Jugar en El Sadar tras el parón maldito por las selecciones no es el mejor escenario para volver a la Liga. Una Liga de nivel medio alto que en fechas señaladas se viste como si aún fuera aquel campeonato que, sencillamente, era buenísimo. Pamplona es ciudad de fútbol, de competición en su máxima esencia aunque su plantilla ha ido bajando poquito a poco el nivel por las circunstancias que envuelven al campeonato.

Y ahí empatar no es un drama, aunque el nivel medio del once del Barça fuera a priori mejor que el de su rival, y menos cuando lo rodeamos de noche post selecciones, pre Champions y pre clásico. Las mentes, que es lo que mueve todo al final, tenían en El Sadar una trampa para sufrir.

Para combatir esto el Tata hizo rotaciones varias para encarar este partido. Volvió el maestro Puyol al once al lado de Bartra y Montoya fue el LD en el lugar del rotado Alves. Arriba, sin Messi, Neymar fue el liberado con Cesc y Pedro acompañándole. En realidad el Barcelona no jugó mal, pero Osasuna apenas sufrió para mantener su portería a cero. Un equipo, el navarro, que apostó por un repliegue medio con Oriol Riera de islote ante unos solventes y fiables Bartra (otro partido) y Puyol (admirable lo suyo).

Para salir el balón desde atrás el Barça alternó la Lavolpiana con Busquets incrustándose entre los centrales, mientras estos se abrían a los costados y liberaban a los laterales a la altura de mediocampo. Fue una buena apuesta, Osasuna apenas podía robar y el Barça conseguía salir de la cueva sin sufrimiento. Pero a pesar del liberado Neymar y su gran nivel de juego la profundidad venía por el lado de Montoya, que siempre era quien llegaba a línea de fondo para asistir en medio de la nada en el área.

Xavi e Iniesta poco a poco se iban haciendo con el partido, y con acciones técnicas colectivas de gran nivel, haciéndonos recordar lo que tanto fueron y lo que poco a poco dejan de ser, pero a pesar de ello Andrés no sufrió en exceso. Ni él, ni el imperial Arribas junto a Lotiés en el centro de la zaga.
Y con 0-0 se llegó al descanso, un partido intenso en el que ambos porteros tuvieron poco trabajo hasta entonces. Mérito en gran parte por las dos parejas de centrales, un Puyol que tiró de su enorme experiencia y competitividad y un Bartra que ha crecido en confianza hasta creerse de más nivel del que seguramente tenga.

Tras los 15’ de aseo, charlas y duchas volvieron al campo para intentar cambiar el marcador. Osasuna empezó algo más agresivo en la marca y plantó una presión más adelantada. Y Valdés, con acierto técnico, tiró del cambio de juego a Neymar escorado en banda y generar juego desde ahí.

Llegaban los minutos de mayor nivel del Barça, un Osasuna replegado que le daba a Iniesta y Xavi la posibilidad de aparecer más, y aunque su mejor nivel pasó ¿para siempre? Su técnica va a estar siempre con ellos hasta que se mueran. Y Xavi en la frontal es sinónimo de pase, de asistencia, y de peligro. La situación es que estas circunstancias ya no se dan en los partidos grandes de verdad.

Una asistencia de Xavi a Cesc que se fue al limbo por el desacierto del de Arenys, las llegadas de Montoya en área contraria que nunca fueron resueltas. La diferencia de Alves con el catalán ahí es la que es, pero a pesar de ello fue durante buena parte del encuentro el gran foco de profundidad de un Barça que echó de menos al Pedro punzante, a Alexis y sus movimientos y a Messi. Neymar estaba siendo el mejor, conducciones rompiendo líneas, verticalidad… pero fue insuficiente para cambiarle la cara a Osasuna, que mantenía en pie su apuesta para forzar el empate.

El Tata, viendo que el empate en esta liga es un mal resultado sea cual sea la circunstancia, decidió remover el árbol. Messi por Xavi y a esperar que el argentino infundiera miedo en la zaga contraria y decidiera, como siempre hacía, el partido. Pero el Barça fue a peor, Messi apenas apareció, físicamente no está bien, y la frontal de Xavi ya no estaba. Aparecieron los nervios, la imprecisión propia de no haber marcado, y finalmente entró Tello por un Pedro desaparecido en combate.

El cambio fue un intento desesperado para cambiar la dinámica. Él es vertical, simple, pero rápido. Coge el balón, fuerza línea de fondo y genera. Sobre todo en la izquierda, pero ese es territorio Neymar más un Adriano espeso. Y fue a peor, hasta el punto que el empate era inevitable en un encuentro que dominaron las defensas a los ataques. Y entre los defensas está un Bartra que demuestra que el año pasado, simplemente, se fue injusto con él.

El Barça ha mejorado en la fase defensiva, sigue compitiendo bien en el día a día y mantuvo la compostura en un campo complicado, pero también es cierto que en un partido en el que el portero contrario no ha tenido grandes intervenciones quizá sea motivo de crítica y análisis por el juego del equipo. Hoy se fue solvente, pero hay carencias, Messi no parece que llegue en el mejor momento, y en una semana viene un rival que nos tiene tomada la medida.