesan, si el Tata quiere proceder con prudencia… pero si Fábregas juega el Barça mezcla estilos y si no está todo es más lento y previsible. Lo mismo vale para Neymar que, gol aparte, tiene una claridad de ideas tan acusada que desequilibra al rival con el pensamiento. El Pedro agitado y dinámico de España puede quitarle algún minuto a Neymar: el Pedro de 2012, o el de esta noche, es una broma.

Los cambios perjudicaron al Atlético, que solo tiene un hombre al nivel técnico de los titulares y no ha sido capaz de convertirle en futbolista. Adrián se quedó en la grada y la entrada del Cebolla, Baptistao y Oliver Torresempobreció a los de Simeone. Cierto, Oliver puede ser muy grande, pero aún le supera imponerse por intensidad a un Barça medio espabilado. Y es que con Cescy Neymar el Barça empezó a encontrar respuestas. No creo que el motivo fuera el bajón físico del Atlético sino el talento de Fábregas. Por fin los desmarques de Alexis encontraron un destinatario – de una ruptura de Alexiscasi llega un gol de Cesc- y por fin Juanfran empezó a vivir en banda, obsesionado con la facilidad que tiene Neymarpara infiltrarse por donde nadie espera. Iniestano aprovechó los huecos, y es que su partido tiene delito, pero la posesión fue un poco más segura y el Barça logró minutos de cierto nivel.

Pero los méritos globales no cambian. El Atlético hizo más que de sobra para llevarse el partido y el Barça sobrevivió gracias a mecanismos teóricamente ajenos a su “idioma”. El balón en largo de Piqué, la lucha de Mascherano, los desmarques de Alexis, el pivoteo de Cesc, la conducción de Neymar… ¿Por qué no se puede construir una nueva cárcel utilizando los ladrillos que nos vienen de fuera? No discuto que la posesión y la Masía sean la base del Barça. ¡Celebro que así sea! Pero el simbolismo de este Villa renacido demostrando que su peligro es infinito me ha parecido bastante duro tras verle dos años convertido en la sombra de la bota de Messi. ¿Podrá el Tata Martinovencer las inercias de un sistema de posesión defensiva que hoy ha vuelto a revelarse asfixiante y empobrecedor? ¿Podremos aprovechar al Cesc anárquico de la Premier? Ojalá el Barça se convenza de que los modelos sirven para hacer callar a los rivales y no para crear un discurso eterno e inmutable. El estilo, cuando no da vida, mata.