Cada año, una generación juvenil de futbolistas sabe que se acaba su tiempo en el fútbol base. Que entre mayo y junio sabrán si su futuro pasa por el Miniestadi o si tendrán que valorar otras opciones fuera de su club de origen.

En el FC Barcelona la criba siempre es especialmente dura aunque sean muchos los que se quedan. Como es evidente, la situación en la que se encuentre el filial en ese momento marca las promociones y las salidas. A veces los buenos tienen que irse porque no tienen sitio en una platilla ya equilibrada y, sin embargo, en otras ocasiones los menos brillantes tienen la oportunidad de quedarse gracias a la falta de efectivos.

Se acostumbra a decir, y es cierto, que el salto del Barça B al primer equipo es complicado, pero no es menos certero que el paso del Juvenil A al Barça B acostumbra a ser incluso más difícil. La División de Honor Juvenil es siempre una categoría dura y disputada, pero nada que ver con las exigencias a las que está sujeto un filial en toda una Segunda División.

Es de sobra conocida la preparación por la que pasan los canteranos culés antes de llegar a este momento crucial en sus carreras como futbolistas. Algunos de ellos dan el salto antes de que se vean obligados por la edad, pero otros -la mayoría- tienen que darlo acabado su tiempo como juveniles.

Hoy, con el Barça B en una situación delicada, el devenir de la generación juvenil del 95 es especialmente difícil de prever. Si se siguen acumulando malos resultados y el equipo acabase descendiendo, el único punto positivo que se podría sacar de ello sería la promoción de más juveniles, dada por el poco interés del club en gastar en fichas y fichajes en una división inferior (algo que se ha demostrado a lo largo del tiempo). Pero si junta directiva, staff técnico y jugadores reaccionan y salvan la categoría, se va a tener que filtrar cuidadosamente a los once jugadores nacidos en el año 1995 que actualmente forman parte de la plantilla del Juvenil A.

En este artículo vamos a intentar hacer nuestra propia selección y a analizar brevemente a los cinco futbolistas que, si nada se interpone, subirán al Barça B casi con toda probabilidad.

Ondoa: El portero camerunés es uno de los señalados desde que llegó al club. Su físico poderoso y gran envergadura (1’86 m, 78 kg), no le restan agilidad y elasticidad. Ha mejorado mucho el uso de ambos pies, dando buena salida al balón tanto en corto como golpeando en largo. De carácter valiente en el campo y trabajador fuera de él. Los tiros a cualquier altura son su especialidad y está centrado en mejorar su 1 vs 1.

Munir: Delantero o extremo en cualquiera de las dos bandas. Una de las joyas más brillantes de la corona. Utiliza bien ambas piernas aunque la mejor es la izquierda. Jugador comprometido, muy trabajador y sacrificado sin balón. Con balón es excelente y su especialidad es el desborde, difícilmente se le verá perder nunca un 1 vs 1. Desde que llegó al club en el 2011 se ha consagrado como uno de los goleadores más eficaces de la Masía y ha mejorado mucho su faceta aérea.

Godswill: Lateral diestro. Ha ido subiendo escalones desde la sombra, sin llamar demasiado la atención pero cumpliendo siempre. Su trabajo, humildad, dedicación, constancia y capacidad de superación le han llevado hasta la puerta del Miniestadi y la carencia de laterales derechos de calidad en la plantilla filial facilitaría su promoción. Destaca por su fortaleza física, velocidad y, especialmente, por su disciplina táctica y colocación.

Ebwelle: Es un extremo puro, de lateralidad diestra aunque se siente más cómodo jugando en la banda izquierda, porque a pierna cambiada desborda con más facilidad. Tiene una gran velocidad punta y junto a Adama forman –formaron- la pareja de extremos más rápidos que se recuerda en el fútbol formativo culé. Tiene capacidad goleadora, aunque cuando se sitúa en la banda derecha mengua porque no se interna con la misma soltura.

Roger Riera: Central diestro que puede actuar con solvencia en ambos lados del eje. Es muy profesional y de carácter jerárquico, siempre dando órdenes y manteniendo concentrados a sus compañeros. Es rápido, agresivo, acostumbra a ganar todas las disputas aéreas y coloca muy bien la línea defensiva. Como a Godswill, los pocos centrales disponibles en el Barça B, podrían facilitarle el ascenso. Aún así, tiene algunas carencias que corregir, especialmente debe ganar velocidad de reacción y mejorar el desplazamiento en largo (aunque en el último año ha trabajado mucho este aspecto).

Aunque seguramente en un plano distinto al de los ya mencionados, del 95 también son Maxi Rolón y Jose Aurelio Suárez. El primero puede jugar tanto de delantero centro como de extremo y aporta profundidad y desborde al equipo, además de ser muy rápido y saber enviar centros precisos al área. El segundo es un portero ejemplar que esta temporada se está exhibiendo cada vez que juega gracias a su perfección técnica, envergadura y espíritu de superación. Depende de las bajas que haya en la portería del Miniestadi, no sería de extrañar que ascendiera junto con su compañero Ondoa.

Pedro Godoy (delantero centro ambidextro llegado la temporada pasada del Espanyol), Joel Huertas (interior diestro polivalente, inteligente, veloz en el gesto y trabajador) y Jordi Ortega (mediocentro zurdo que ha demostrado gran rendimiento pero al que su puesto le resta opciones) completan la lista de jugadores del 95 con posibilidades de ascender, aunque quizá son los que lo tendrán más difícil.

Que esta generación es una de las más proliferas en los últimos años lo demuestra el hecho de que Grimaldo, Sergi Samper, Bagnack, Dongou y Sandro ya están en el filial y al menos tres de ellos son titulares indiscutibles a estas alturas de la temporada.

Sin embargo, el talento no le va a bastar a esta quinta de futbolistas, como no les bastó a la del 94, a la del 93 ni a la del 92. Necesitarán suerte, porque muchas veces la balanza la decanta el azar. Necesitarán que sus mayores sean capaces de mantener una categoría que se advierte más difícil que nunca. Y, sobre todo, necesitarán exprimir al máximo estos cinco meses de trabajo que tienen por delante para convencer a técnicos y directivos de que están preparados para dar salto. De que, muchos de ellos, llevan más de media vida trabajando para ello.