UNA NOCHE DE INCERTIDUMBRES PREVIAS

Víspera del día de Reyes. El Sevilla recibe al Getafe en casa tras una racha de 10 partidos saldados con una única derrota. El encuentro supone la mejor puesta en escena del equipo en toda la temporada. Gana con solvencia y total dominio del partido. Pero esa victoria que situaba en la mejor posición clasificatoria del curso a un equipo que fue colista, no lo olvidemos, supone un punto de inflexión tremendamente negativo. Después de las loas y alabanzas que reciben los de Emery tras su gran racha de resultados, y de exhibir el mejor juego del año, se hunden y no son capaces de volver a ganar en los 4 choques que preceden a la visita del FC Barcelona al Sánchez Pizjuán.

Aquella mañana previa al día de mayor ilusión del año ha dejado más incertidumbres que certezas y, en lugar de suponer un afianzamiento de las ideas que debe manejar el equipo, ha llevado a este a una situación de indefinición, cuando las estructuras básicas parecían afianzadas. Si hay algo que se pueda achacar al Sevilla FC esta temporada es una falta de homogeneidad importante derivada de las cambiantes ideas de su entrenador, cuestión nada baladí porque conduce a en esos picos competitivos tan pronunciados que nos muestra.

Emery arrancó la temporada con una fijación clara en lo que quería que fuera su equipo. El tiempo demostró que las ideas iniciales de Unai no casaban bien con su plantilla. Ese Sevilla que manejaba su entrenador en su propia cabeza, el Sevilla de los mediapuntas que buscaba el arco contrario con muchos efectivos y que despistaba en demasía las seguridades defensivas, no se mostró competitivo en casi ningún escenario. Ante esa situación Emery blindó al equipo, poniendo cerrojo en un mediocampo que se sentía desbordado en el contraataque rival, con un doble pivote pétreo y modificando el patronaje básico de juego.

El Sevilla pasaba de querer salir siempre jugando y posicionando muchos futbolistas propios en campo rival a buscar un fútbol mucho menos elaborado, más directo pero que le diera una solidez defensiva que no era capaz de encontrar. Rakitic subía metros y Bacca empezaba a transformarse en la mente del aficionado en una nueva versión de Luis Fabiano. El equipo llegaba menos pero con más claridad al marco rival. Y terminaba de potenciarse en el aspecto ofensivo a través del balón parado, arte que domina como ningún equipo en nuestra Liga.

Pero en la mente de Emery no estaba grabada a fuego esta concepción de su equipo, llegó a ella porque los resultados le eran esquivos a su plan inicial. La visita del Getafe, tras una mejoría clasificatoria enorme, le permitía al técnico vasco volver a sus ideales iniciales. La buena racha en la que se encontraba el Sevilla en ese momento y la candidez teórica que ofrecía el rival permitieron a Unai volver a sus ideas. Aquel 4-4-2 de extremos a pierna cambiada, Rakitic mediocentro y buscando el ataque continuo con el que enfrentó al equipo de Luis García era un árbol que no dejaba ver el bosque de la realidad.

Esa victoria supuso el afianzamiento de la idea que el Sevilla ya estaba preparado para ser sólido defensivamente llevando las riendas del partido, siendo más alegre y sin necesitar un juego férreo que le blindara. Pero la realidad es esquiva a este silogismo. Los de Nervión no son un equipo compacto bajo cualquier posicionamiento y altura de juego. Se ha visto que necesitan jugar más arropados para enfrentar cualquier situación porque defensivamente son blandos si la densidad de jugadores defensivos disminuye cerca de la portería de Beto.

Este Sevilla es el Sevilla de Rakitic. Y Emery conocedor de este aspecto trata de potenciarlo al máximo, exprimiendo su capacidad para jugar en 70 metros. Iván es capaz de otorgar salida de juego a un equipo con dificultades para iniciar desde atrás ante presión rival a la vez que llega a la corona de área contraria para asistir o marcar. Pero convertir al croata en el eje de todo deriva en la pérdida de potencialidad defensiva. Unai es el primero que es consciente de este aspecto, y de ahí que, en algunas situaciones, busque arropar a su jugador total sin sacarlo de la zona de iniciación. De esta forma vemos a un Sevilla que, tratando de no perder solidez defensiva, tenga a Rakitic en zona de iniciación a través de un sistema de juego de cinco defensas.

La idea es clara, no perder la amplitud vertical del juego de Iván tratando de ser más compactos. Pero la puesta en escena no resulta siempre porque lleva al Sevilla a verse obligado a defender muy atrás, con un mediocampo muy poco agresivo en un repliegue tan bajo y con menos opciones para contragolpear cuando recupera. De esta forma nos deja la sensación de no saber dónde se encuentra porque ni termina de ser sólido y pierde argumentos para ser dañino.

Los Reyes han traído al Sevilla una situación incómoda y que transmite poca continuidad. El equipo modifica su once, su posicionamiento en el campo y su modelo de juego de manera continua de un partido a otro. Si bien podíamos decir que antes de la Navidad los de Emery eran muy reconocibles, en Enero no ha sido así. Los rojiblancos están en un momento de indefinición que les hace menos competitivos.

Pese a todo, si buscamos la respuesta a la pregunta: “¿Puede el Sevilla dañar al Barcelona en estos momentos?” encontraremos un sí. El Barça tampoco llega en una dinámica de juego positiva y ofrece opciones a sus rivales.

Emery cuenta con los argumentos de un Bacca capaz de ofrecer apoyos largos y rupturas ante un Piqué y un Mascherano que en el último mes siembran dudas en los duelos directos, un Rakitic con capacidad de montar un contragolpe con un cambio de orientación de 50 metros, un Reyes que si se viste de Curro Romero como en las citas importantes puede dañar la espalda de un Busquets que no encuentra apoyos en la transición defensiva o de un Vitolo de potente zancada y que se perfila muy bien en diagonal a portería a la espalda de un Alves que sube pero no daña y al que el retorno defensivo le pesa en parte.

A ello hay que unir dos ingredientes más, sacados de la chistera de su entrenador. Emery tiene virtudes especiales para este tipo de partidos, más allá que nuestro análisis se haya centrado en aspectos no tan positivos de su qué hacer diario en Sevilla. Es un entrenador que brilla en los planteamientos estratégicos cuando su equipo se encuentra en inferioridad, mostrando una gran capacidad para plantear soluciones particulares en partidos especiales. Su día a día genera dudas, pero en batallas puntuales Unai es capaz de ofrecer una solución específica diferente que haga daño al rival.

A esa cierta incertidumbre sobre el planteamiento que dispondrá el Sevilla el domingo-con alguna variante específica bien analizada por su entrenador- tenemos que unirle el peligroso juego a balón parado que exhibe. Es el de Emery el mejor equipo del campeonato en las acciones a balón parado, algo que al Barça le duele hasta el alma por las concesiones defensivas que ofrece en este aspecto del juego.

El Sánchez-Pizjuán vivirá el domingo un partido con una componente de imprevisibilidad importante ante el momento competitivo extraño que viven los dos contendientes del envite. El Barça sale como favorito, pero huelga decir que el Sevilla tendrá preparada alguna que otra sorpresa que pueda hacer daño a los culés. Lo que parece claro es que habrá muchas cosas que analizar porque la previa muestra muchas cosas en el aire y demasiadas incertidumbres iniciales en ambos conjuntos. Hasta que el balón arranque esas dudas no se disiparán.