Arrancó el partido con tres novedades en el once inicial. Dos de nombres, Song y Tello, y una de posición, Neymar, ocupando la ubicación de DC. Pronto se vio que la cosa no sería sencilla puesto que el Real Valladolid desnudó por completo al sistema defensivo azulgrana. ¿De qué manera? De todas las posibles, prácticamente.

La famosa presión no existía como tal. Sí la actitud de encimar al contrario, pero no la disposición adecuada del equipo. Una línea defensiva más retrasada y laterales obligados a estar muy abiertos por culpa del rival, dejaban muchos metros cuadrados para la recepción de los centrocampistas blanquivioletas. Y en estas Song deambulaba intentando evitar la ruptura total del equipo generando un espacio muy goloso a su espalda que los de JIM se encargaron de aprovechar.

Salida mediante combinaciones, paredes, balones en largo, cruzados y llegadas de segunda línea a los rechaces, el rival disponía de todas las facilidades posibles para llegar con varios efectivos al área blaugrana. Eso sí, todo esto ejecutado con mucha rapidez y precisión, y sin cometer apenas pérdidas durante la primera parte. Y abiertos, siempre muy abiertos, ensanchando el campo, y el FCB sufriendo para recuperar el balón en zonas en las que pudiera generar ventajas. Gran primera parte la de los vallisoletanos.

En un remate de córner de Javi Guerra se adelantaron los castellanos, posiblemente de los peor defendidos en años. Siempre es un tema recurrente el de la falta de centímetros pero no se ve ningún tipo de solución a corto plazo a este problema endémico. Ni la marca zonal como la individual logran minimizar el daño que recibe el equipo a balón parado.

La respuesta fue rápida, un latigazo desde fuera del área de Alexis colocó las tablas en el marcador. Un golpeo de esos que en el cole denominábamos “chutazo por toda la escuadra” y que durante el resto de semana se comentaba con los amigos entre clase y clase. Tremendo el partido de Alexis por cierto, con acierto cara al gol, dando asistencias y principalmente por integrarse en el juego colectivo y dotar al ataque culé de alternativas. El chileno es de los pocos que permite un juego largo, entiéndase como desmarques de ruptura, recepciones de espalda y apoyos de larga distancia. Se convierte en un receptor de pases que rompe líneas rivales, siempre que esté fino en las recepciones como hoy.

Otro de los nombres destacados es Marc Bartra, en su tercer partido de titular consecutivo. Cosechó una muy buena actuación, convirtiéndose en un arma muy importante en cuanto a la salida de balón. Tanto en conducción como en balón largo diagonal a Tello, el equipo vivió de ello en algunas fases del partido. Defensivamente es un jugador que arriesga mucho y hemos de asumir ese riesgo como algo natural. Le encanta anticipar y suele tomar buenas decisiones, pero tendrá errores que nos pueden costar puntos. Así que procuremos que a su primer error grave no le lancemos a los pies de los caballos. Paciencia, es joven, es el futuro.

La segunda parte ya fue otro cantar. Los pucelanos dejaron de ser un incordio y se limitaron a intentar minimizar el daño que se les venía encima, ya que cada intento de salida implicaba una pérdida inmediata. Los laterales se cerraron más que de costumbre y se convirtieron en dos centrocampistas recuperadores más, aunque el nivel de acierto de Dani Alves en el partido de hoy dejó mucho que desear. No se le ve rápido mentalemente al brasileño, ralentiza el juego en exceso y genera muchas pérdidas.

Y en estas apareció Xavi con la vara de avellano en la mano amenazando. Y se acercó a la frontal del área rival en busca de socios y los encontró. Entonces sí, ahí emergió la fase dictatorial del juego. Movilidad, rapidez, agilidad, balón, primer toque… Todo apareció de golpe y se empezaron a gustar. Tanto que una vez en el área seguían tirando paredes y se alegraban más por dar la asistencia de gol que por marcar. Caras alegres, ritmo de balón y el cansancio sin aparecer.

Y por último Neymar. Hoy consumó su vendetta particular. Se vengó de aquel Mundial de Clubs con el Santos donde fue espectador privilegiado de un juego y un equipo casi irrepetibles. Y se vengó de la forma más dulce posible, siendo el actor principal de la función. Conducciones “messianicas”, recepciones de espaldas, participación en circulación de balón, primer toque, llegada al área, asistencias… Hizo de todo, sin aspavientos, sin estridencias, sin protestas, feliz.

La sensación que me queda del partido de hoy es que tanto Neymar como el resto del equipo fueron profesores y alumnos. Ambos aprendieron y enseñaron al otro de qué son capaces, y a medida que iban pasando los minutos, los dos mejoraban. Seguramente aparecerá el debate si Ney debe jugar más centrado cuando vuelva Messi… Y yo que sé. Lo único que puedo deciros es: ¡Viva el Ney!