En uno de los diálogos más brillantes de la esperpéntica Murieron por encima de sus posibilidades (Isaki Lacuesta, 2014), que vimos el jueves por la noche en pleno Festival de San Sebastián y de la siguen llegando fuertes opiniones en su contra, para la gran mayoría supongo que se tratará de uno de los pocos salvables, el personaje de José Coronado establecía un paralelismo sobre el estado de las cosas en España al de Raúl Arévalo usando la Alhambra como recurso simbólico. Por dentro está repleta de fuentes, patios de incalculable valor y riqueza artística, pero por fuera es de ladrillo. “Con esta crisis hay que aparentar no ser rico”, afirmaba Coronado en la línea de sarcasmo con la que el film se ríe de la situación del país sin dejar títere con cabeza, incluso se podría afirmar que en esa línea la propia película acaba siendo víctima de su propio disparate, pero esa es otra historia.

Algo similar sucedía en Granada este verano. Los traspasos hicieron más ruido que las nuevas caras, de nuevo otro año sin lujos en la ciudad de la Alhambra. Para suplir la salida de Brahimi tardaron en fichar jugadores del talento de Rochina o un delantero de garantías -y futuro- en el área como Jhon Córdoba, lo demás parecía fondo de armario. Llegaron cedidos de vuelta -Ortuño o Héctor Yuste-, jóvenes del filial e incorporaciones determinadas para reforzar la defensa y alargar una plantilla que el año pasado se quedó corta. En apariencia el desembolso fue muy ajustado, pero sin apenas expectación entre los medios e incluso nerviosismo en cierto sector del aficionado, el ritmo de nuevos abonados no fue alto, la tranquilidad para los demás residía en un nombre, el de Joaquín Caparrós por su destreza para sacar el máximo partido a plantillas repletas de limitaciones.

La sorpresa es que las limitaciones no son tan grandes ni tan graves como se creía. Desde fuera el proyecto parece uno más condenado a luchar por la salvación, otra pieza de ladrillo como las platillas que el Granada ha venido construyendo desde su regreso a primera división en 2011, con entrenadores como Fabri, Anquela o Lucas Alcaraz. Pero por dentro en las primeras jornadas ha sido bien distinto. La circulación que Fran Rico, y Javi Márquez pueden aportar al juego y la entrada de jugadores jovencísimos como Isaac Success, Darwin Machís, Eddy Silvestre o Soulayman nos advierten que en manos de Caparrós vienen para quedarse, crecer en el primer equipo y aportar un plus de competitividad al resto

El tropiezo ante el Levante subraya los males endémicos de un equipo aquejado de escasa profundidad de cara a portería, en esta ocasión ni siquiera disparó entre los palos, pero el trabajo del profesor Caparrós debe avanzar primero por otros derroteros, consolidar su esquema y aportar saber hacer a un equipo que combina tanta juventud como veteranía, esencial para el buen funcionamiento del grupo, pero que de momento se está resintiendo en la nula aportación de Piti pegado a banda en el 4-4-2 en el que Caparrós se siente más cómodo.

No son las primeras jornadas de Liga el mejor momento para evaluar a un equipo, ni a este Barça ni a ninguno. Se atisban cambios de nuevo en el lateral izquierdo, punto negro de la alineación, y la baja de Rochina resulta sensible por ser uno de los jugadores con mayor capacidad de definición y pegada, como demostró en el gol de la remontada en la primera jornada de Liga. Irónicamente, los últimos partidos del Granada en el Camp Nou han estado repletos de goles. Recordemos que ambos equipos llegan de tropezar y dejar la portería del rival a cero, por lo que con los de Luis Enrique ante su afición y con la artillería cargada habrá que esperar un duelo táctico hasta que resista el ladrillo de Caparrós en su Alhambra.