«PROFUNDO NO E LARGO, E PROFUNDO»

Recuerdo la llegada del Cholo al Atleti, en clave personal, como avanzadilla de una aventura pasajera. Ni un instante creí que un tipo que llega predispuesto a renunciar a la pelota mientras se confiesa discípulo de Bielsa tuviese algún atisbo de cordura futbolística. Seguí poco su trayectoria en Argentina. Recuerdo ver el desempate del Apertura 2006 contra Boca, tras producirse todas y cada una de las improbables circunstancias que debían darse para que se jugase ese partido. De hecho, era la primera vez en la historia que este tipo de torneo se decidiría de esta manera. Recuerdo ver el partido, más por el Cholo y Estudiantes, por La Volpe, Verón e incluso Gago –ay Gago-. El ambiente del José Amalfitani, como casi siempre en aquel país de fútbol, era tremendo. Si todo había empujado durante los días anteriores a la última jornada a que Boca sería campeón, el gol de Martín Palermo antes del minuto 5 de juego no hacía presumir otra cosa. Después, avanzada la segunda mitad, el “Principito” Sosa de magistral tiro libre directo empató el encuentro y abría la esperanza para el Pincha. “Se durmió el arquero” sonó la voz de Sebastián Vignolo en mi salón para hacerme levantar la vista y ver al Tanque Pavone cabecear el 2-1 a falta de 10 minutos para completarse la hazaña. Olé tituló al día siguiente “Hazaña del Pincha: furiosa atropellada”. Así, atropellando a Boca, ganaba Diego Pablo Simeone su primer título como entrenador.

Cholo, jugá profundo” gritaba Mancini a Simeone un partido con la Lazio, “Mancho, no puedo jugar profundo, si estás lento” le replicaba el Cholo a un Mancini que daba sus últimas carreras. Y el italiano, cuenta Simeone con la sonrisa en la boca, le soltó entonces “Non capisci! profundo no e largo, e profundo”. Explica el Cholo esta anécdota a Mónica Marchante en la entrevista para Espacio Reservado que Canal+ le hizo tras renovar con el Atlético en marzo. Ese día, cuenta Simeone, comprendió la diferencia entre jugar largo y jugar profundo. Hay un claro matiz a las influencias del técnico argentino en la dirección, durante su estancia en la Lazio, de Sven-Göran Eriksson “el juego profundo te hace más vertical”. Si analizamos el Atlético de Simeone de una manera general, hay varios rasgos fácilmente reconocibles: no quiere la pelota, es evidente que los colchoneros son un equipo mucho mejor sin balón; utiliza “el error” tanto haciéndolo desaparecer de su juego como esperando el del rival; y contraataca profundo, es decir, sale rápido y se instala en campo contrario, cerca de la portería rival y ahí elabora la jugada. “El juego profundo te hace más vertical y te hace acomodarte con menos tiempo al rival” y añade “cuanto más tiempo tardes en llegar, más tiempo le darás al rival para acomodarse”. Nos deja el Cholo una amplitud de miras interesante a la eterna pregunta “¿qué es jugar bien?”.

Cinco veces se han enfrentado Atlético de Madrid y Fútbol Club Barcelona desde que Simeone dirige en España. Tres partidos de Liga y los dos de la Supercopa el último inicio de temporada. Tres victorias, las ligueras, para Barcelona y dos empates, los más recientes, que otorgaron el título de Supercampeón al equipo del recién aterrizado entonces Gerardo Martino. Con perspectiva aérea, el bagaje azulgrana es altamente superior, no ha conseguido vencer Simeone con sus equipos en duelo directo. Hay un factor determinante, causa directa, en que no haya ocurrido. Víctor Valdés. Cabrían cientos de líneas de análisis y comentarios sobre cada uno de los enfrentamientos directos de los, hoy en día, mejores equipos de España. Si tenemos en cuenta los más recientes, como me parece lógico, Víctor ha sido el mejor futbolista de los veintipico que han participado. La primera mitad del partido de ida en agosto son los, probablemente, 45 minutos de mayor superioridad del Atlético de Simeone contra el Barcelona. Ahí, ese medio partido, ha vencido el Cholo. El segundo tiempo, y los 90 minutos de la vuelta en el Camp Nou, es difícil desmarañar la igualdad. Valdés interviene acertadamente en casi la totalidad de los 135 minutos restantes, se hace indispensable recordar la parada a Arda, siendo su efectividad determinante para que el Atlético no consiguiese más premio.

Cuesta pensar que un niño que convierte un fuerte con soldados en una cancha de fútbol, no termine dedicando su vida a esto. El Cholo es una pasión dentro de otra pasión, un ganador, un tipo con una idea que no se negocia “nadie es más importante que el equipo”. Tiene pinta de llevar su máxima consigo allá donde caiga, de allá de donde venga. Preguntaba un periodista, la rueda de prensa tras ganar 0-1 en el Bernabeu, si había tenido alguna vez un equipo que le interpretase tan bien como este Atlético. La respuesta de Simeone fue instantánea “Sí, Estudiantes de la Plata, impresionante” y siguió “los chicos de Estudiantes trabajaban en equipo con la misma intensidad que trabajan estos, muy similar”. Trae el Cholo consigo una formula que aglutina un esfuerzo máximo común, una fuerza colectiva que reduce a su mínima expresión las debilidades que puedan tener sus equipos. Transmite un poder absoluto por conseguir las cosas por las que uno se esfuerza cada día y te convence de que va a vaciarse intentándolo, y se vacían por él. Si un día lo ven, pregúntenle, ¿Cholo, cuál fue la primera palabra que dijiste cuando aprendiste a hablar? Les contestará, “gol”.