A falta de un par de días para que los señores de Oriente lleguen a Donostia, la pluma de cierto escocés ultima desde Zubieta su carta de deseos y peticiones, con cierta premura, no obstante, por si éstos, vestidos de blanquiazul, quisieran concederle algún que otro regalo anticipado. Dicha ambición estará seguro en la mente de otros muchos que hoy poblarán Anoeta; miles que, como Moyes, también desean comenzar el año con buen pie. ‘Año nuevo, vida nueva’, suele decirse. Y seguro tratarán de que así sea.

La incorporación de David Moyes ha supuesto un cambio de rumbo absoluto en la dirección deportiva del equipo txuriurdin. Su fichaje ha adquirido el significado de dejar atrás una época de ‘comodidad’ gobernada por la debacle deportiva a la que inevitablemente condujo la inexperiencia de Jagoba Arrasate, para abrazar de nuevo la ambición que dos temporadas atrás le permitió al bloque realista ocupar una plaza en la máxima competición europea de clubes.

Ello no significa, no obstante, echar la vista atrás. Todo lo contrario. De hecho, con un equipo abrazado a un juego insípido e insuficiente a la orden de una directiva excesivamente esclava de sus decisiones, las últimas actuaciones de la Real fueron tan negativas que la participación europea llegó a considerarse el ‘desencadenante’; el causante de que el club se acomodara y no hubiera solución táctica para un once que, tras perder a importantes integrantes del modelo anterior, no había sabido reinventarse. Probablemente sea el momento de poner las piezas en su sitio. Y aunque aún sea imposible valorar si Moyes es el indicado, sí parece un buen candidato pues, entre otras cosas, él nunca tendrá el maravilloso 2013 como referencia.

Los primeros meses de Moyes han resultado más una peculiar pretemporada que tres meses de competición al uso. Llegó en noviembre a un equipo –sin tapujos- deslavazado, sin rumbo y, recuperando repetidas declaraciones del ex Everton, carente de la preparación física mínima exigible a un equipo de Primera División de la Liga Española. A este respecto, y obviando la más que posibilidad de que la Real Sociedad incorpore efectivos en el mercado de invierno, la mejoría ha sido notable y apreciable partido a partido: el club realista recibirá al Barça de Luis Enrique in crescendo. Suficiente o no, los noventa minutos serán un juez inmejorable de su evolución.

Beneficios para el ataque culé

Lo cierto es que el once tipo que presentará la Real tiene algunas ventajas claras para el ataque posicional del FC Barcelona. En primer lugar, existe de partida un claro enfrentamiento entre el lado fuerte culé y el débil txuriurdin. La Real Sociedad de Moyes viene formando un 4-2-3-1 de partida que se cierra en 4-4-2 en defensa posicional, lo cual no afecta a la disposición de su mediocampo, integrado por un doble pivote Granero-Markel de izquierda a derecha. En este contexto, asumiendo que, como lo viene haciendo, Rakitic ocupe la posición de interior diestro y Messi caiga por zonas intermedias en carril central-diestro, la balanza parece muy decantada hacia el lado culé debido, principalmente, a la debilidad defensiva de Granero.

Al Pirata aún le falta rodaje, y su agresiva e inefectiva presión genera desconfianza. El caudal ofensivo de los últimos rivales de la Real llegó, precisamente, de lo que éstos fueron capaces de generar a su espalda. Habida cuenta de que, además, Moyes prefiere adelantar la línea defensiva, el escenario es idóneo para que Rakitic lance y Messi penetre entrelíneas. Se presupone, no obstante, que el escocés optará por un bloque más bajo esta vez. Además, la altura de la zaga se ha ido ajustando para bien en los últimos partidos, ayudada por un Iñigo Martínez que, poco a poco, está recuperando su nivel.

El club donostiarra puede barajar varias opciones para paliar esta situación de inferioridad. Una de ellas sería la de invertir las posiciones de sus mediocentros, colocando a Markel, su único especialista defensivo, en zona izquierda, al estilo del Espanyol y otros rivales recientes del Barça. Dicha decisión dependería, a fin de cuentas, de la utilidad que se le quisiera dar a Markel Bergara: la de achicar o tapar al lanzador, o la de cerrar entrelíneas. La primera opción, el cambio de lado, supondría correr el riesgo de dejar a un débil Granero como último factor corrector previo a la zaga, por lo que no parece demasiado viable. Además, con vistas al contragolpe, ello también podría ralentizar la salida en transición, con Granero pisando la zona de Xabi Prieto-Vela.

