PACO JÉMEZ NO SABE DE IMPOSIBLES

Con el menor presupuesto de Primera División, graves problemas institucionales, una plantilla llena de jugadores que parecían llegar de vuelta de todo y un técnico debutante en la categoría, el Rayo Vallecano logró su mejor clasificación liguera de la historia. Un éxito, un milagro deportivo, que sólo se puede explicar a través de la figura de Paco Jémez, quien con talento, trabajo y firmeza logró que su equipo no sólo fuera elogiado de forma condescendiente por su propuesta alegre y atrevida, sino también por lo bien que jugaba al fútbol y lo complicado que era de batir. Ahora, sin cuatro de sus futbolistas más importantes, vuelve a comenzar prácticamente de cero. Las condiciones son las mismas, pero nosotros ya sabemos algo que hace doce meses desconocíamos: Paco no sabe de imposibles. Y Vallecas, tampoco.

El estilo no va a cambiar, porque jamás lo ha hecho ante nada ni nadie. Ni lo hizo después de perder 6-1 en Pucela ante un rival directo con las consiguientes, ni si tiene que visitar el Santiago Bernabéu de Cristiano Ronaldo. El Rayo Vallecano va a seguir situando muchos hombres por delante del balón, asumiendo muchos riesgos en la posición de sus futbolistas, intentando llevar el peso del partido y, como consecuencia de todo esto, cediendo muchos espacios al rival. Como diría Lillo: es una propuesta arriesgada, pero Jémez pensó que más lo sería no arriesgar. De esta manera, los nombres son importantes pero ni mucho menos imprescindibles. El derroche físico de Javi Fuego, la calidad del Chori Domínguez, el gol de Piti o la clase de Leo Baptistao lograron que el Rayo pudiera haber ido a Europa de haber prosperado su recurso ante el TAS, pero lo que convirtió al Rayo en un equipo de Primera División fue su fe en el mensaje de su técnico. Éste es el gran activo de un equipo que no duda ni mira hacia atrás. Un equipo que sabe lo que hace.

El asunto es bien sencillo y se puede resumir en una declaración que Paco Jémez después de salir goleado del Calderón hace unas semanas: “Hay 19 equipos y nosotros somos el 20, los que estamos por debajo. Cuando seamos conscientes de que a nosotros nos cuesta muchísimo hacer las cosas y muchísimo ganar partidos, entonces entraremos de nuevo en la dinámica buena”. Bajo esta idea, Trashorras se convirtió en un jugador capaz de perseguir a su par durante sesenta metros. Bajo esta idea, cada futbolista después de perder el balón apretaba a quien se lo había robado hasta cortar el contragolpe. Bajo esta idea, el Rayo puede volver a hacer posible lo imposible porque, además, de nuevo cuenta con jugadores de mucho talento.

Saúl Ñiguez, Iago Falqué, Alberto Bueno, Joaquín Larrivey, Raúl Baena, Nery Castillo y Jonathan Viera son los nombres más importantes que ha dejado el verano en el club de la barriada de Vallecas. Futbolistas que han llegado a bajo coste, que han llegado tarde, que han llegado en forma de cesión, pero que sobre todo encajan muy bien en el 4-2-3-1 de su nuevo equipo. De momento Paco no ha podido tener a todos ellos a su disposición y no sabemos cuál puede ser su equipo ideal, pero con el precedente de la pasada campaña podemos intuir bastantes cosas sin miedo a equivocarnos.

En los costados, el Rayo necesita jugadores desequilibrantes. Diferentes. La intención de Paco Jémez es hacer el campo muy ancho, jueguen en casa o fuera, buscando dejar en situaciones de uno para uno a sus extremos o generando superioridades con las subidas de los laterales. Así disfrutaron el año pasado Lass Bangoura o José Carlos, quien se lesionó de forma grave en el primer partido de la temporada. Una complicación más, pero que dará la oportunidad a Viera o Falqué. La calidad y el talento se les presupone, porque ha quedado constancia en la Liga Adelante, pero queda por ver si lo explotan como deben. El contexto, sin lugar a dudas, es ideal.

El caso del centro del ataque es el más complicado. Alberto Bueno es capaz de pausar, moverse bien entre líneas y crear peligro en las inmediaciones del área, pero ahora el punta es Larrivey y no Leo Baptistao. El argentino juega bien, pero decide poco. Sus apoyos largos ayudan al equipo, pero el Rayo genera mucho y necesita un delantero capaz de convertir este fútbol en goles. Quizás Paco llegue a optar por sentarle en el banquillo ante el posible empuje de Nery Castillo y del propio Alberto Bueno, pero aquí sí que sí estamos construyendo puentes en el aire. Sea como fuere, en su plantilla ya no tiene ni la zancada de Leo ni la presencia de Piti en el área. Será complicado, pero marcar siempre lo es.

El otro futbolista que se ha marchado y resultaba clave en el dibujo del Rayo era Javi Fuego. Su labor no consistía sólo en correr, sino en correr mucho y con sentido. Una tarea que ejecutaba a la perfección y que ahora recaerá en Raúl Baena o Saúl Ñíguez. Seguramente el más parecido a Fuego sea el otrora jugador del Espanyol porque está acostumbrado a quedarse y no a volar, pero Saúl está arrancando con mucha fuerza la temporada. Decida por quien se decida el técnico canario, el acompañante será Roberto Trashorras. Y aquí hay que pararse. De los hombres de ataque, él es el único fijo. Conoce la idiosincrasia del equipo, la manera en la que se debe trabajar y la forma en la que se ha adaptado a esta idea hasta liderarla. Brilla con balón y sorprende sin él. No es el capitán, pero sí el símbolo más nítido de todo lo que pretende ser el Rayo Vallecano. Nunca pareció ser un buen ejemplo, pero ahora lo es.

Al margen de esto, realmente sabemos lo mismo que hace unos pocos meses con la diferencia de que los nombres han cambiado. Los resultados no están siendo favorables en este comienzo de curso y las sensaciones nos hacen añorar a los que se han ido, pero esto es algo que también sucedió la temporada pasada. Parece un deja vu. El Rayo entonces perdió 0-5 ante el FC Barcelona, se comenzó a cuestionar el sistema de Jémez y se echó en falta a la figura de Michu; pero pronto Piti ocupó su rol, el Rayo comenzó a sentirse cómodo y, por lo tanto, a conseguir buenos resultados. Como demostraron, lo importante fue persistir en su idea. Esa que se refuerza, sobre todo, en los partidos donde a priori debería sufrir. Sólo hay que recordar la última visita del Rayo al Camp Nou. El FC Barcelona ganó 3-1 el partido, pero el Rayo se fue mucho más contento a casa. Habían perdido en goles, pero ganado en seguridad y confianza. Se acababa de reafirmar. Y esto, por supuesto, vale más que tres puntos.