Lo hemos visto muchas veces en anfibios e insectos. Sufrir una transformación, cambiar de forma de una manera irreversible. Exactamente eso ha sufrido Javier Mascherano en su etapa culé hasta la fecha. Pero no hablamos de una metamorfosis del propio jugador sino del equipo, del juego, de lo que se le pide como central. Porque el Jefecito sigue siendo el mismo.

Llego como mediocentro de contención, uno más a sumar en el centro del campo. Las necesidades en forma de lesión de centrales retrasaron su posición y encajaba bien. Ese Barça defendía en campo contrario y su anticipación le hacía acumular robos de balón y nuevas posesiones blaugranas. Pep encantado. Con Tito se empezó a defender en campo propio y ahí la efectividad de Masche empezó a cambiar. Correr hacia atrás, defensa posicional en la frontal del área, presión que ya no era efectiva, defensas en igualdad e incluso en inferioridad… Esta temporada con Martino el ecosistema se ha vuelto extremo. Se le exige que actúe como central al uso porque es lo que requiere el equipo y claro, no puede ser lo que no es.

El domingo pasado asistimos a una serie de acciones espectaculares y muy emotivas de Javier, incluyendo una conducción de 60 metros que casi se convierte en gol, en su primer gol en can Barça. El partido se ajustó bastante a sus características y ahí rinde y luce. Se llega a gozar de Masche. Pero la realidad es que defendiendo en el área grande, ante centros laterales, delanteros que manejen el juego de espaldas y con latifundios delante y detrás de su posición, su papel es salir retratado muy habitualmente en la foto. Siempre en el alambre, a un tris de acertar o fallar. Este Barça no necesita más riesgos. Al contrario, hace falta seguridad.

Yo quiero al argentino en mi equipo, por su fútbol, por su compromiso, por su pundonor, por su honestidad, por sus palabras dentro y fuera del terreno de juego… Porque asume y actúa como un capitán, de esos que quieres seguir hasta el final. Pero una cosa está clara, esto no se puede sostener. O cambia el Barça, este Barça, o el Jefecito pasa a su posición natural de MC o, muy a mi pesar, sería el momento de pensar si debe poner fin a su etapa blaugrana. Pase lo que pase siempre será uno de los nuestros, el que llegó con el alma a aquel balón que Bendtner estaba a punto de controlar ante Valdés.