LO NORMAL YA NO ES SUFICIENTE

A día de hoy, que Messi juegue en este Barça es como colocar una ametralladora en el techo de una diligencia: sí, la cosa es un poco bizarra, pero si te ries en lugar de esconderte no preguntes luego por quién doblan las campanas, ni quién las hace sonar. Al vehículo le falta, qué duda cabe, la elegancia de las limusinas del resto de equipos top europeos, pero ten por seguro que Pep, Carlo y compañía comprueban con una mueca de fastidio que la destartalada carreta blaugrana no termina de romperse, pese a que rebota en cada bache del camino como si los listones de madera fueran a saltar en mil pedazos. Los grandes de Europa saben que si se paran a repostar, en el horizonte se recortará la figura de un pistolero de rostro impasible que siempre parece tener una bala de más en el cargador. Y no hablamos de cualquier bala: es una de esas balas, de las que hacen “click” en el tambor cuando tú ya habías contado seis disparos y empezabas a esbozar una sonrisa maliciosa. Así cayó Kiko Casilla en el Camp Nou, víctima de un gol que no existía, la última muesca de una biografía que roza lo inverosímil.

Y es que  el partido de Leo contra el Espanyol fue tan descomunal, y el primer gol del Barça tan tardío, que se comprende que la mayor parte de los analistas subtiendan ambos factores y concluyan que fue el argentino quien derrumbó la resistencia del Espanyol. Aunque me incomoda cuestionar una postura analítica mayoritaria –asumo que si varios observadores cualificados coinciden en un juicio lo más probable es que el mío sea el equivocado-, tengo que confesar que disiento de aquellos que, como mi compañero Miguel Larrea, consideran que el planteamiento defensivo del Espanyol explica el resultado de la primera parte. Decía Miguel en su brillante crónica que “el Barça no paraba de chocar ante un equipo blanquiazul que (…) no tenía problemas en regalarle el campo a su rival”, y yo puntualizaría que la segunda parte de la frase es más cierta que la primera. El Espanyol le regaló el campo al Barça, en efecto, pero el Barça no chocó contra nada, más bien al contrario: obtuvo ventajas de todas las concesiones tácticas del Espanyol. Y obtuvo, además, ventajas que derivaron en situaciones de pre-gol. Solo algún déficit individual impidió que el Barça se impusiera con claridad en la primera parte. Lo que pretendo argumentar a continuación es que el primer gol de Messi, pese a ser una obra de arte indefendible, fue consecuente con la pobre actitud y disposición defensiva propuesta por el Espanyol.

La siguiente captura podría resumir, para entrar en materia, la falta de intensidad de la defensa del Espanyol.

lineas regaladas

Javier Mascherano supera las dos líneas del Espanyol con un pase a Suárez que nadie intenta estorbar. Hay que tener en cuenta que el uruguayo podría combinar con Xavi de primeras mientras Neymar, a espaldas del lateral, pica al espacio. Es una amenaza lejana, pero no debería existir, y yo no veo sentido a concederle opciones a jugadores de tal calidad. No veo, al menos, ninguna explicación táctica, y menos aún cuando Messi goza de la misma libertad.

recepcion barata para Leo 1

Messi recibe el balón con la única oposición del pobrecito Salva Sevilla, del que se deshace en un quiebro como si ni siquiera le hubiera visto.

rompe a Salva 2

Tras ello, Messi asiste para la ruptura de Xavi, que se cuela entre centrales. Nótese que Neymar está absolutamente solo en la zona izquierda. Xavi contacta el balón de cabeza (¡¡!!) e intenta dejársela al brasileño, que no llega por poco.

pase a Xavi Ney solo 3

Considerando el desarrollo completo de esa jugada yo me pregunto, ¿qué función precisa está cumpliendo la línea de cuatro mediocampistas que vemos en la primera y segunda imagen de esta secuencia? Es decir… Salva Sevilla no es rival para Leo. El volante y el medio de la zona izquierda no enciman al argentino, y Xavi rompe hasta el corazón del área sin que ningún jugador intente seguirle para proteger el rebote, o para cubrir a Neymar. A mí me parece un posicionamiento muy deficiente.

En esa zona izquierda Neymar y Jordi Alba hicieron exactamente lo que les vino en gana. ¿Recordáis un Levante-Barcelona de la era Tata Martino, en el que el Barça remonta con tres goles de Tello? En aquél partido Messi acabó con la oposición levantina a base de balones hacia la ruptura del extremo izquierdo, explotando un recurso simple pero muy difícil de frenar si el lanzador es preciso. Bien, pues la situación se repitió pero, a diferencia del día del Levante, Messi no utilizó el recurso para superar la presión: sencillamente, aprovechó que el Espanyol dejaba la banda vacía.

Disposición suicida

Quizá en la imagen la situación parezca más controlada por parte del Espanyol de lo que en realidad lo está. El pase de Messi a Neymar va a ser perfecto, claro, y el brasileño se lanza de inmediato a explotar la debilidad. El Espanyol tiene que girarse y bascular, consintiendo una situación de peligro que se genera sin circulación de balón, sin desmarques y sin juego entre líneas. Es, en esencia, un acercamiento regalado.

