A veces cuesta admitir que hay que cambiar. Cuando las cosas han ido bien mucho tiempo y con el tiempo te das cuenta que ya no es lo que era te resistes a pensar que quizá haya que hacer algo al respecto. Algo así ha pasado en el Camp Nou estas últimas temporadas con el centro del campo culé: Xavi dominó el mundo pero empezó a bajar sus prestaciones, así que el equipo se resintió sin que los sustitutos que se buscaron para dar ese giro llegaran a funcionar. Thiago demostró estar muy verde y Cesc se vio abrumado por la alargadísima sombra de Xavi.

Partiendo de ahí, estos últimos años la base acababa siendo la misma en los momentos decisivos, pero los resultados han ido empeorando de forma lógica. A pesar de que la última fue quizá la mejor temporada de Xavi en 3 años -cosa que quizá no habla bien del resto- se vio que había que cambiar ya, que era difícil seguir sosteniendo el invento. Por eso, este verano debía buscarse a alguien que realmente pudiera tomar el timón, un centrocampista que esta vez sí ocupara el puesto de titular sin peros.

Cuando el Barça fichó a Ivan Rakitic lo cierto es que los culés enarcamos una ceja, ya que se fichaba a un jugador que en su anterior temporada destacó por su juego a la hora de lanzar contras, siendo uno de los mejores jugadores de Europa en ese aspecto. Como pudimos ver  en pretemporada y ante el Elche Ivan es algo más, puede que un jugador más completo de lo que se cree, aunque eso es algo que todavía debe demostrar.

Con Xavi, por otro lado, se espera un rol más secundario en el que no cuente con tantos minutos y salga a dominar segundas partes, aspecto en el que todavía puede aportar mucho, temas de vestuario aparte. Cierto es que creo que al equipo no le sentaría nada bien que la batuta volviera a ser suya a tiempo completo, por eso espero que el reparto de roles esté más que claro al menos en esa zona del campo. Si de verdad se quiere dar un paso adelante, Rakitic debe ser un fijo, la apuesta.

A pesar de todo, este cambio que se está produciendo en la sala de máquinas ya ha sorprendido a más de uno, al ver a un interior con una gran calidad a la hora de defender, tiro de media distancia…un aspecto casi olvidado, rol que pertenecía a jugadores más de tiempos anteriores a Pep. Esa “normalización” de la que se venía avisando y que con Martino llegó al punto de ebullición.

Esto no quiere decir ni mucho menos que el equipo vaya a ser peor, si no simplemente diferente. Puede ayudar a limpiar un sistema de juego que ya estaba algo viciado y, a pesar de que todavía falta por ver cómo van a encajar piezas como Ivan, podemos ser optimistas. Hacía falta un cambio y aquí está, aunque haya llegado algo tarde. Pero como se suele decir, nunca es tarde si la dicha es buena.