El arranque de una competición corta marca casi siempre el devenir de un equipo en la misma, tanto en juego como en resultados. Podemos encontrar excepciones a la regla pero la historia nos dice que así es. Si tu primer rival es Holanda, el subcampeón, y tienes a un gran equipo como Chile en el grupo, sales al campo jugándote las habichuelas en el primer partido.

Louise Van Gaal es un enorme entrenador, uno de los mejores. Sus modos y formas le han privado del reconocimiento en este país y la mayoría nos hemos quedados con sus frases y sus cabreos. Pero de fútbol sabe lo que no está escrito y hoy ha redactado una de las páginas más maravillosas de la historia de los mundiales. Con tres superclases arriba y una panda de “desconocidos” ha bailado a la actual campeona del Mundo.

Vicente del Bosque montó el tinglado habitual en estas lides. Iker en la puerta y la dupla Piqué-Ramos acompañados por Azpi y Alba en línea defensiva. Busquets, Xabi y Xavi en un triángulo que mutaba entre rectángulo y escaleno pasando por isósceles, Iniesta y Silva por delante y arriba Diego Costa, la incorporación diferencial de este año. Lo de siempre con los de siempre. Lógico.

Louise, por su parte, diseñó su trampa para la primera parte. Línea de 5 falsa con laterales con piernas y cabeza de extremos, dos en el mediocentro y arriba los tres artistas con libertad. El truco holandés consistía en defensa adelantada, presión al balón y despliegue físico. Así, evitaban la posesión larga, dificultaban la circulación e invitaban a la verticalidad. En fase ofensiva búsqueda de la espalda de los centrales mediante balones largos, preferiblemente diagonales ya que no lograba asentar a ningún jugador en zona intermedia. Así que Van Gaal quería que el partido estuviera en el acierto, no en el juego. Jugar a las transiciones era caballo ganador.

Lo consiguió a medias. La presión no fue del todo efectiva y España no se acabó de destapar gracias a Xabi. Lograba ensuciar la salida de balón pero no robar y, con Iniesta y Silva, conseguía recepciones favorables en ¾, que combinadas con las rupturas de Costa le permitían pisar el área. De esa manera llegó el penalty después de dos acciones anteriores de peligro de Diego. Se adelantaba España y el plan orange se tambaleaba, a pesar de la endeblez defensiva de los de Vicente. La poca coordinación entre Piqué y Ramos aguantaba gracias al buen hacer del línier en los fueras de juego. El susto quedaba continuamente a centímetros.

El momento clave del partido llegó justo antes del 45. Mala definición de Silva en un mano a mano con todo a favor y en la siguiente jugada un gran balón diagonal de Blind -consagrado hoy- a la espalda de los centrales habilitaba a RVP para hacer el remate visual del Mundial. El error colectivo apareció y Holanda volvía al partido. ¿Fue Piqué, Ramos, el lateral, la línea? Fue todo.

La segunda parte se intuía abierta pero Robben la cerró de un portazo en el 53 con un control de museo entre centrales y posterior definición. Holanda subió la presión hasta el área rival con un despliegue físico tremebundo y los cimientos sobre los que se asentaba España en la primera parte -Silva e Iniesta- desaparecieron. A partir de ahí, muestrario de errores de todos los tipos, individuales y colectivos, de jugadores y del entrenador. La hecatombe hecha fútbol en 45 minutos.

Señalar a alguien siempre es injusto en un juego colectivo y más en este caso, dónde ninguno se salvó de la escabechina, pero me quedo con tres aspectos que me han sorprendido negativamente.

Iker Casillas está falto de confianza y eso lo transmite en cada una de sus acciones. No entraré en sus virtudes y defectos, en lo que ha sido y lo que es, pero la inseguridad y nerviosismo que destila es caldo de cultivo para generar errores, tanto propios como de sus compañeros.

La pareja de centrales interpretó el juego a su manera, es decir, a la manera de cada uno, y los MC tampoco ayudaron en nada. Holanda mandaba a la zona central a 2 de los 3 de arriba, quedando marcas individuales sin corrector alguno. Ni Busi ni Xabi socorrían. Y cuando apareció el fantasma de la transición defensiva ya no fue susto, sino muerte. Espacios ante un rival roto. Jaque mate.

Ciertas críticas recibió el seleccionador por la convocatoria. Más que por nombres por falta de algunos perfiles diferentes de jugadores para situaciones con el marcador en contra. Con el 1-2, Vicente hizo un Torres por Costa y Pedro por Xabi que no he logrado entender. Quedaban 25 minutos y el débil hilo de Alonso que todavía cosía al equipo se rompió. Vicente, en los últimos años, siempre acertó con los cambios. Hoy no lo tengo claro, aunque igual la mayor equivocación viene por lo que había en el banquillo.

El 1-5 deja la clasificación para octavos complicada, obligando a ganar tanto a Chile como a Australia sin dejar de mirar de reojo la diferencia de goles general. Situación límite, mentalmente durísima. Un varapalo inesperado que marca el futuro inmediato.

Corolario: Al acabar el partido a muchos se nos ha venido a la cabeza aquel Bayern-Barça en el Allianz. Un Barça vestido de blanco. Recordemos lo que dijimos entonces, lo que ocurrió ese mismo año, lo que ocurrió al siguiente. Que cada uno saque sus conclusiones.