GOLPEAR PRIMERO O REÍR EL ÚLTIMO

Es bien sabido que el fútbol suele caminar por una realidad diferente a la de otros ámbitos de la vida. Pero en lo que a eliminatorias se refiere, especialmente en las de la Champions League, su lógica ya es diametralmente opuesta. El refranero español -y las frases hechas lo deja bien claro: a quien madruga Dios le ayuda; no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy; quien golpea primero golpea dos veces. Sin embargo el fútbol tiene su máxima: mejor jugar la vuelta en casa –por si acaso-, considerándolo como verdad universal y casi inamovible. Pero, ¿cuánto de esto es cierto?

Centrándonos en el ejemplo reciente que ha protagonizado el ciclo de jugadores actual del Barça -4 años con Pep y uno con Tito-, parece que no hay lugar a dudas: al equipo catalán se le atragantan los partidos europeos de fuera de casa en cuanto a eliminatorias se refiere. En estas 5 temporadas solo han ganado tres partidos de quince, a saber: Shakhtar en cuartos de final de la temporada 2010-2011 (0-1); Real Madrid en esa misma temporada (0-2) y Bayer Leverkusen en el curso siguiente (1-3). Para mas INRI, el partido en Ucrania era de trámite al ya haberse disputado la ida en el Camp Nou quedando ahí cerrada la eliminatoria (5-1).

La situación roza tintes cómico-dramáticos si nos ponemos a observar con lupa algunas situaciones. Por ejemplo, en la temporada 2009-2010 el Barça fue incapaz de ganar en el campo del Stuttgart, donde incluso empezó perdiendo y zozobrando de tal manera que parecía que el pase de ronda se complicaba. Algo similar pero más a lo bestia fue San Siro en la temporada de Tito, con aquel peligroso y alarmante 2-0 ante un Milan muy venido a menos. Es fácil imaginarse lo que hubiera pasado en ambas eliminatorias de haber disputado el primer partido en casa. Como también nos sirve de ejemplo el Arsenal, y por partida doble: en la temporada 2009-2010 el conjunto culé protagonizó en el Emirates el mejor partido de la temporada. Sin embargo solo pudo cosechar un 2-2, que aún dolería más cuando Bendtner en el 18’ de la vuelta adelantaba a los londinenses. Al año siguiente el Barça ganaría su cuarta y hasta el momento última Copa de Europa, pero casi se queda en el camino otra vez ante los de Wenger: el 2-1 en la ida fue un escollo muy difícil de salvar: en el minuto 53 de la vuelta, cuando Busquets se marcó en propia, los de Guardiola estaban eliminados: no estarían clasificados hasta el minuto 71 y aún así tuvo que obrar un milagro Mascherano en el descuento para salvar la ronda.

Aunque estas estadísticas se pueden extrapolar a todos los equipos –la Champions es de andar por casa- en el caso del Barça es especialmente inquietante si nos paramos detalladamente en las eliminaciones: las tres veces que el equipo quedó eliminado en este ciclo fue tras haber cosechado un mal resultado en la ida –Inter (3-1), Chelsea (1-0) y Bayern (4-0). De hecho solo se pudo remontar dos veces el resultado adverso de la ida: los mencionados 2-1 en el Emirates, y el 2-0 en San Siro, volteado por aquel especial 4-0. Esto no es casualidad sino que habla del principal problema táctico al que se enfrenta el Barça repetidas veces, como si de El día de la marmota se tratase: el repliegue bajo en 4+5 del rival. Es una realidad hartamente comentada que los culés sufren ante ese planteamiento. En el día a día las consecuencias suelen ser un cierto descenso en el nivel de juego y un incremento en la desesperación, pero en el día clave esto se recrudece siendo una historia ya conocida. Inter de Milan y Chelsea mostraron un hecho conocido y repetido –antes y después- que quizá de haberse jugado la ida en casa no se hubiera producido, o al menos se hubiera suavizado. Para los culés una remontada es un tormento pues es un partido demasiado especial, donde el rival conoce las limitaciones y puntos débiles del equipo, proponiendo una tarea titánica. La fatiga cognitiva que arrastra la plantilla desde ya hace dos temporadas, aún recrudece la empresa.

El rival que ya espera a la vuelta de la esquina, el Manchester City, tiene problemas, pero ofensivamente en todos los partidos tiene rachas de volar, de arrollar, de poder marcar un gol, dos goles, y quien sabe si dejar todo patas arriba. Veremos quien golpea primero, y quien ríe el último. Veremos si sirve de algo jugar la vuelta en casa.