Tres problemas y una solución

Hoy, 3 de Enero de 2014, Victor Valdés, Pinto, Montoya y Bartra aún no han renovado su contrato, de manera que a final de temporada quedan libres para negociar con cualquier otro club. En el caso de Valdés no hay más cera que la que arde y parece que Ter Stegen, portero del Borussia Mönchengladbach, será su heredero. La tipología del alemán implicaría una novedad en el Barça reciente: es un portero alto, de metro noventa, que se caracteriza por sus extraordinarios reflejos y el dominio del área, al que solo le falta blocar más a menudo para obtener el sobresaliente. Aunque Diego López ha demostrado en el Real Madrid que ni el salto ni la envergadura son argumentos suficientes para enmendar problemas estructurales en el juego aéreo, Ter Stegen debería contribuir a drenar la herida abierta que supone para el Barça el balón parado.

¿Y el juego de pies? No esperemos milagros porque no hay nadie como Valdés. Ter Stegen, por más que pueda manejarse adecuadamente, necesitará tiempo para formar parte de la circulación de balón. Lo contrario sería una sorpresa y la pregunta parece inevitable: ¿Tendrá tiempo el alemán –o cualquier sustituto de Valdés- para afianzarse en el puesto? Supongo que todo el mundo recuerda que la portería del Barça fue una silla eléctrica presta a minar la confianza de cualquier portero, fueran cuales fueran sus cualidades. Hace falta un carácter muy especial para aguantar la presión del Camp Nou, y no todo el mundo lo tiene. Menos aún aquellos condenados a la suplencia. Es por eso que no sorprendería que José Manuel Pinto renovase por un año más.

Y es que cuesta imaginarse un mejor portero suplente que Pinto. Es cierto que los aficionados vivimos con el corazón en un puño sus intervenciones con los pies. El Barça exige a menudo que sus porteros sean capaces de combinar dentro del área enfrentándose a los delanteros en cuestión de metros. La exigencia técnica es desmesurada y Pinto sufre para llegar… pero al final llega. Es un suplente de auténticas garantías, solvente en cualquier situación y capaz de sobreponerse al fallo, tanto al ajeno como al propio. ¿Puede Reina igualar el nivel de activación mental de Pinto, siempre dispuesto a reivindicar que su presencia en la plantilla es algo más que anecdótica? No lo tengo claro. Confieso que Pinto me parece el portero ideal para el Barça y me sentiría más tranquilo si renovase.

Dos problemas en la portería, por tanto, y un tercero en el lateral derecho. Con la llegada de Neymar y la recuperación –en muchos sentidos- de Jordi Alba, el equipo solo espera que Iniesta encuentre la primavera para terminar de volcar la matriz creativa a la izquierda. Si a ello le sumamos la influencia centrada de Messi y Fábregas se necesita más que nunca la presencia de un “Abidal diestro”, un hombre capacitado para compensar las subidas de Alba sin negarle amplitud al campo. Que pueda, incluso, rendir formando con tres en el fondo. Dani Alves no es ese tipo de lateral, desde luego, pero ofrece otro tipo de virtudes, especialmente en lo que hace a su sensibilidad técnica para la circulación del balón. Montoya no carece de potencial como atacante; de hecho, yo diría que detecta a la perfección el momento de doblar al extremo. El timing, que le llamamos hoy en día. Pero, de momento, no pesa en el juego asociativo y sus dificultades para cerrar el segundo palo en centros laterales son poco menos que dolorosas. Quizá la previsible mutación del rol diestro en la defensa culé esté pesando sobre la renovación de Montoya, aunque yo creo que el verdadero problema es que ya se sufre por el vacío que dejará Dani Alves, cuya importancia en el esquema del Barça no por menguante es menos decisiva. No parece justo exigirle a Montoya que alcance los niveles del brasileño pero, de cualquier manera, el problema del lateral derecho exige una resolución contundente que pasa por aclarar qué se espera del jugador que herede las funciones del ahora veintidós.

Queda por comentar algo sobre la cuarta renovación pendiente. Bartra. Que alguien en este club no confía plenamente en él es una obviedad que no se verá refutada por una eventual – y probable- prolongación de su contrato. Es uno de los jugadores que más han crecido durante el último año, y lo ha hecho en circunstancias poco halagüeñas. Mientras sus compañeros se retorcían ensangrentados durante la masacre del Allianz Arena, Bartra resistía. De rodillas, pero resistía. ¿Qué más podía hacer? Tras unos cuantos titubeos logró demostrar que su concurso sumaba, al menos en el ámbito liguero y, a día de hoy, creo que pocos observadores discuten que mejora el concurso de Puyol y Mascherano. Queda la sensación de que con Marc Bartra los minutos no responden a los méritos pero es improbable que el cuerpo técnico no reconozca su importancia capital en la actual configuración de la plantilla.

Diría que los problemas van por otro lado. Persiste un aire indefinido en el comportamiento futbolístico de Bartra. Desde el primer momento se esforzó en demostrar su agresividad y contundencia, postulándose, quizá, para ocupar el rol del Central CAM (Corrector-Anticipador-Marcador), por utilizar la terminología de Rafa León. Sus condiciones, sin embargo, parecen apuntar más bien un modelo similar al de Piqué, relacionado con la colocación y la salida de balón. ¿Es viable la pareja Piqué y Bartra? Dicho de otra forma, ¿puede Bartra corregir por físico el déficit de aceleración en Gerard? ¿Debería confiar la dirección deportiva en la reconversión de Bartra o buscar un central marcador, quedando Marc relegado al puesto de suplente de Piqué? Sea como sea, la situación del centro de la defensa es muy diferente a la de la portería y el lateral derecho. No importa quién acompañe a Piqué el año que viene: el rendimiento defensivo del Fútbol Club Barcelona se verá beneficiado, sea Bartra el elegido o algún fichaje ya contrastado. En cambio, la baja segura de Víctor Valdés y el inevitable relevo de Dani Alves y Pinto sí que implicarán, al menos a medio plazo, un empobrecimiento del equipo.