EQUILIBRIO VS DESEQUILIBRIO

Leo y charlo a menudo con mis amigos entrenadores de fútbol sobre el trabajo de un mister en la élite. Luis Prado, Alex Couto Lago y un puñado más siempre ponderan el trabajo del entrenador a los que vemos el fútbol desde el sillón de casa. Los procesos para conseguir unos objetivos requieren tiempo y las pruebas o los “inventos” -como los llamo yo- son parte del camino a recorrer. La gestión de un grupo especial como es una plantilla de futbolistas es muy complicada. Mil caras del trabajo de un entrenador que a muchos se nos escapa. Siendo así, sigo sin entender a Luis Enrique, y seguramente sea culpa mía.

Proponía Lucho un once post navideño, sin los jugadores que regresaron más tarde de sus vacaciones transoceánicas. Bravo bajo los palos, Montoya, Masche, Mathieu y Alba en la zaga, el trío de hace 5 años en medio campo -Busquets, Xavi e Iniesta- y arriba Pedro & Munir en bandas con Luis Suárez en punta de lanza. Previsión de marejada con áreas de fuerte marejada apuntaba más de uno en las redes sociales, y no se equivocaron, no. Moyes, por su parte, apostaba por Vela arriba renunciando a un 9 puro con Xabi Prieto, Canales y el Chori a su espalda para castigar la defensa culé. Castigo que no fue tal, puesto que a los txuriurdines les costó un mundo llegar al área del chileno. En lo sucedido hoy, David Moyes tuvo relativa culpa, si bien la Real no se descompuso defensivamente hasta casi el final del encuentro.

Sin tiempo ni tan siquiera para ver la disposición de ambos equipos, la Real, tras dos balones colgados al área, se adelanta en el marcador. El mal posicionamiento corporal de Alba y de todos los defensores en el área regaló a los vascos el que a la postre sería el gol de la victoria. Tocaba remar a contracorriente desde el planteamiento inicial, cosa que complicaba más si cabe la empresa.

Parece algo extraño afirmar que los primeros 45 minutos de los blaugranas fueron los más académicos del curso junto a la primera parte del Bernabéu, pero yo lo veo así. Ni fue bueno el juego desplegado, ni se tuvieron ocasiones de gol ni tampoco se llegó a desarbolar a la Real. Cierto que no, pero reconocimos al Barça. Un Barça lento, sin pegada, sin peligro, sí, pero veíamos algo que tenía sentido. Sin disponer de jugador alguno que generara superioridades, se logró conquistar el balcón del área local, un cierto orden espacial coherente, recepciones en la frontal, recuperaciones inmediatas en campo rival e únicamente dps contras peligrosas en esos ¾ de hora. ¿Es esto suficiente? ¿Nos debemos contentar con esto? Evidentemente no, pero viniendo de donde veníamos el año pasado…

El único peligro culé provenía de los movimientos de Luis Suárez. El uruguayo actuó de 9, trabajando a destajo de espaldas, siendo el único punto de apoyo para superar rivales, para buscar la asociación que generara ventajas. Ni Munir ni Pedro entendieron esto, que el agujero estaba a la espalda del 9. Permanecían abiertos, interiorizando cuando llegaba el lateral a su zona, ni una ruptura, ni una ida, ni una venida…. El mar en calma. Encalmada que era extensible al resto de jugadores. Xavi sin líneas de pase -la única era Luchito-, Iniesta intentado la misma conducción, laterales que llegan y deciden mal, Busquets que está casi por estar… Y éramos académicos más allá de algunas diagonales de Masche, manda carallo.

Uno, que es optimista de nacimiento, pensaba en la segunda parte. Una Real encerrada más un Barça en campo contrario multiplicado por la entrada de Leo daría un resultado positivo. Pero claro, era con Leo en la frontal, en su zona de confort, no teniendo que bajar para generar -como siempre- él todo. Pero no fue así. Entiendo que es decisión de Lucho que Leo venga a la base. Y si es del propio jugador Lucho la acepta y la asume como propia. Que a falta de 10 minutos y con el marcador en contra lo haga es entendible, estamos en el tiempo que todo vale -hasta que Montoya se ubique de central- pero con muchos minutos por delante volver a Almería no apetece demasiado.

El dominio posicional de la primera parte se perdió hasta la entrada de Neymar por Pedro. Se retomó a costa de la disposición espacial. Ahora que en el campo había desequilibrio las piezas no estaban en su sitio. Algo curioso la imposibilidad de que en manos de Lucho convivan el orden y la amenaza. El Barça que mejor finta en el ring es el que menos manos suelta. El que pega duro va sin guardia. Y a los puntos nos cuesta ganar. Equilibrio y desequilibrio, nuestro Santo Grial.

Se pudo haber ganado” dirán algunos. Y es cierto, se tuvieron oportunidades muy claras los últimos 25 minutos, pero el juego y la idea desapareció. Era una carrera para llegar al área de la manera que fuera. Excepto Leo que en su soledad seguía intentando juntar rivales para generar superioridades por banda y Neymar que intentaba la acción inverosímil entre un bosque de piernas. Ya nos vale hasta con que lo intenten…

Otra derrota en el casillero, más dolorosa si cabe tras el traspiés del líder en Mestalla. Próxima estación en Liga, los del Cholo. Lucho ha intentado muchas cosas durante estos meses y los resultados casi nunca han sido óptimos, y ante el Atleti veremos cuál es su propuesta. Porque tocar ha tocado cosas el asturiano, otra historia es que las hayamos llegado a entender. Y como final de la crónica una reflexión personal: esta temporada el Barça más competitivo, peligroso y capaz de tumbar a cualquiera lo ha hecho desde el desorden, el caos y el riesgo máximo defensivo. Lo ha hecho desde la «no existencia de entrenador». A buen entendedor…