MESSI ASISTE, TELLO REMATA

Parecía un encuentro calcado al del pasado domingo. No por el resultado, que era aún más desfavorable, ni tan solo por el planteamiento rival, más atrevido al tratarse de una eliminatoria a 180 minutos, no. Era por los mismos problemas que acarrea el Barça desde principios de temporada– y si rizamos un poco más el rizo, algunos de ellos empezaron a aparecer hace dos años–, pertenecientes al juego. Problemas futbolísticos.

En esta tesitura, cuando peor pintaba el encuentro, Messi bajó al centro del campo como de costumbre, conectó rápidamente con el desmarque de Tello, que se quedó solo pero el remate lo desvió el portero, Vyntra rechazó la pelota como pudo con la mala pata de que fue a parar a los pies de Juanfran, introduciéndose el balón en su propia portería. El Barça empató el partido y, a partir de ahí, todo cambió.

Y eso que el encuentro empezó de manera distinta que el de la Liga, ya que el Levante quiso apretar muy arriba desde el principio. No obstante, un remate de Pedro al palo y un desmarque al espacio a Tello obligaron al conjunto granota a recular metros y defender cerca de su portería, tal y como hicieron tan bien tres días antes. El Barça se encontraba cómodo sobre el campo, atacando rápido y presionando la salida del Levante, aunque le faltaba luz en los últimos metros para generar ocasiones de gol. Parecía cuestión de tiempo.

No obstante, la efervescencia de ese primer tramo de partido fue perdiendo fuelle con el paso de los minutos. Superada la media hora de juego, una falta botada por el Levante la rechazó muy mal Puyol, que dejó la pelota a los pies de El Zhar, que falló el primer remate a bocajarro salvado por Pinto, pero aprovechó la falta de reacción de los zagueros azulgrana para coger el rechace y abrir el marcador. El gol del Levante supuso una jarra de agua fría para el Barça, quién veía con peligro que se repitiera el guion del domingo.

Ahí es dónde salieron a flote los problemas futbolísticos del Barcelona, quiénes acusaron una falta alarmante de ideas que desembocaban en incontables centros al área dónde no había posible rematador. Las prisas se adueñaron del Barça y los nervios empezaban a aflorar. En este sentido, el descanso le vino de perlas al conjunto dirigido por Martino, para tomarse una pausa y reanudar el encuentro con otro nivel de intensidad.

El empate de Juanfran dio alas al conjunto catalán y, en cambio, hundió a los de Caparrós, quiénes se habían mostrado muy intensos en el partido, característica muy propia de los equipos del técnico de Utrera. Unos minutos después, la jugada se volvió a repetir: Messi recibió en el centro del campo y envió el balón al espacio para que Tello lo convirtiera en el segundo gol, el que certificaba la remontada.

En la siguiente, con Messi ya totalmente enchufado, empezó con un slalom del argentino, que botó rápidamente una falta que había recibido él mismo para llevarse la atención de cinco futbolistas y mandarla al hueco para Tello, que aparecía, siempre puntual, a la espalda de Nagore. Con Leo desencadenado y Tello activado, el cuarto gol no tardó en caer, señal del goce de los últimos minutos del Barcelona, que controlaba el partido a placer.

Alargando posesiones, sacaba al Levante de su zona, que no sabía si presionar arriba para cazar alguna ocasión o echarse para atrás para no recibir ninguna. A falta, pues, de resolver problemas futbolísticos que atormentan al equipo desde hace tiempo, el Barça tiró de orgullo propio y sacó adelante un partido que se le había puesto cuesta arriba, con una jugada en especial a la que el Levante no supo descifrar. La sociedad Messi-Tello bien valió una eliminatoria de Copa.