La siguiente imagen corresponde a la jugada en la que Kiko Casilla salva el gol de Jordi Alba.

casi gol de Alba

De acuerdo, Alba no es Alaba –les unen todas las letras y les separa un mundo- , pero no deja de ser un tío muy rápido con un timing notable. Si no le tomas en serio te puede hacer trizas: aquí atraviesa la defensa como navaja en mantequilla y no marca gol de milagro. ¿De qué le sirve al Espanyol que tres jugadores observen a Leo sin intervenir en la jugada?

aun mas clara para Alba

Esta captura nos habla, creo yo, de un comportamiento táctico que trasciende lo ineficiente para convertirse en pura dejación. Neymar ha arrastrado al lateral derecho, Arbilla, aclarando la zona para la ruptura de Alba, que corre libre directamente hacia la portería. Se puede comprender que haya cuatro centrales para dos delanteros pero, ¿qué está mirando Cañas, el interior derecho del Espanyol? ¿Cuál es el rol preciso de los tres mediocampistas blanquiazules? ¿Qué pretende obtener un planteamiento defensivo en el que el interior no compensa a su lateral cuando el extremo rival le arrastra? Si Jordi Alba tuviera la capacidad de pararse dos segundos en lugar de correr, el Barça habría marcado un par de goles. Sin duda.

Pero la debilidad por banda no es el precio a pagar por cerrar los pasillos centrales: es una concesión sin contrapartida. Ya vimos que Leo Messi no recibe ninguna presión específica. En la siguiente captura queda claro que Rakitic también disfruta de ventajas.

Rakitic libre 1

Messi, Rakitic y Busquets han triangulado brevemente para desembarazarse de Salva Sevilla. El croata tiene frente a sí dos líneas, y un jugador del Espanyol está en condiciones de obstaculizarle directamente. Veamos qué ocurre tres segundos después.

Rakitic centra a Suárez

Rakitic centra desde una zona ideal para su ámbito técnico mientras que, a espaldas del central diestro, Luis Suárez corre con la posición ganada. El único jugador que intenta robar el balón a Rakitic es… Salva Sevilla, de nuevo. ¿Ha habido algún movimiento entre líneas que distrajera a los defensores del Espanyol? No. Sencillamente recularon, flotando a Rakitic y permitiendo que uno de los mejores lanzadores de la liga centrase a uno de los mejores delanteros del mundo.

Desde la izquierda las cosas no cambian mucho: Neymar tampoco está presionado cuando lleva el balón. Por el centro Rakitic inicia el desmarque atacando un hueco inconcebible, con no menos de seis defensores españolistas que no inciden sobre ningún jugador blaugrana.

Neymar solo Rakitic rompe

No comentaré la jugada porque reproduce, en perfiles opuestos,  la jugada en la que Messi regatea a Salva y asiste para la ruptura de Xavi. La diferencia más sustancial es que aquí ataca el área un hombre de mayor potencia, como es Rakitic.

pregol Rako

A Rakitic se le va el control por muy poco. Esto es una situación de pre-gol, como casi todas las que hemos visto, y el Espanyol solo se defiende por acumulación y por heroicidades individuales. La mayoría, por cierto, a cargo de Bailly. No pretendo argumentar que el Barça hiciera muchas cosas para vencer en la primera parte, pero me parece claro que el Espanyol no hizo nada –en defensa- para merecer elogio. Le regaló al Barça toda la banda izquierda, le regaló zona de tres cuartos, no presionó a los lanzadores y tampoco cerró los huecos interiores. El Barça no movió la bola con velocidad, en efecto, pero es que tampoco hacía falta. Se enfrentaba a un dilema similar al que suele afrontar este Real Madrid: “¿para qué voy a hincharme a tocar si ya estoy viendo pasillos abiertos?”. Messi veía la ruptura de Neymar… y se la ponía. Luego se la ponía a Jordi Alba, y luego a Xavi, luego otra vez a Alba, pero como nadie terminaba de enchufarla, se puso en modo Wyatt Earp y la marcó él mismo. Personalmente, creo que esa es toda la historia.

¿Por qué no se impuso el Barça, ante tantas facilidades? Creo que hay varias explicaciones. La más clara ya la apunté: Jordi Alba no es el tipo de lateral que se para un segundo a valorar la jugada. Aunque es muy bueno en lo suyo, que es correr, Alaba o Marcelo se habrían hinchado a producir goles. Por otra parte, el perfil cambiado de los interiores no favorece una dinámica de rupturas. Xavi es realmente hábil filtrándose entre centrales, pero Rakitic es mucho más peligroso. Probablemente al equipo le beneficiaría que Rakitic se situase en la izquierda, para aprovechar el perfil hacia el que Messi asiste. Por último, a Luis Suárez aún le falta. Llegará, y cuando llegue, el próximo equipo que regale situaciones de pre-gol no saldrá vivo.

Lo más interesante de todo es que la disposición del Espanyol, que pudo haber dejado sin ideas al Barça de hace ocho meses, incluso al del mes pasado, ya no sirve. Y no es que el Barça haya mejorado en lo colectivo, es que los de arriba están encontrándose, entre ellos y a sí mismos. Está escrito en las tablas del fútbol que si Messi recibe algo de su equipo, por poco que sea, solo podrá ser detenido por un planteamiento sobresaliente, al margen de que el Barça juegue bien o mal. No basta con encerrarse, ni con estrechar líneas, ni con proteger el centro del área, y lo de regalar las bandas con Neymar en izquierda y Suárez en el área pronto será inasumible. A partir de esa triple amenaza el Barça comienza a engancharse, muy poco a poco, a dinámicas positivas que no son ganadoras por una pura cuestión de inadecuación de la plantilla. Pero incluso eso dejará de tener importancia. Dos de los tres killers ya crean peligro por sí mismos, y el tercero lo hará, qué duda cabe. Cuando ese momento llegue, no necesitarán que haya nada a su espalda. Ese es el tipo de reduccionismo vergonzante que Messi le impone al fútbol en cuanto encuentra un par de socios capaces de tirarle una pared cerca del área. El Barça, de momento, es una diligencia destartalada, sí, pero la conducen tres salvajes. Y para detenerles, lo normal ya no es suficiente.