El minuto de silencio recordó a Vilanova al inicio, tanto como la remontada liguera y sobre la campana al final. Algo a lo que los culés no nos llegamos a acostumbrar por esa maldita enfermedad contra la que se ganará la batalla algún día. Ojalá más pronto que tarde. Tito era un luchador, también desde el banquillo, que remontó partidos para alcanzar números imposibles mientras la salud se lo permitió. El fútbol es secundario y más hoy, pero es lo que mejor o peor, hacemos en esta casa, así que si me lo permitís tiraré sobre el tapete unas letras ocurridas a granel.

El Barça tocado y a la deriva debía sobreponerse a otro gran mazazo terminando ya una liga que parece que no termina jamás. Decía Zubi tras el partido que: “Estamos en el deseo de creer y de querer”. No es lo que diría Eto´o ni la arenga más motivadora jamás pronunciada. Y es que un perseguidor cercano con tan poca hambre no es habitual. Habiendo perdido además la Final de la Copa contra el Madrid y fuera de la Champions a manos del Atlético. Es evidente que si el equipo está futbolisticamente en un declive prolongado ya en el tiempo, mentalmente la situación es dramática. Lo que producen jugadores y cuerpo técnico es insuficiente, pero ¿debería pedírseles más? ¿podrían darlo? Puede ser un debate interesante.

Y así vimos un poco más de lo mismo este año hasta ese final de partido tan TITO. El Villarreal no mordía ni pegaba. Era un equipo contemplativo que se limitaba a esperar su momento. Es tan castigable este Barça… Se expone como el que más para no atacar mejor. Y ya no saben ni por qué lo hacen. Pero lo siguen haciendo. Como esa señora que enseñó a su hija a hacer los bizcochos que años atrás aprendiera de su madre. Y la nieta los hace en dos bandejas pequeñas porque así le enseñaron y jamás se cuestionó los motivos. Hasta que la abuelita ya muy mayor le dijo un día que ella los hacía así porque su primer horno era muy pequeño y no cabía una bandeja más grande.

Ahogó Marcelino por donde ya sabemos que hay que ahogar a este FCB. Tapó a quién todos pronosticábamos que taparía y de esa misma manera que estamos aburridos de ver. Dejó hacer todo lo que éramos conscientes que nos dejaría hacer… Pero hoy la mala suerte de los amarillos o el potasio que aportan los plátanos o la pura probabilidad hizo que dos centros de Dani Alves acabaran en gol. El tercero lo hizo Messi tras jugadón de un Busi vestido de interior. La entrada de Cesc fue fundamental y su papel decisivo y meritorio. Hasta ese momento lo más ilusionante que producía ofensivamente el equipo eran conducciones de Marc Bartra. Y muy normalitas para lo que es él. Tres puntos más, una jornada menos.

A todo aquel que siente por Tito, un abrazo muy grande.