¿Qué podría superar un momento difícil? ¿Qué podría acabar con un momento de tristeza? ¿Qué podría voltear una desganada situación actual? Sí, seguramente si estás leyendo este texto, una de las primeras respuestas será el fútbol. Verlo, jugarlo, sentirlo, vivirlo; cada cual elige. O no se puede seleccionar una únicamente, porque varias empujan a seguir.

Hace una semana nos dejaba Tito Vilanova. Quien fuera más que segundo entrenador la mano derecha de Pep Guardiola en aquellos gloriosos años del Fútbol Club Barcelona no podía superar el partido más importante de su vida y esa maldita enfermedad que le había apartado de su pasión dejaba, desde la tarde del pasado viernes, una estela de drama que corría en cuantos campos de fútbol se vieran poblados y balones de fútbol echaran a rodar. Desde el mismísimo Camp Nou hasta unos novatos alevines que solo viven de la pasión que les inunda al ver una pelota en el patio de su colegio. Nada ni nadie que fuera fútbol estaba apartado.

El Barcelona le dedicó lágrimas el triste día, el día siguiente, el posterior en el minuto de silencio previo al partido de El Madrigal, y la victoria con remontada incluida en el mismo. Y le seguirán dedicando gestos, victorias y títulos en el futuro. Para siempre. Aunque, habiendo perdido la final de Copa, eliminado de la Champions por uno de los finalistas y alejado de la Liga, pese a seguir reuniendo escasas opciones, probablemente deban esperar los títulos a su memoria.

Por ello, el triunfo en Villarreal fue para él. El llanto de Busquets durante los sesenta segundos de silencio y el de Mascherano tras el pitazo final reflejan dolor, sí. Pero me vais a permitir ir más allá. No pude evitar pensar en cómo, a dos jugadores como Busi y Masche, les debió calar en el aspecto táctico. Colocación. Corrección. Detallismo. Cada declaración tras el fatídico desenlace hablaba de la búsqueda continua de Tito de la excelencia, procurando no pasar por alto ningún mínimo resquicio.

También otearán el horizonte buscando vencer el primer partido después de Tito en el coliseo de Les Corts. El rival, que ya se asoma, es el Getafe. Y lo hace desde el abismo. Se le vuelve a ver tras doblegar al Málaga, pero va a sufrir en las tres jornadas restantes, como en 2009 y 2011. La llegada de Cosmin Contra al banquillo hace mes y medio no ha arrojado sensaciones muy diferentes, lo cual es lógico en tan poco tiempo. Más aún si añadimos cómo el descenso acaricia los tobillos de los futbolistas, con los ojos abiertos de la afición clavados en la situación.

El miedo puede provocar reacciones y un desenlace de acontecimientos verdaderamente sorprendentes para cualquiera. En el fútbol ocurre igual. Hay reacciones y acontecimientos sucedidos para todos los gustos, algunos incluso enigmáticos. ¿Cuántos se han registrado en los momentos clave de la temporada? El Getafe no le tendrá miedo al Barça, sí respeto, pero el temor surge cuando mira hacia atrás. Cuando ve la zona caliente. Cuando comprende que apenas se ha movido por ella y no está curtido, y por ello se ve a dos puntos del drama con tan solo 270 minutos en juego, después de más de tres mil. Aquellos ya pasaron. Aunque siempre los recordaremos.

Barcelona y Getafe deben mirar hacia delante. Superar los miedos. Superarse. Crecer. Cada uno con un drama tan alejado del otro como lo que representan como entidades.

El título es «El drama y la pasión» porque primero sobrevino el drama, pero Tito ya está adherido para siempre a la pasión.