Las Ligas no se merecen, se ganan o no se ganan

Se acaba. La Liga echa el cierre y el destino, Keylor Navas, Willy o como quieran llamarlo han dejado para el último capítulo el desenlace de un torneo doméstico lleno de sobresaltos. Uno de los candidatos a protagonista principal se dejó ir antes de tiempo y llega al match ball cuando menos creía que podía llegar. Ipso facto viene a la mente el artículo veintisiete del capítulo segundo de la Ley del Cholo: “Siempre hay que creer”. Si el Barça quiere ser ecuánime debería salir al Camp Nou en formación de pasillo por saltarse a la torera tal normal. Así evitaría múltiples desmayos del que cree y ha vivido las dos últimas jornadas a 160 pulsaciones. Un acto de caridad, no se pide más.

Atlético y Barcelona han sido compañeros de viaje hasta en tres competiciones y disputarán el sexto duelo para poner el punto final. Y aunque los dos juegan en busca de un mismo objetivo llegan de distinta forma. Los del Cholo con la mochila del curso llena de partidos históricos, gestas tremebundas y con otra final esperando (piel de gallina al mirar de reojo Lisboa). Sin embargo los de Martino apelan al dramatismo. O ganar o caer en el olvido por completar una de las temporadas más aciagas de los últimos años. Con semejante cartel, la lógica de las finales nos lleva a Messi. Quizá el jugador que cualquier entrenador elegiría primero para disputar una final. El argentino es la variante más exitosa y el atajo del seguidor culé, del que sueña el desenlace del partido antes del sábado, hacia la victoria. Pero no pretendo dejar un regusto de simplicidad. Además, la lógica, en el lugar que nos ocupa, no se impone.

El Tata ha visto como su mejor jugador ha ido reduciéndose en cada envite hasta quedar ahogado en el entramado rival. Incluso hasta encontrarse en una situación de abandono. El míster argentino diseccionaba la desatención el mes pasado: “No nos interesaba que Messi tuviera mucha participación en el juego”. Declaraciones que han provocado distintos análisis y dejan claro que posiblemente el Tata no ha encontrado contestación a Simeone. Y que Simeone, fiel a su estilo, ha ido perfeccionando la solidaridad defensiva del conjunto en las zonas donde Messi es punzante. Leo, que ha perdido recorrido, no disfruta de diagonales con tiempo para proyectarse. Asimismo no se divierte y tampoco es capaz de dar con duelos hacia una víctima. Sin casi tiempo para razonar termina arrojado hacia el 1 vs 2 o 1 vs 3.

Esas situaciones las ha tenido muy a menudo contra otros rivales sin llegar al exilio. Sin embargo la diferencia radica en el rival. La calidad defensiva del conjunto de Simeone está fuera de toda duda. Un plan de ayudas constantes y presión en bloque que les ha traído el premio de ser el equipo menos goleado en las dos competiciones donde se ha ganado una final. Dato para repetir en bucle. La estadística, extraordinaria, es el reflejo del trabajo de un entrenador que apenas lleva ocho años con traje y corbata. La Uefa quedó retratada el año pasado no incluyéndolo en los diez mejores entrenadores. Si por algún casual se vuelve a olvidar cometerá una de las mayores injusticias del Siglo XXI.

El rompecabezas de Messi es un dilema de altura. No obstante no es el único al que tiene que hacer frente el Barça. Si echamos la vista atrás Neymar ha sido la mejor arma del Tata en los capítulos anteriores. Siempre en izquierda, aunque Martino se empeñe en ubicarlo en banda contraria, siempre terminó siendo dañino cerquita de Juanfran. Si el brasileño está listo y Messi disfruta de visibilidad a cinco metros, quizás y sólo quizás, el Barcelona acumulará situaciones de gol. Dos hechos que parecen a día de hoy una ardua tarea. Es posible que el seguidor culé, si ha leído hasta aquí, me tilde de pesimista para sus intereses y crea que estoy muy confiado. No se equivoquen, el que escribe está en un estado de nerviosismo permanente por saber el desenlace, duerme poco y sueña de día. Además, no dimitan, el clutch player lleva el 8 y viste de azulgrana.

Mirando hacia el Manzanares las sensaciones han ido mejorando a medida que pasaban los días de la semana. La oportunidad perdida del domingo pasado parece olvidada y el estado anímico del conjunto ha subido enteros. Para muestra un hispano-brasileño. El jugador más determinante del curso pretende ser resolutivo en el Camp Nou. No quiere perderse el momento a pesar de vendajes, heridas sin cicatrizar y diagnósticos médicos inconclusos. El “pendiente de evolución” ha viajado con él habitualmente. Entendible, labor embarazosa para un médico fijar un tiempo concreto. Porque Costa tiene la capacidad de vencer al tiempo. Cuestión de compromiso.

Espantados los fantasmas de tres cuartas partes de la opinión general. La del “ya caerán”. Simeone ha despejado toda presión hablando de responsabilidad, ilusión y oportunidad. El currículum de finales es amplio y en todas ellas el equipo estuvo a la altura del momento. ¿Por qué dudar ahora? No hay motivo. Desmontó a un embalado Athletic de Bielsa, destrozó al Chelsea pre-Mourinho y post-Mourinho, fracturó al Madrid de, de nuevo Mourinho, y no se sintió perdedor en la final de la Supercopa. Cabe decir que si el desenlace no tiene preparado un final feliz, no sé, porque Iniesta quiera o Messi diga basta. Recordad las palabras del capitán Gabriel Fernández: “Las Ligas no se merecen, se ganan o no se ganan”. Habrá que felicitar al rival, será justo.