No es fácil valorar cuál es el peso exacto del contexto que rodea un partido de fútbol. Aunque la propuesta del Barça contra el Bayern de Pep me desilusionó mucho, era justo reconocer que la diferencia de preparación y la ausencia de titulares desnaturalizaba al Barça. Hoy creo que es forzoso comenzar el postpartido con una evidencia: la primera parte del Santos fue lamentable. La segunda fue bastante más competitiva, aunque se llevaron otros cuatro. En una pretemporada siempre hay motivos para relativizar cualquier conclusión si nos fijamos en el rendimiento y/o la configuración de los contendientes. A veces hay diferencia de ritmo, de preparación, faltan titulares, falta motivación… Pero las pretemporadas no enfrentan únicamente a un equipo contra otro sino a un proyecto contra sí mismo, contra sus propios límites. Las pretemporadas están, entre otras cosas, para que los jugadores reclamen sus derechos, compliquen las decisiones al entrenador, solidifiquen asociaciones y, ante todo, se forjen las dinámicas que permitirán competir hasta el final a un grupo. Creo, por tanto, que la dialéctica de los enfrentamientos debería importarnos menos que la propuesta de cada equipo y, en este sentido, me parece poco dudoso que la mano del Tata comienza a notarse en el Barça.

Había, por lo menos, cuatro ejes a partir de los que se podía analizar la influencia del Tata Martino. El primero era la recuperación de pelota, el segundo el circuito de salida de balón, el tercero, las rutinas de transición defensiva y el cuarto el comportamiento de los atacantes. El tercero podemos despacharla con un par de intuiciones, puesto que el Santos apenas inquietó la portería del Barça. Durante la primera parte, en la que jugó probablemente el mayor número de titulares, hubo un amago de transición defensiva en la que Piqué salió hacia banda para presionar junto a Alves y Busquets se insertó de inmediato entre centrales, formando una línea de cinco muy apretada. Fue un chispazo, como una iluminación de las de Walter Benjamin, pero fue un gesto extremadamente Newells. El segundo chispazo que nos permite atisbar algo es el rol de Javier Mascherano. Aunque luego hablaremos de la presión, el argentino dio una lección espectacular de anticipación y agresividad que nos deja claro por dónde pueden ir los tiros en defensa. Es más, creo que Mascherano acaba de rebajar un par de millones el precio del central que se fiche. No imagino a muchos jugadores del mundo exhibiéndose en la corrección como Masche y no es la primera vez que el argentino nos recuerda que, aunque muchos añoremos verle de 5, hay pocas anticipaciones en el mundo como la suya.

Hablemos de la presión tras pérdida. El Barça que hemos visto en el Gamper se ha mostrado más guardiolista que el de la última época de Pep. En la primera parte hubo un momento impactante: Xavi se juntó a Alves y a Alexis en la presión contra un defensa del Santos, al que asfixiaron junto al córner. No me ha parecido una presión excelente aunque la disposición ha sido superior a casi cualquier momento de 2012 y 2013. Hay, no obstante, diferencias con el Barça 2009-10: la presión frente al Santos ha reflejado esa mezcla entre anarquía y orden tan característica de Paraguay y del Newells. Los jugadores físicamente más dotados para ejecutarla (Dani Alves, Pedro y Alexis) lanzaban expediciones solitarias para presionar al primer receptor mientras que una segunda avanzada (liderada, ahora sí, por Busquets y los mediocampistas) se movía hacia el balón. Visualmente el resultado es plenamente guardiolista: conceptualmente no lo es tanto o, al menos, no se procede del mismo modo.
En cuanto a la presión en fase defensiva tenemos que destacar forzosamente la anticipación sobre la recepción. Como dije, Mascherano ha impartido un nuevo máster –y van…- pero también se unieron los laterales, Busquets y, en menor medida, Piqué. De nuevo la mano del Tata se nota en el planteamiento. El medio campo se mueve hacia la zona en la que se produce el intento de anticipación de manera que, se gane o no el balón en primera instancia, se castiga cualquier titubeo del rival. Así hemos visto a Iniesta recuperar algún balón gracias a esfuerzos intensos pero muy cortos, aprovechándose de las dudas que generaba en el Santos la inminencia de la anticipación de la línea defensiva. La combinación entre ataque individual al primer receptor y agrupamiento colectivo en torno a su espacio vital serán claves para entender todo el sistema de presión del Barça, tanto en transición como en estático.

