Noche de marzo del 97. El Atlético se juega estar entre los cuatro mejores equipos del continente. Enfrente un Ajax serio e imaginativo comandado por Louis Van Gaal. Otros tiempos, donde el equipo holandés no tenía la necesidad imperiosa de vender estrellas y destrozar proyectos. El destino lleva a los dos conjuntos a la prórroga, y ahí, el Atlético se desangra. Decía adiós a la competición y daba la bienvenida a años de escándalos extradeportivos y juego timorato. Por el camino, una pérdida. Diego Pablo Simeone. Pieza clave e ídolo pasional que se marchaba a Italia a seguir engordando su cuenta personal de títulos. Acabaría volviendo, cierto, pero para otros quehaceres y en otros escenarios que no toca acordarse. No procede.

Años más tarde el Atlético volvía a pisar el tapete mágico del balón de estrellas con el atrevimiento de una pareja de ensueño rebosante de picardía. Zipi y zape. Forlán y Agüero. Sin embargo fallaría de nuevo. El verdugo fue el Porto, del que el nuevo Atlético, uno que no entiende del pasado ni del futuro maltrató en esta fase de grupos. Y éste, el nuevo, es otra película, muy distinta a la del 97 y a la del 2009. Nada que ver. El conjunto del Cholo entrenador, el jugador ya quedó atrás aunque a veces Gabi se empeñe en parecerse, se maneja con rumbo fijo y sin distracciones. Un bloque compacto que está hipnotizado por tres palabras: “Partido a partido”. El líder de la máxima la recita y los discípulos la repiten en cada esquina, partido a partido, partido… a partido.

Y con esta máxima, que bien puede equipararse a otra dictada por un genio de la historia de la entidad, “ganar y ganar y volver a ganar”, han completado una fase de grupos inmejorable. El conjunto llega con la etiqueta del mejor equipo de esta edición, o por lo menos, que no es poco, el que más ha ganado junto al otro equipo de la capital. Con estas premisas y sobre el papel puede parecer que la eliminatoria contra el Milan es puro trámite, pero esto es Champions y el Milan, de hecho, es un trocito muy grande de esta competición, siete títulos le avalan. Grandeza. Y viejas glorias, que a buen seguro querrán demostrar detalles de fútbol de salón que un día enseñaron a toda Europa.

No obstante el Milan no sólo está compuesto de jugadores que un día llegaron a ser y se perdieron por el camino. También tiene juventud y rock and roll, poco enseñada, pero la tiene, sobre todo en el excéntrico e incomprendido Mario Balotelli. La amenaza más pendenciera que apunta a Miranda y a la rocosa defensa del conjunto de Simeone. Para la causa el equipo llega como el menos goleado en toda la fase, sólo tres tantos encajados. Ha mostrado ser un muro en el que el brasileño Miranda es el encargado de secar al nueve de turno. Joao acumula actuaciones de central de altura mezclando anticipación, concentración y una elección en las decisiones poderosa. Aun con todo sufrió en algunas fases del duelo con Jackson Martínez y podría sufrir con Mario si se despista un segundo.

Dejando a un lado actuaciones individuales el nivel defensivo del equipo es de matrícula de honor y el máximo exponente a tal nota es fruto de los movimientos sin balón. Tras pérdida, automatismo en bloque. El Atleti aprieta, aprieta y ahoga, y roba, roba constantemente. El líder de la faceta tan poco agradecida es Gabi, el capitán. El canterano acude como una exhalación a tapar opciones de pase, no descansa, y por ende no se cansa de robar. Con él le acompañan los demás, desde Costa hasta el último defensor. Presión y basculación con una ocupación de los espacios primorosa. Máquina engrasada que presume de no tener vías de escape, y si las hay no sufran, está Courtois.

Cuando roba hay tres opciones. Balón largo a Diego o construir desde los exteriores. Flanco derecho o izquierdo. La primera opción suele resultar satisfactoria. Automáticamente Costa va al espacio, y si el balón le llega cabalga hasta percutir al defensor. Si no hay espacio oxigena y espera al bloque, que llegará con rapidez a la zona de tres cuartos. En caso de empezar con más mimo las claves son claras, volcar a la cal. El lado izquierdo es el que presume de mayor calidad de posesión. Acentuada en Arda, la magia con mono de trabajo del que se espera que aparezca en las noches gordas de la competición. En este lado Filipe Luis y Arda suelen juntarse, Costa cae, toca y se marcha a la zona de castigo. Los primeros enviarán el centro y si hay despeje se activa la fase anterior. Gabi manda la presión y el bloque ejecuta la recuperación. Vuelta a empezar.

Por el flanco derecho vive Juanfran y se arrima Koke, el lateral termina el año en pico de forma y pesando en los encuentros más que su homónimo brasileño. Si en febrero llega así al Atlético le va a dar igual profundizar más por un lado que por el otro. La función es calcada a lo dicho anterior, aunque Juanfran suele estar menos arropado que Filipe. Koke, al contrario que el lateral, termina el año sin aire y con claros síntomas de cansancio, su importancia es capital, es el mayor asistente y el primer lanzador de la estrategia. Un matiz, el de la estrategia, que posiblemente esté nominada a las mayores armas que ha lucido el Cholo en Europa. El balón parado.

Con esta arma el Atlético ha abierto partidos cerrados, ha cerrado partidos abiertos y ha sentenciado otros tantos. Simeone cuenta con un manual extensísimo. Además de buenos rematadores para tener un tanto por ciento muy elevado de éxito. Miranda, Godín, Tiago, Raúl García, Costa… Cierto es que Koke y Gabi ponen mucho de su parte con un exquisito lanzamiento.

Caso aparte reviste el compañero de Diego. Parece que el Cholo tendrá que dirimir el caso Villa antes de febrero. El asturiano es normalmente el habitual pero en la Champions no ha tenido una gran actuación convincente y Simeone no ha dudado en recortarle minutos en favor de Raúl García. El navarro está en el mejor momento de su carrera y es el segundo goleador del conjunto, además de aparecer en los momentos más críticos. Ha pasado de ser variante a ser garantía, y el gol pesa. Si el primero sigue apático no sería extraño ver a Raúl en el once cuando estén las espadas en alto.

Para finalizar Mario o Tiago. Para Simeone no será fácil decidir el acompañante de Gabi. Mario está a punto de volver pero ha recaído una vez de su problema en la rodilla y no ha disfrutado de continuidad. A día de hoy es una incógnita, y Tiago con sus cosas buenas y malas ha sido el elegido para hacer su función. Su rendimiento es aceptable y el Atlético no ha echado en falta al primero, por lo que tampoco se alarmen si llegado el momento el portugués es el elegido. Además cabe decir que en los días buenos ha mostrado mejor calidad en el pase que Mario Suárez.

En el plano motivacional el míster se mueve como pez en el agua. Conoce la competición y sabe que está ante una oportunidad única de llevar al Atlético al lugar de las grandes gestas. Afronta las eliminatorias con clarividencia, lo hizo en el pasado y será un seguro en el futuro. Gestionará el duelo con la convicción de ganar en San Siro y volver a ganar en el Calderón. Es su momento, su obsesión. La victoria. Y el bloque, que se empapa noche y día de su filosofía replicará con la certeza de seguir haciendo historia quemando plusmarcas sin mirar más allá. Enfocando el presente y al siguiente. Al más puro estilo Atlético, el nuevo. Partido… A partido.