En la novela de Dostoievski el protagonista va desarrollando un sentimiento de culpabilidad a lo largo de la obra, que al final acaba con sus huesos en Siberia. El Madrid ha cometido su propio crimen con la salida de su nexo de unión entre transiciones, Di María, al que podríamos catalogar, durante el curso pasado, como la transición madridista en sí misma. Pero ningún culpable sufrirá el frío siberiano. A cambio se han traído a un talento de enganche que, al menos de momento, solo sabe correr hacía delante, eso sí, muy bien.

A James alguien le ha puesto un castigo, pero ni él mismo sabe quién, ni por qué ha sido él el elegido. Ni le preocupa, tan solo disfruta lanzando al tridente que tiene delante, intentando juntar un medio campo dotadísimo para la pausa, con una delantera llamada al desboque.

Y es un buen socio para ambos; con calidad más que suficiente para el juego asociativo y la pared en corto, y la velocidad necesaria para sumar y sumarse al ataque en pocos segundos. Sabe con quién asociarse arriba. Lo mejor de la obra de Fiodor son los diálogos entre su protagonista, Raskólnikov y el inspector de policía que le investiga. James por su lado, sabe con quién debe dialogar arriba, y Cristiano ya le tiene, junto con Karim, entre sus socios favoritos, lo cual es siempre una garantía de éxito en este Madrid del portugués.

Su excelente golpeo de balón y su cada vez más prolífica ruptura desde atrás, hacen el resto. Es el perfecto lanzador desde la media punta, primero porque no le duele en prendas retrasar su posición para ofrecer la conexión con la delantera desde una posición algo más retrasada, y segundo porque su calidad en el golpeo es realmente espeluznante, dominando todos los registros. A todos nos viene a la cabeza una imagen reiterativa suya, con el colombiano mirando balón, levantando cabeza y volviendo a mirar al balón esta vez ya en el contacto con su bota, para realizar ese envío preciso que la jugada necesita. Nunca forzado, nunca un pase de más, ni de menos. Entiende el juego. Añádanle la estética natural del zurdo. Si hubiera que ponerle un pero sería simbolizado en esa secuencia que relatávamos antes; todavía debe de acelerar un poco su fútbol para adecuarlo a la élite que le demanda el Bernabéu.

Carletto ha conseguido un pegamento de calidad entre la media y la delantera. No es la intensidad en la presión de Di María, ni puede serlo. No es la transición defensiva, ni el robo del argentino, pero ¿quién tiene hoy en el mundo la presencia entre líneas del Fideo? Pero si de lo que se trataba era de conseguir un enganche de calidad mundial, no exento de gol, eso el colombiano te lo ofrece a espuertas.

Cara al partido del sábado frente al Barça, es el hombre llamado a machacar la «zona Busquets», por lo que de su lectura de juego dependerá gran parte del éxito del Madrid en el Bernabeu. En los últimos años era ese tipo de jugador, el que masacraba una y otra vez dicha zona de media puntas, sobre todo cayendo a banda y solía resultar demoledor para el juego azulgrana. El diez quizá adolece un poco de dicho movimiento, prefiriendo, como hemos dicho, retrasar su posición cara al desmarque, pero no podemos obviar dicha caida a banda, a pesar de que la transición defensiva del Barça, con los apoyos reales de los interiores al mediocentro, han minimizado bastante este agujero negro azulgrana.

Cuando hablamos de James, además tenemos la suerte de tratar con un jugador con un amplísimo margen de crecimiento, incluso a veces se hace complicado explicarle, precisamente porque es un jugador en plena definición de su fútbol, aun bastante alejado de su madurez futbolística. Será lo que el Madrid quiera que sea, o, más bien, lo que le deje… con un poco de suerte y goles llegará la redención de James Rodríguez, aunque solo sea porque, al menos esta vez, en el crimen él no tenía culpa.