En la segunda parte este mecanismo perdió potencia con los cambios. Mascherano siguió a su nivel pero Bartra y Montoya no parecen excesivamente fiables, en especial el primero. Aprovecho para comentar algo sobre los defensas. Bartra está claramente superado por sus circunstancias y ya importa poco si tiene nivel para el primer equipo o no lo tiene: la cuestión es si es inmediatamente aprovechable o si no lo es. La respuesta es compleja pero no destacó ni en la marca ni en la salida de balón y no parece que en el juego a balón parado sea un activo fundamental para el Barça. El Santos remató dentro del área la mayor parte de córners y faltas. Por cierto, en un remate de cabeza a bocajarro Pinto sacó una mano prodigiosa; no me cansaré de lamentar por anticipado el día que tenga que irse del Barça. El papelón de Montoya no es inferior al de Bartra, aunque por circunstancias diferentes: Montoya, siendo un excelente lateral, es claramente inferior a Dani Alves en todas las facetas del juego y, aún más grave para sus aspiraciones, es igualmente inferior a Adriano. Adriano se ha marcado un partidazo, entendiéndose bien con Neymar, ayudando a Mascherano a mantener alta la línea defensiva, marcando un golazo y filtrando un pase de escándalo para que Cesc sirviera en bandeja el séptimo a Dongou. Hoy Dani Alves ha demostrado que es el mejor lateral del Barça -¿había dudas?- y Adriano, de momento, es el tercero.

La salida de balón nos obliga a valorar los jugadores que puso en liza Martino en cada parte. En la primera jugaron Busquets, Xavi e Iniesta en su disposición habitual, con Piqué y Masche de centrales, Alba y Alves en banda, Alexis y Messi arriba. Necesitamos a todos estos jugadores para comprender la salida de balón del Barça que se ha complejizado un poco. Para empezar hemos despejado una incógnita que nos hizo hablar mucho en Rondo Blaugrana: efectivamente, el Barça sí que se ha saltado parte del circuito de salida de balón. En el primer tiempo y ante la nula presión del Santos, hemos visto en más de una vez cómo Piqué o Busquets buscaban a Alexis –sí, como suena-, en derecha, el chileno se la daba a Messi de cara y corría a ocupar la zona del 9. Alves doblaba por fuera y, extremadamente interesante, Xavi ocupaba zona de tres cuartos. Esta jugada se combinó a menudo con una salida más ortodoxa con Xavi en la base y Alves doblando a Alexis por dentro. Era de esperar que se recuperase la triangulación y, en la primera parte, Alves fue protagonista de gran parte de las asociaciones. El peso de la zona derecha fue muy dominante en el primer tiempo. Piqué, por cierto, como Vergini en el Newells, se internaba a menudo con el balón controlado hasta tres cuartos y ahí, en lugar de girarse, combinaba con los delanteros para generar desequilibrio. No sé si está dinámica sería sostenible contra los grandes europeos pero el movimiento está ahí.

En la segunda parte tenemos a Mascherano y Bartra, Song, Sergi Roberto y Cesc en la media, Montoya y Adriano en los laterales y, según la fase del partido, a Alexis y Messi/Neymar. Hubo cambios sensibles y toca mojarse, yo creo que hemos visto un medio del campo mucho más del Tata. Los primeros quince minutos de Fábregas han sido soberbios, me han hecho soñar con el Arsenal y el Cesc que juega tranquilo, con liderazgo y aplomo. Cesc, cosa curiosa, ha partido de interior izquierda volcando el juego por completo hacia ese sector del campo, quizá coincidiendo con la entrada de Neymar. Cada pase de Cesc era una lección magistral de sabiduría, superaba líneas con una facilidad pasmosa y mejoraba las opciones de sus compañeros. El movimiento no fue complejo, creo yo: Cesc pivoteaba los pases de Song y Adriano hasta que Neymar, Messi o Sergi Roberto le permitían ganar metros con un apoyo corto. Entonces Cesc, que hasta entonces ocupaba la vertical, se movía en horizontal y generaba superioridades. Tan fácil como hermoso, puro Arsenal. Hay que decir que Sergi Roberto le acompañó en la tarea equilibrando al equipo, ofreciendo rupturas y comportándose más o menos como hacía Cesc el año pasado: aportando coherencia posicional a los movimientos de sus compañeros. Hay una diferencia, y es que a Sergi Roberto parece irle como anillo al dedo la compensación táctica y Cesc necesita liderar. 15-20 minutos muy ilusionantes en un momento en el que el Santos estaba presionando con más intensidad y mejor organización.

