Minuto 80. Xavi acaba de entrar al campo. El Villarreal roba el balón y le superan. Se para con la pachorra y no hace el esfuerzo de recuperar. El espectador alterado se alza de la silla y le grita un «Pero corre, huevón«. Por el otro lado aparece Rakitic como una moto, igual que los 80 minutos anteriores. Mete el pie y el equipo recupera el balón.

Ahí tenemos la clave de porqué Xavi ya no es titular en este equipo. No se sostiene que su retorno defensivo sea nulo. Aunque en su defensa podemos decir que el año pasado sí se apretó los machos. Pero no basta. Su lectura defensiva es deficiente, siempre sale un segundo tarde, y eso unido a que no es precisamente un velocista hace que salga señalado a menudo. No va a aportar esa solución defensiva de emergencia que su compañero croata sí es capaz.

Pero entonces, ¿por qué carajo juega Xavi?

La respuesta la tenemos en la otra cara de la moneda. Cuando el equipo tiene el balón, Xavi no para de currar. Se mueve mucho, y se mueve bien. Inicia y acompaña la circulación de lado a lado, ofreciéndole al compañero una línea de pase y ordenando todo el ataque. Los compañeros lo saben y le buscan. Es la referencia.

Con él en el campo, el equipo inició dos largos rondos que terminaron con sendos remates en área pequeña. Eso es Xavi: el mejor centrocampista del mundo interpretando cómo derribar muros arriesgando lo mínimo posible.

El rol de Xavi

Pero a veces ese riesgo mínimo no basta. A veces es necesario que el partido se desordene, el rival abandone su idea y sus roles, y en ese pequeño caos, emerja la superior calidad técnica de los blaugrana. En ese escenario, el equipo es menos competitivo con él en la cancha. Los partidos de ida y vuelta le sobrepasan, ya que no es capaz de ejercer ese control que le caracteriza y sus defectos lucen con más fuerza. Si el rival presiona arriba ya no es ese faro al que agarrarse para no perder nunca la bola; a veces la pierde porque ya le va costando girarse.

Cerrando partidos es un arma de doble filo. Si bien puede contribuir a esa circulación fluida y los «grandes rondos», también se inhibe del trabajo defensivo saliendo del banco. Como vimos en Villarreal, cuando el partido se abre, el gol puede caer en ambos bandos, aunque el dado venga cargado del lado blaugrana.

Derribar muros en partidos complicados quizá sea su rol ideal. Los partidos empiezan a abrirse a partir de la hora de duración, aparecen más espacios y el balón circula más rápido y mejor con él en el campo mientras que los rivales basculan más lento y llegan más tarde. También es probable que sume muchos minutos en partidos de Liga ante rivales pequeños. Ahí, esa capacidad para ordenar al equipo y para filtrar el pase definitivo, así como su paciencia para mover y mover al rival hasta encontrar el hueco, serán de gran ayuda.

¿Y como mediocentro? Con Masche ocupando un puesto preferente en la rotación de centrales, un nuevo rol aparece en el horizonte: suplente de Busquets. Lucho maneja diversas opciones para ese rol, desde el canterano Samper hasta un equilibrado Rakitic, como vimos ante el Levante. Incluso no es descartable que Masche ocupe esa posición en caso de emergencia. Pero Lucho creó en Vigo un perfil que le encaja a Xavi como anillo al dedo: el mediocentro creativo. Por distintas razones, ninguno de los anteriormente mencionados ofrece la capacidad de Xavi para ser el eje de la salida de balón. Y es que el capitán lleva años ejerciendo ese rol, aunque fuese desde el interior. La falta de equilibrio defensivo en esta propuesta es evidente, pero bueno, tampoco el danés de zamarreta celeste era un dechado de virtudes defensivas  y los resultados fueron productivos y vistosos. Apuntado queda, por si acaso.