Otra posible variante sería dar una oportunidad a Zurutuza junto a Markel Bergara, aprovechando su mayor talento posicional con respecto a Granero y también el magnífico rendimiento defensivo que ofreció el pasado curso precisamente frente al equipo azulgrana. Moyes podría recuperar esa figura del ‘interior defensivo’ alineando a Zurutuza y cerrando la posición de Xabi Prieto, otro de los indiscutibles, con vistas a ralentizar la irrupción de Jordi Alba en el otro perfil. Sea cual sea la decisión final, y como además todo parece indicar que Moyes seguirá una línea continuista, Messi tendrá seguro opciones de moverse entrelíneas pues el espacio mediocampo-defensa es el mayor conflicto defensivo actual de la Real Sociedad.

Agirretxe, el indiscutible

Huelga decir que las opciones de la Real Sociedad pasan por su efectividad cuando tenga la pelota y esto, en la mayoría de los casos, sucederá en transición. Hay que tener en cuenta que la pérdida en los últimos dos años de las dos figuras que daban sentido a las fases ofensivas de la Real –Griezmann, de la transición; e Illarramendi, del ataque posicional- supone la reconfiguración del equipo y, sobre todo, la redistribución de los roles de importancia dentro del mismo. Sin ellos, la Real se tornó un equipo lento y largo, respectivamente. A día de hoy, las dos soluciones más eficientes para paliar el mal del contragolpe es, sin duda, la presencia de un extremo de recorrido en izquierda e Imanol Agirretxe.

La alineación de Agirretxe contra el Barça, tras superar la lesión que lo ha tenido apartado de los terrenos de juego varias jornadas, se antoja vital para el éxito de la transición ofensiva realista. Finbogasson, más allá de que aún no haya rendido al nivel que se espera de él, posee unas cualidades como delantero centro absolutamente favorables para los zagueros culés. Su juego, de movimientos cortos entre centrales, no aporta nada al desarrollo de la jugada y facilita la marca. En cambio, Agirretxe, el especialista en juego de espaldas, posee un apoyo largo útil y eficaz para herir a Busquets y poner de cara a la línea de mediapuntas locales, liderada por Carlos Vela. El de Usurbil es la clave de un circuito de pelota que, desde la derecha, se acabará descargando al perfil izquierdo, donde se halla la mayor duda del once txuriurdin.

Si bien la elección de Moyes para el extremo diestro viene siendo Xabi Prieto por las soluciones que aporta en salida de balón y por su capacidad para el intercambio posicional con el mexicano, el extremo zurdo es una posición que aún no tiene dueño en la Real. Tras un primer intento con Canales, la opción está prácticamente desechada. Aunque Hervías se está imponiendo, todo apunta a que Chory Castro puede ser el elegido para aprovechar el espacio que deje Alves a su espalda, precisamente aludiendo a las dos cualidades que, debido a la carencia de las mismas, han relegado a Canales a un segundo plano: velocidad y recorrido defensivo. Cuando los minutos corran y si la necesidad impera, Hervías tendrá su chance seguro. El riojano se está destapando como un jugador con mucho desborde que puede crear dificultades a casi cualquier defensa, incluso, aún a riesgo de que suene osado, a la blaugrana.

Con las piezas en su sitio, y sus virtudes y sus defectos definidos, sólo queda que el balón eche a rodar. Es probable que el deseo de David Moyes de encontrar, por fin, un once ideal en su nuevo equipo lo lleve a moverse en una línea continuista más que a estudiar una adaptación concreta al conjunto de Luis Enrique. Es más que posible, también, que la Real, en su inferioridad, se agarre a su mejor aliado de los últimos años: su estadio. No hay en toda la liga española un campo que dé menos puntos al Barça que Anoeta y, en esa sinrazón, la Real se sabe hacer fuerte.