Nos quedaría hablar de los atacantes. Messi hizo un buen partido en el que se le vio muy enchufado. La verdad es que el mediocampo del Santos le regaló la espalda –seguían presionando a Xavi e Iniesta incluso aunque el balón ya no fuera alcanzable- pero Alves y Alexis hicieron muchísimo para habilitarle huecos, logrando una ocupación completo de la banda y la zona de área. Hoy Messi recibió un ecosistema favorable y, evidentemente, generó juego y peligro. Pedro hizo un partido interesante, con mucha implicación y bastante llegada. Todas las miradas estaban puestas sobre Neymar que lo hizo bastante bien, aunque la falta de timing con sus compañeros y cierta incomprensión del juego del Barça es evidente. Aún así en absoluto parece un cuerpo extraño en el equipo, al contrario, visualmente encaja. Los defensas rivales saben que no le pueden ofrecer metros y le enciman en un 2 contra 1, y esa mera sensación de amenaza convierte al Barça en algo muy diferente. Neymar fue, para entendernos, mucho más Villa que Henry, pero con la certeza de que el menor descuido en la marca eliminaría defensas y, de hecho, así ocurrió. A la que tuvo una oportunidad Neymar se regateó a un rival en una ocasión y, en otra, asistió –con una precisión de ensueño- a Fábregas. No podemos dejar pasar su tendencia a buscar soluciones más complicadas de lo necesario y cierta descoordinación con Cesc. Es normal. Para el tiempo que lleva en el Barça su integración me parece notable, aunque aún no sobresaliente. A partir de ahora viviremos con la tranquilidad de que los rivales nunca más podrán regalar las bandas sin pagar un castigo. A partir de ahí pasará lo que tenga que pasar, pero con Neymar se acabó lo de jugar encerrados en 20 metros.

Alexis Sánchez está de camino, señores. Aún no es el jugador que nos deslumbró en el Udinese y a veces insiste en sus incomprensibles fintas sobre sí mismo, pero quien no vea que su aportación ha sido enorme es que no lo quiere ver. Como ya comenté, Alexis se entendió a la perfección con Alves y Messi para ocupar el 9 o caer a la banda según requiriese la ocasión, pero también nos dejó alguna jugada hermosa –preciosa combinación con Pedro en la primera parte- y una inagotable capacidad de presión. El gol que marcó rematando una suave asistencia de Messi quizá nos esté hablando de una mayor confianza en su disparo; si el chileno mantiene este nivel y no falla ocasiones del modo grotesco en que lo hizo el año pasado, Pedro y Tello tendrán que esperar su oportunidad. En la segunda parte jugó Nieto un rato en sustitución de Alexis y dejó algún buen detalle pero el otro nombre que hay que anotar en la delantera es el de Dongou. Creo que voy a dejar que algún compañero se explaye en los comentarios. Solamente haré notar que el canterano no hizo nada mal, que yo viera. Además de las cosas buenas –desmarque, movimiento hacia gol, mucha sensibilidad con el balón en carrera…- es que no se equivoca en nada. Este chico tiene algo, sin duda. A ver si no nos lo estropean.

Termino donde empecé: el Santos fue una banda. Durante todo el primer tiempo apenas hubo rival y, en el segundo, el Barça machacó al Santos cuando y como quiso, pese al cambio de actitud de los brasileños. ¿Las virtudes que se han notado en el equipo quedan anuladas por la endeblez del competidor? Relativizadas, sí, desde luego. Muy relativizadas. Pero hemos visto lo que hemos visto y la música suena bien. El Barça presiona de nuevo, tiene amenaza por las bandas y cierta voracidad ofensiva que no tiene que ver con el resultado sino con los movimientos que hemos observado. Se nos plantea una pregunta dolorosa por el gran cariño que asumo todos le profesamos a Tito Vilanova, pero me siento obligado a hacerla: ¿habríamos visto estas señales positivas en el Barça sin la llegada del Tata Martino? Yo creo que no. Al margen de las nuevas rutinas que he comentado –a la espera de constatar con vosotros si me he perdido algo, o si he interpretado el partido de modo incorrecto-, hay un dato que me parece, ahora sí, concluyente. En la primera parte, con Xavi en el terreno de juego y el Barça aplastando a su rival la posesión se quedó en el 57%. Creo que la señal es clara y nos habla de nuevos tiempos. Hoy el correlato necesario de cada circulación del balón ha sido la búsqueda de una opción de ataque y eso se había perdido en algún momento de 2011.

Ilusión. Mucha ilusión con este Barça.