Llevo bastantes años entrenando al primer nivel. He visitado el Camp Nou en más de una ocasión sin demasiadas alegrías. Es lo habitual. Algún saco de goles me he llevado de Barcelona después de realizar un buen partido. Suficientes, demasiados. Les fui a buscar y perdí, les esperé como minino panza arriba y perdí, una vez empaté, repetí idea en la vuelta y parecía que jamás dejarían de marcar, se ensañaron. Nunca es fácil.

El estadio impresiona, desde el verde impoluto hasta el cielo se antoja interminable el manto de colores formado por aficionados culés llegados de todas partes. Ese coliseo te hace sentir muy pequeñito. Tratas de centrarte en el césped pero el vértigo no mengua. Messi arranca, Busi la pisa, Iniesta amaga ¿cómo ayudar a los míos desde la banda en ese momento? ¡Y lo que es peor, sin armas de fuego!

La cabeza no para y la de este currito del fútbol elucubraba acerca de los antídotos contra los Neymar, Messi y Suárez. Faltan meses para que nos enfrentemos y tengo otras preocupaciones, pero hoy no me los saco de la cabeza. Como esas canciones que no buscas pero te encuentran y suenan por los rincones de tu cabeza. Que pueden llegar incluso a avergonzarte si bajas la guardia y te descubres tarareándolas. Aunque no haya nadie cerca.

Y es que este entrenador cualquiera que hoy escribe las líneas que tú lees nunca ha tenido tan claro como enfrentarse a los de Lucho. Después del partido del domingo en el Madrigal, más. Nadie me asegura, decida lo que decida, que no padeceré la congoja que se siente cuando has encajado uno o dos y miras al reloj y queda más de una hora de batalla… y esa noche los blaugrana quieren más. Pero, como decía, el plan es claro. Tengo la pregunta adecuada y la respuesta viene sola:

¿Regalo el más mínimo centímetro por dentro a Lío, Ney y Suárez o deshabito carriles laterales para que Alves y Alba pongan centros al área? Mi plantilla tiene centrales para defender esos balones con ventaja. Con mucha solvencia, diría yo. Y no es necesario para ello contar con Pepe y Ramos, Luiz y Silva, Godín y Miranda, Boateng y Benatia, Hummels y Subotic, Nastasic y Mangala o Ivanovic y Cahill. Los mediocentros, además, estarán ahí, bien cerca, ayudando, en el repliegue que propondré. A buen seguro mucho más cómodos en esos menesteres que encarando a D10S a porta gayola.

Es mi clavo ardiendo y bien ejecutado puede funcionar.

Sé cómo castiga el Barça un metro en la frontal, medio segundo por dentro… eso no podemos concederlo. Decía Elba de Pádua Lima que “El fútbol es una manta corta: si te tapas los pies te descubres la cabeza, y si te tapas la cabeza te descubres los piés”. Y yo digo que del Barça asustan mucho los pies y muy poquito los remates de cabeza.